El Correo de Burgos

CURPILLOS 2022

Burgos vive con fervor popular y mucho calor la procesión del Curpillos 2022

El alcalde, Daniel de la Rosa, ha realizado un llamamiento a la participación "con responsabilidad y mesura"

Comienzo de la procesión con el Pendón de las Navas de Tolosa portado por la máxima autoridad militar. El Monasterio de Las Huelgas al fondo. SANTI OTERO

Comienzo de la procesión con el Pendón de las Navas de Tolosa portado por la máxima autoridad militar. El Monasterio de Las Huelgas al fondo. SANTI OTERO

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Fervor, devoción y mucho entusiasmo. Así vive el barrio de las Huelgas la tradición del Curpillos, después de dos años sin poder celebrar una de las fiestas con más arraigo popular en Burgos. El calor reinante, desde primera hora de la mañana, no ha podido con la emoción de vivir esta cita, que se inicia con el volteo de las campanas del Real Monasterio.

Pese a que la romería en el Parral es la parte más multitudinaria, también había ganas de recuperar el rito religioso, la parte más institucional, en la que cabe la misa, oficiada por el arzobispo, Mario  Iceta, que se estrenaba en esta cita, así como el componente militar con la procesión del Pendón de las Navas de Tolosa, que desde 1953 no es el original, puesto que está custodiado en el Museo de las Telas Medievales de las Huelgas.

En esta festividad hay más protagonistas. Está el folclore con los Danzantes de Burgos. Los bailes de los Gigantillos y el desfile de Gigantones. Los niños y niñas que han hecho la Primera Comunión este año, la madre Abadesa del Monasterio de Las Huelgas y el Santísimo que procesiona bajo palio, portado por la máxima autoridad eclesiástica de la ciudad. 

Están las cofradías del barrio y la pequeña iglesia de San Antón. La Banda de Música del Ejército y las tropas de las Fuerzas Armadas. Destaca la presencia de miembros de Patrimonio Nacional, gestor del Real Monasterio, este año con la delegada para los Reales Patronatos, Elvira Prado Alegre, que no se ha separado de la réplica del Pendón, portado por el general Juan Carlos González Díez, la máxima autoridad militar presente.

No falta de nada, aunque quizá sí, un poco más de sombra, para seguir la procesión, porque la primera ola de calor se ha convertido en otro más de los invitados. Un protagonista inesperado para ser 17 de junio en Burgos, pero al que ha habido que sobrellevar en esta jornada festiva.

No falta de nada, aunque quizá sí, un poco más de sombra, para seguir la procesión, porque la primera ola de calor se ha convertido en otro más de los invitados. Un protagonista inesperado para ser 17 de junio en Burgos, pero al que ha habido que sobrellevar en esta jornada festiva como se ha podido.

Cientos de personas han participado de todo este ceremonial, pero quizá no tantas como en otras ocasiones, puesto que en la acera que daba el sol no se podía parar. De esta manera, agolpados bajo los árboles y con la inestimable colaboración de los voluntarios de Protección Civil que hacían uso de unas mochilas con agua para refrescar al público, han esperado el paso de la procesión por la calle Alfonso VIII para después iniciar la romería hacia el Parral.

Los bailes de los Danzantes y de los Gigantillos ha sido uno de los momentos más aplaudidos, pero la comitiva oficial ha continuado el camino hacia la iglesia de San Antón, donde el Santísimo Sacramento también hace una parada y donde el arzobispo realiza una breve oración ante el tapiz de guijarros y flores realizado por las monjas del monasterio.

A partir de ahí, se inicia el regreso hacia el Monasterio para la recepción por parte de la Abadesa en el Compás de Adentro, un momento que transcurre en cierta intimidad, ya pasada la una de la tarde.  

Finalizada la parte tradicional y religiosa de la festividad, llega el turno del momento más populoso del festejo, disfrutar de las buenas viandas en El Parral. Eso sí bajo una buena sombra.

«Con cabeza, responsabilidad y mesura»

Antes de comenzar el acto religioso, el alcalde, Daniel de la Rosa, que vivía su segundo Curpillos con esta responsabilidad, llamaba a la participación en la tradición, pero con «cabeza, responsabilidad y mesura». Bien sabía el primer edil que mientras tenían lugar los actos institucionales, miles de jóvenes estaban ya buscando un sitio en el parque del Parral con muchos litros de alcohol.

Para esta festividad, declarada de Interés Turístico Regional, se esperaba una participación «desbordante» y no se descartaba tener que cerrar el parque si en algún momento se superaba el aforo de 40.000 o 45.000 personas.

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