El Correo de Burgos

Niños, pantallas y tecnología: el taller definitivo para padres con dudas

Los burgaleses Cristina López y Jorge Marcos han creado el taller ‘Infancia y tecnología: un binomio que funciona’ con el que ayudan a las familias a gestionar el uso de las pantallas con un método propio

Cristina López y Jorge Marcos son los creadores del taller. TOMÁS ALONSO

Cristina López y Jorge Marcos son los creadores del taller. TOMÁS ALONSO

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Cristina López y Jorge Marcos hacen el combo perfecto y junto a su hijo Juan protagonizan el blog viajero ‘3conlasmaletasacuestas’. Esa experiencia en redes sociales, unido al carácter didáctico de Cristina y la profesión de informático y desarrollador web de Jorge han hecho que esta pareja burgalesa se animara a crear el taller ‘Infancia y tecnología: un binomio que funciona’.

El empujón que necesitaban lo tuvieron desde Magea Escuela Activa. «Desde el centro nos preguntaron cómo gestionábamos las pantallas con nuestro hijo al tener el blog, nos conocían como familia y vieron que nuestro hijo no estaba ‘enganchado’ a nada y sin restricciones de por medio y nos animaron a explicar nuestro método a otras familias».

De hecho, la pareja ha desarrollado su propia metodología porque «a nuestros niños les ha tocado vivir en el siglo que les ha tocado para bien y para mal y hay que adaptarse y saber gestionar la relación con la tecnología» y recuerda que «las tecnologías deben tener cabida en nuestra vida siempre desde un punto de vista saludable». Llegar a esa meta «no es sencillo» porque «requiere dedicación, tiempo y constancia».

Desde hace un tiempo la pareja ha compartido sus conocimientos y su experiencia en diferentes colegios y centros de Burgos y las dudas y miedos de los padres se repiten. Explica Cristina que «no es necesario ser especialista en la materia pero sí  tener ganas de invertir tiempo en entender las necesidades tecnológicas dependiendo de la edad». En este sentido, el taller propuesto por Jorge y Cristina tiene su base en «la disciplina positiva y la neurociencia y busca establecer límites y velar por su bienestar desde el respeto y el entendimiento».

Jorge y Cristina durante uno de los talleres. TOMÁS ALONSO

Jorge y Cristina durante uno de los talleres. TOMÁS ALONSO

Lo primero y fundamental es que «una vez que decidimos que la tecnología es una aliada en la maleta empezamos el camino más complicado, liberar los miedos y transformarlos en progresos». En los talleres, la pareja anima a los padres a anotar en una lista qué miedos les provoca la tecnología y luego abordan las ventajas. «Que son muchas», señala. 

«La tecnología aporta acceso al conocimiento, puedes contactar con amigas y amigos lejanos, hablar inglés por videoconferencia, programar un robot, leer, jugar, reservar un viaje, comprar unas entradas, ir a terapia, hacer deporte y más mucho más». Y si eso era evidente cuando empezamos nosotros este camino, «la pandemia por COVID-19 ha venido a constatarlo».

Y es que, para Jorge y Cristina «la tecnología no se resume en el número de horas que nuestras hijas e hijos usan una pantalla, por mucho que esa sea la imagen que de manera constante se suele transmitir». Este uso «estigmatizado y negativo» no permite en muchos casos que «podamos desarrollar patrones de uso tecnológico saludable y poder hacer de la tecnología una aliada». Así, en el taller inciden en que «cada familia cuenta con los ingredientes adecuados para dar con la mejor fórmula» porque cada una «tenemos una forma de vida y unas necesidades».

Cristina divide los usos tecnológicos en tres grandes apartados. Los usos laborales son los que «en el día a día nos permiten trabajar de mejor manera, pueden ser desde un simple email hasta la telemedicina». Por otra parte están los usos serviciales. «Los llamamos así porque nos facilitan la vida, se ponen a nuestro servicio. Van desde comprar entradas para el teatro con el móvil a programar el aspirador». Por último están los «usos ‘ocio-SOS’», que «se dedican a las actividades de ocio de las personas».

La tecnología no se resume en el número de horas que nuestras hijas e hijos usan una pantalla

Una vez reconocidos los usos, Cristina recuerda que «el foco de los límites tecnológicos no puede estar en los medios (móvil, tablet, smartwatch…) sino que debe centrarse en los usos y debe poner siempre la mirada en ese acompañamiento desde el conocimiento para que la tecnología se convierta en aliada».

El acompañamiento

Así, en el taller, Cristina y Jorge centran en tres pasos el acompañamiento de los niños en el uso de la tecnología. «El primer paso es observar para qué está usando la tecnología», apunta y señala que «no es lo mismo una niña de 7 años chateando con la abuela o mandando audios a los primos que un niño de 15 años chateando con sus amigos o que una niña de 11 años chateando con una desconocida».

Recoger toda la información sobre «su momento emocional, su necesidad, el uso en ese momento nos permite poder pasar al segundo paso». Un segundo paso que se centra en la evaluación, es decir, saber cuáles son los riesgos reales.  «¿Qué ha pasado en mi hijo para que prefiera jugar a un videojuego a comer una pizza en el salón?», se pregunta Cristina. «Creemos que en esta fase es importante analizar los riesgos reales y si es necesario pedir ayuda» y sobre todo, «comprobar si es una conducta recurrente y a qué va asociada son aspectos clave para analizar los riesgos reales».

Una vez realizado este análisis, el tercer paso se centra en buscar soluciones y para ellos la pareja se apoya en la disciplina positiva. Así, la pareja apuesta por darles conocimiento adaptado a su edad. «Deben conocer las opciones tecnológicas, cómo se aplican y los riesgos asociados a su uso incorrecto». Por otra parte, «hay que ayudarles a llegar a acuerdos y revisarlos. Da igual que hablemos de tecnología o de recoger la ropa o de cuando estudiar. Establecer límites es también otra gran copia de la disciplina positiva».

Debemos ser ejemplo realista, no podemos pedirles que no usen la tablet y vernos todo el día enganchados al ordenador

Además «debemos ser ejemplo realista. No podemos pedirles que no usen la tablet y vernos todo el día enganchados al ordenador» y «tenemos que dar valor a su interés por lo que ocurre con la tecnología. Si queremos establecer una relación de confianza donde podamos limitar los riesgos que hay no podemos ignorar sus intereses». Por último, apuestan por tener creatividad a la hora de pasar de digital a analógico y ser capaces de ofrecerles alternativas como juegos de mesa, de cartas, cómics, pinturas, etc». 

En algún momento «necesitaremos prohibir y no debemos tener miedo a hacerlo» porque «la tecnología no entiende de límites físicos, la conectividad es infinita», explica. Cristina y Jorge son partidarios de que los niños «no tengan redes sociales desde pequeños y que la llegada del móvil propio debe retrasarse lo más posible. «Un niño de 8 años no necesita un móvil propio para nada».

En el caso de los adolescentes, recuerda que «la tecnología y las redes sociales están sujetas a un sentimiento de pertenencia al grupo». La comunicación en esta etapa, como en todas, es «fundamental», apunta López, «nunca debemos de dejar de preguntar a nuestros hijos cómo se sienten, qué necesitan o qué podemos hacer por ellos».

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