El Correo de Burgos

Jalea Rural, el proyecto burgalés que te muestra cómo funciona una colmena

Irene, Jesús y Raúl conforman este proyecto asentado en Pradoluengo con el que  muestran a través de visitas a la colmena familiar el funcionamiento de los enjambres y la importancia de las abejas 

Un niño observa un panal atento a la explicación de Jesús. JALEA RURAL

Un niño observa un panal atento a la explicación de Jesús. JALEA RURAL

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Burgos

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El amor por las abejas le viene a Irene Sáiz de su padre, Jesús Sáiz. Un amor que se ha convertido en el motor de un proyecto original, sostenible y divulgativo: Jalea Rural, una empresa que gestiona visitas a las colmenas de la familia. Asentada en Pradoluengo, de donde procede parte de su familia, esta burgalesa gestiona el hotel rural Casa Berría y albergue rural de Belorado. Es «un culo inquieto», asegura.

Y así nacía un Jalea Rural. Un poco por inquietud, un poco por amor al entorno y un poco por emprender. «La vida rural es una de la patas que impulsa este proyecto porque emprender se convierte en muchas ocasiones en la única salida para poder seguir viviendo en los pueblos», explica Irene, que asegura que Jalea Rural también busca que «la colmena familiar siga echando raíces en los increíbles bosques de Pradoluengo».

Jalea Rural es «un proyecto familiar que mezcla nuestro amor por las abejas con el respeto y cuidado del medio ambiente y con el que queremos enseñar al resto del mundo la importancia de este animal a través de visitas guiadas a nuestras colmenas», comenta.

Jesús preparado para manipular una colmena. JALEA RURAL

Jesús preparado para manipular una colmena. JALEA RURAL

Las abejas llegaron a la vida de esta familia de la mano de Jesús. «Desde bien pequeño mi padre empezó a aprender sobre ellas con el cura de Santa Olalla. Comenzó con sus primeras colmenas como un aficionado y con el paso de los años se ha convertido en todo un experto que conoce a la perfección los cuidados que necesitan en base a la época del año o la floración», explica Irene. 

Ella comenzó a acompañarle siendo una niña. «Lo he vivido siempre como algo normal, como algo rutinario y ha sido hace unos años cuando me he dado cuenta de la importancia de todo lo que aprendí y de lo que he disfrutado y disfruto estando con él aprendiendo a tratarlas».

Todos esos años yendo a las colmenas con su padre han arraigado en Irene en forma de conocimiento. «Casi de forma inconsciente», asegura. «Llega un momento en el que me doy cuenta de que lo que tenemos aquí es enorme y nos planteamos que esto lo pueda disfrutar más gente», señala la emprendedora.

A pesar de que Irene se ha formado con varios cursos apícolas, su verdadero aprendizaje «ha estado en la finca, escuchando los consejos de mi padre , observando a las abejas y anotando todo en los cuadernos de campo». Un aprendizaje que ahora se refleja en «una apicultura sostenible, en la que nuestra prioridad es proteger y preservar los ciclos naturales de cada colmena». 

Manipulación de un panal. JALEA RURAL

Manipulación de un panal. JALEA RURAL

Jalea Rural nace hace apenas un año, en plena pandemia, al igual que la idea de Irene de hacerse cargo del hotel rural Casa Berría junto a su socia Esther Ungría y del albergue de Belorado en solitario. «Fue una auténtica locura pero era nuestro momento», asegura y recuerda cómo aprovechó  el último parón de la hostelería para dar alas a Jalea Rural, su proyecto más personal e ilusionante. A pesar del vértigo que supone emprender, Irene es afortunada porque cuenta con el apoyo de su familia. «Afortunadamente tengo una familia que me apoya en todo lo que hago y confían en mí. Al menos saben que voy a poner corazón y ganas en todo lo que hago».

Un corazón y unas ganas que se perciben en la pasión con la que habla de Jalea Rural. Integradora social, educadora y pedagoga de formación, su trabajo en este ámbito le ha servido también para su proyecto turístico y para Jalea Rural. «Me gusta mucho dinamizar, organizar y divulgar. Me sale solo», asegura. 

Un grupo de personas observa un panal. JALEA RURAL

Un grupo de personas observa un panal. JALEA RURAL

Arrancando

La inversión para arrancar con este nuevo proyecto «afortunadamente no fue alta» porque «las abejas ya estaban y las cajas y colmenas las fabrica mi padre con madera de la zona». El mayor esfuerzo «lo hicimos en la compra de trajes de protección para adultos y niños para la visita». 

Asegura Irene que «el proyecto está funcionando muy bien», pero sabe que «funcionaría aún mejor si dedicáramos todo nuestro tiempo a las abejas». Sin embargo y «afortunadamente» ahora «estamos a tope con los dos alojamientos y no podemos dedicar todo el tiempo que nos gustaría».

Precisamente trabajando en el sector turístico, Irene se ha dado cuenta de que «la gente no solo quiere alojarse en un sitio bonito si no que quiere hacer actividades y más en el ámbito rural», explica. Y con ese pretexto también nacía Jalea Rural. 

Las colmenas se sitúan en un monte «muy accesible» al que se puede llegar en coche o dando un paseo por la Senda de los Batanes. La visita se centra en mostrar «la importancia de las abejas» y «con esa imagen logramos que se vayan los niños y las familias que llegan a la finca», explica Irene, quien reconoce entre risas los «nervios» que pasa porque «al fin y al cabo son animales que pican». 

Un niño observa un panal. JALEA RURAL

Un niño observa un panal. JALEA RURAL

Las visitas se hacen en grupos de 8 ó 10 personas y por norma general son familias o grupos de amigos. «Si tenemos varios grupillos les juntamos en una visita», explica y recuerda que las otras «pata de esta experiencia» son su padre y Raúl Botaya, jardinero que «llegó a la colmena cargado de libros sobre árboles y plantas y que nos trasladó la importancia de respetar los ciclos de la naturaleza, evitar los productos tóxicos en los cultivos y aprender de la forma en que los abuelos y abuelas cuidaban de la tierra». 

La cita dura dos horas y arranca con un introducción sobre las plantas y el entorno y sobre la alimentación de las abejas. Una alimentación que «es totalmente ecológica por no hay cultivos a tres kilómetros a la redondea que el radio que vuelan las abejas buscando alimento».  

La visita continúa con un introducción sobre el funcionamiento de la colmena y el papel de la abeja reina, de las obreras y de los zánganos», explica Irene. Además «se aborda el papel del apicultor y los trabajos que realiza». Al final llega la parte más emocionante. «Nos ponemos los trajes  y pasamos a ver la colmena y tratamos de que los visitantes vean a la abeja reina».

Asegura Irene que en ese momento es cuando los visitantes experimentan «la mágica sensación que les rodea. El ruido, el olor que desprenden los panales, el revolotear de decenas de abejas. Es un momento único». La cita termina con una cata de diferentes mieles y de la propia cera. 

Irene y Raúl hablan del entorno y la alimentación de las abejas. J.R.

Irene y Raúl hablan del entorno y la alimentación de las abejas. J.R.

La colmena

Una miel que se recolecta de forma pausada, respetando los ritmos de cada enjambre porque «cada uno está en una fase distinta». En algunos «hay una abeja reina joven (pueden vivir hasta 5 años), en otros se está produciendo el cambio de reina, etc». Por eso «lo importante es dejar que las abejas desarrollen sus procesos a su ritmo, en sus tiempos».

Las abejas son una sociedad «perfectamente organizada», explica. Saben «cuáles son las necesidades del enjambre y trabajan para cubrirlas». Por norma general la miel se recolecta en junio o julio pero el calor de los últimos años ha adelantado el proceso a mayo. Las abejas que quedan vivas después del verano permanecen dentro de l colmena todo el otoño y el invierno y «se esfuerzan por mantener calor para que la reina no muera». 

El espacio cuenta con unas 25 colmenas. JALEA RURAL

El espacio cuenta con unas 25 colmenas. JALEA RURAL

Actualmente Jalea Rural cuenta  con 25 enjambres pero «estamos tratando de sumar 10 más». Además, Irene tiene una tienda en la que vende calcetines hechos en Pradoluengo con las abejas como protagonistas, miel, jalea real y jabones. 

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