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SOLIDARIDAD

Burgos, Ucrania y Madrid: la odisea de una refugiada en busca de un futuro digno

Cuando Olga quiso regresar a su país para estar con sus padres, gravemente enfermos, Sergio de la Fuente, Tati Sastre y Miguel Sevilla se convirtieron en sus ángeles de la guarda / Tras huir nuevamente de la guerra, lo único que quiere es trabajar para poder mantener a su hijo

Tati Sastre y Sergio de la Fuente, impulsores, junto a Miguel Sevilla, del proyecto 'Misión Ucrania'. SANTI OTERO

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Burgos

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«Estas tres maravillosas personas se convirtieron en familia. Compartían su pan, buscaban dónde pasar la noche, pensaban en nosotros más que en ellos mismos. No teníamos un idioma común para comunicarnos, pero siempre nos entendíamos».

Las palabras de Olga, recogidas en su cuaderno de bitácora y posteriormente traducidas al castellano, reflejan a la perfección lo mucho que esta refugiada ucraniana tiene que agradecer a Sergio de la Fuente, Tati Sastre y Miguel Sevilla. Tres jóvenes burgaleses que, sin pedir nada a cambio, se convirtieron en sus ángeles de la guarda. Y por partida doble.

Impulsores del proyecto Misión Ucrania, no solo cruzaron Europa, desde Burgos hasta Przemysl (Polonia) cargados de ayuda humanitaria, para que Olga pudiese regresar a su país, aún sabiéndose a salvo en España, para cuidar a sus padres gravemente enfermos.

También ahora les lleva en el corazón. La maldita guerra, tremendamente larga e insoportable, obligó a esta mujer a emprender un nuevo viaje de vuelta, con su hijo adolescente, en busca de un futuro mejor.

No fue fácil tomar la decisión. Ni el pasado mes de mayo ni a principios agosto, pero tenía que hacerlo. Desde hace un par de semanas, Olga reside en Madrid. Se aloja en la casa de Tati, que no dudó ni un solo instante en acoger a una persona a la que ella y sus amigos admiran por su coraje.

Retornó cuando se encontraba junto a otros familiares en Férez (Albacete) nada más enterarse de que su padre había sido operado de emergencia. Una vez en Járkov, su ciudad natal, comprobó que el conflicto iba para largo y que «pueden morir mañana».

Mientras tanto, su marido continúa en el frente de batalla. En cuanto a sus progenitores, de edad avanzada y gravemente enfermos, prefieren permanecer en su tierra porque «saben que les queda poco tiempo de vida».

Licenciada en Gestión y Administración de Empresas y Ciencias, la gran barrera de Olga es el idioma.

A Tati se le parte el alma cuando ve a Olga, desesperada, buscando empleo de lo que sea. Licenciada en Gestión y Administración de Empresas y Ciencias, trabajaba en una institución médica. Por desgracia, la gran barrera en España dentro de su sector es el idioma.

Se esfuerza por aprender castellano y «entiende bastante», pero sabe que no es suficiente. Por eso se ofrece a trabajar de lo que sea: en una cadena de producción, como limpiadora, en cualquier puesto dentro del sector servicios...

Lo que sea para sacar adelante a su hijo por sus propios medios. Porque aparte de «dar las gracias» a diario, también dice a menudo que se siente «mantenida» por los tres burgaleses que no han dejado de prestarle ayuda, material y económica, desde que les conoció.

Ni siquiera cuando Olga regresó a Jàrkov se olvidaron de ella. De hecho, llegaron a comprar 60 kilos de comida en Ucramarket, una tienda ubicada en Madrid que envía alimentos a Ucrania a precios asequibles. Por aquel entonces, Sergio pensaba que «la situación iba a mejorar». Por desgracia, el tiempo pasa y «no cesan los enfrentamientos».

Le han planteado la opción de ir a Burgos: «Es una ciudad más fácil para manejarse y puedes aprovechar mejor el tiempo libre».

Volviendo al panorama laboral de Olga, que también debe hacer frente a la escolarización obligatoria de su hijo aunque siga dando clases online con sus profesores ucranianos dos horas al día, Tati, Sergio y Miguel le han planteado la posibilidad de iniciar una nueva vida en Burgos.

«Es una ciudad más fácil para manejarse y puedes aprovechar mejor el tiempo libre», apunta Sergio. Y Tati asiente, amén de añadir lo complicado que resulta alquilar un piso en Madrid. No solo por los precios, mucho más elevados, sino porque «te piden de todo» y, además, existe «mucha reticencia hacia los extranjeros».

Sea cual sea el camino que emprenda, sea donde sea, sus amigos permanecerán ojo avizor para que nadie se aproveche de su vulnerable situación. «Contrato y las cosas claras», advierten con la esperanza de que alguien contacte con ellos, a través de su cuenta de Instagram (Misionucrania), ofreciendo un empleo digno y estable a una mujer que se niega a tirar la toalla.