Javier Miranda: «El alzheimer no tiene cura, pero cambia mucho con atención médica»
El doctor Javier Miranda está al frente de la consulta de demencias tras la jubilación del doctor Miguel Goñi.
El doctor Javier Miranda llegó al Hospital Universitario de Burgos (HUBU) desde Alcalá de Henares para hacer neurología. «Tenía clara mi especialidad, estuve viendo varios sitios de Castilla y León y Burgos, de entrada, fue lo que más me gustó», explica. Desde entonces no ha abandonado el área de consulta de neurología especializada en demencias. Tuvo como tutor a Miguel Goñi, referencia en la materia, y «al terminar la especialidad tuve la oportunidad de continuar, sustituyendo a quien había sido mi tutor y es un reto que afronto con ilusión». Su primero objetivo, en colaboración con Sara Ortega que acaba de consolidar su plaza en el HUBU, es crear una Unidad de Demencias. Pero en la consulta de Miranda tan importante es el paciente como el familiar y apoyar a ambos a sobrellevar las diferentes fases de la enfermedad.
Pregunta.- La enfermedad del alzheimer parece una batalla perdida desde inicio. ¿Por qué tratar la enfermedad?
Respuesta.- Es fundamental ante las primeras pistas acudir al médico de cabecera que determinará si deriva al especialista o no. Es un error pensar que como no tiene cura, qué más da. El Alzheimer no tiene cura, pero cambia muchísimo su evolución de quien está atendido a nivel médico de quien no lo está. La enfermedad va a estar ahí tanto si hay diagnóstico como si no, y es importante el tratamiento para ganar tiempo a que esa evolución a una demencia grave se retrase.
P.- ¿El familiar tiene un peso muy importante en esta detección?
R.-Quien ayuda a reconocer los primeros síntomas es el conviviente, los familiares. Es quien percibe esos olvidos no reconocidos, ese cambio de unas palabras por otras y esos síntomas de desorientación en el espacio y en el tiempo. Esa detección temprana es vital para compaginar el tratamiento médico con las terapias de estimulación cognitiva y ejercicios de memoria. El apoyo de familiares y convivientes es clave en el desarrollo de la enfermedad.
P.- Muchos mayores viven solos ¿la soledad juega a favor del Alzheimer?
R.- Esta es una enfermedad que según evoluciona requiere mayor implicación de los familiares. Mantener rutinas de ejercicio, relaciones sociales, ejercicios de memoria y estimulación cognitiva… Después se necesitan apoyos para el día a día, primero para recordar lo que hay que hacer, después para ejecutarlo. El aislamiento y la soledad hace que estas enfermedades vayan mucho más rápidas. Aquí hay un problema de recursos sociales, que no dan abasto. Es importante en este caso recursos de ayuda social como la comida a domicilio, los servicios de asistencia que permiten desde ordenar y limpiar la casa a mantener una conversación, ayudar a la estimulación, despertar sus recuerdos, entretener… Hay que poner los medios que sean necesarios para que el paciente no esté solo.
P.- ¿Aumentan los problemas de convivencia con pacientes de Alzheimer?
R.- A medida que va avanzando la enfermedad surgen problemas. Sabemos cómo va a derivar todo, tratamos de que ese avance se retrase el máximo posible. Finalmente hay que organizarles el día a día porque los pacientes pierden la iniciativa. Insistir en su actividad física por la mañana, su taller de memoria pro la tarde, mantener amistades, relacionarse con familiares o jugar a las cartas. Hay momentos de agitación, de enfado, que van creciendo conforme avanza la enfermedad y quién más lo padece es el cuidador.
P.- ¿El cuidador se convierte en un paciente más?
R.- Hay que tener mucho cuidado, especialmente en las fases más difíciles de la enfermedad. Hay una sobrecarga en el familiar que puede llegar al Síndrome del Cuidador. Padecen ansiedad y depresión. Por eso, en la consulta planteamos que hay que adelantarse y tramitar las ayudas a la dependencia antes de llegar a necesitarlas. Cuando llegan a la consulta ya invitamos a que se hagan los trámites con tiempo porque, como la burocracia se alarga por meses, tratamos de que esté hecho cuando se necesite. Y en caso de que los pacientes vivan solos hay que organizar, también con tiempo, el tema de ayudas sociales para asegurar cuidados básicos.
P.- Hay un momento de dependencia total y llega la gran pregunta. ¿Es suficiente la voluntad y amor del familiar?
R.-Llega un punto en el que la enfermedad se complica tanto que hay un estado de mucha agitación que requiere que nuestro familiar necesite ir a una residencia o un recurso intermedio como el centro de día. El familiar, el cuidador tiene una idea de sensación de abandono porque piensan que su deber es cuidar hasta el final al paciente. Se dejan la vida en ello, pero estamos hablando de una enfermedad que degenera, que va a peor con el tiempo y llega a un punto que necesita cuidados sanitarios, de enfermería y médicos, que el familiar no puede hacer. Hay que abandonar la idea de que estás fallando al familiar, que le abandonas si le dejas en una residencia , porque es un paso necesario.