La ONG burgalesa lleva la esperanza a uno de los territorios más castigados de Congo construyendo la única fábrica de la zona especializada en la producción de azúcar, pan y harina de maíz
Eduardo Margareto / ICAL. Fiston MUHINDO prepara la comida para los pollos en el Centro de Desarrollo de Rubare. Fiston trabaja por las tardes en el Centro como agradecimiento por el pago de sus estudios
Eduardo Margareto / ICAL. Las motocicletas son el principal medio de trasporte en la ciudad de Goma. Y el vehículo de transporte por excelencia el Tsukudu, una especie de patinete gigante de madera construido de forma artesanal, con el que se puede transportar gran cantidad de materiales
Eduardo Margareto / ICAL. Romiliade Kambale, muestra la alta calidad de la harina que se produce en el Centro de Desarrollo
Eduardo Margareto / ICAL. Hermanas de San José en Rubare junto a Tomás Martínez, presidente de Proyecto Rubare
Eduardo Margareto / ICAL. La hermana Georgette superiora de Rubare, junto a la hermana Chantal en la misión de las hermanas de San José en Rubare
Eduardo Margareto / ICAL. Jacques Kambale controla los hornos del pan
Eduardo Margareto / ICAL. Al finalizar la jornada en el Centro de Desarrollo, juegan con el balón de Denis un partido de Fútbol, para celebrarlo
Eduardo Margareto / ICAL. Justin Isevandu, es el responsable técnico de la fábrica. Ha puesto en marcha la máquina harinera, una labor complicada, y controla que todos los procesos de fabricación estén correctos. Al fondo Romiliade Kambale uno de los trabajadores de la harinera, que tiene una voz muy especial, es uno de las primeras voces del coro de Rubare
Eduardo Margareto / ICAL. Kadette Francine es la responsable de la cantina de Rutshuru donde se vende el pan del Centro de Desarrollo. Desde Proyecto Rubare ayudan a las mujeres con puestos como el de venta de pan, para que puedan tener capacidad económica para sacar adelante a sus familias.
Eduardo Margareto / ICAL. La cooperativa de mujeres violadas se encargan del cultivar la caña de azucar que compran en la fábrica de Rubare. En la imagen una de ellas transporta caña a la fábrica en Rubare
Eduardo Margareto / ICAL. Los niños en Rubare son los que más sufren las consecuencias de pobreza. Viven una infancia en soledad en la calle, porque los padres salen al campo y los dejan solos a cargo de sus hermanos mayores. En Congo 3 de cada 5 niños menores de cinco años mueren por pequeños accidentes domésticos
Eduardo Margareto / ICAL. La cooperativa de mujeres violadas se encargan del cultivar la caña de azucar que compran en la fábrica de Rubare
Eduardo Margareto / ICAL. En la panadería además de hacer los bollos de pan, también se hace unos pequeños dulces que les gustan especialmente a la población que se llaman Ndasi
Eduardo Margareto / ICAL. Los niños en Rubare son los que más sufren las consecuencias de pobreza. Viven una infancia en soledad en la calle, porque los padres salen al campo y los dejan solos a cargo de sus hermanos mayores. En Congo 3 de cada 5 niños menores de cinco años mueren por pequeños accidentes domésticos
Eduardo Margareto / ICAL. Los niños en Rubare son los que más sufren las consecuencias de pobreza. Viven una infancia en soledad en la calle, porque los padres salen al campo y los dejan solos a cargo de sus hermanos mayores. En Congo 3 de cada 5 niños menores de cinco años mueren por pequeños accidentes domésticos
Eduardo Margareto / ICAL. Niños Invisibles Rubare (Congo). Niños que salen al amanecer a trabajar al campo y no vuelven hasta que comienza el ocaso, para intentar vender lo que han recolectado.
Eduardo Margareto / ICAL. Niños Invisibles Rubare (Congo). Niños que salen al amanecer a trabajar al campo y no vuelven hasta que comienza el ocaso, para intentar vender lo que han recolectado.
Eduardo Margareto / ICAL. Niños Invisibles Rubare (Congo). Niños que salen al amanecer a trabajar al campo y no vuelven hasta que comienza el ocaso, para intentar vender lo que han recolectado.
Eduardo Margareto / ICAL. Niños en la escuela de Proyecto Rubare de Kiwanja
Eduardo Margareto / ICAL. Los niños en Rubare son los que más sufren las consecuencias de pobreza. Viven una infancia en soledad en la calle, porque los padres salen al campo y los dejan solos a cargo de sus hermanos mayores. En Congo 3 de cada 5 niños menores de cinco años mueren por pequeños accidentes domésticos
Eduardo Margareto / ICAL. Tomás Martínez, presidente de Proyecto Rubare, ayuda a preparar las mezclas de harina para hacer el pan, con Justin y Inocence
Eduardo Margareto / ICAL. Samuel RUMAZI y Mortima BARITIMA, controlan el proceso del azúcar de caña
Eduardo Margareto / ICAL. La caña de azucar llega al Centro de Desarrollo de San José en Rubare, y comienza el proceso para elaborar el azucar. Las cañas se pasan hasta tres veces por la máquina que les saca el jugo. Los desechos de la caña se utilizan para alimentar a los animales de la granja
Eduardo Margareto / ICAL. La furgoneta del Centro de Desarrolo de San José, reparte pan en las poblaciones cercanas a Rubare
Eduardo Margareto / ICAL. Niños Invisibles Rubare (Congo). Niños que salen al amanecer a trabajar al campo y no vuelven hasta que comienza el ocaso, para intentar vender lo que han recolectado.
Eduardo Margareto / ICAL. El Centro de Desarrollo de San José en Rubare, está en medio de la nada, cerca de selva donde las guerrillas se esconden, es un territorio de inseguridad. Es la única fábrica de transformación en 100 kilómetros a la redonda
Eduardo Margareto / ICAL. Romiliade Kambale prepara unos sacos de harina de maiz para enviar a Goma
Eduardo Margareto / ICAL. En Rubare el vehículo de transporte por excelencia el Tsukudu, una especie de patinete gigante de madera construido de forma artesanal, con el que se puede transportar gran cantidad de materiales
Eduardo Margareto / ICAL. Tomás Martínez, presidente de Proyecto Rubare, visita a los niños pobres de las escuelas en Kiwanja
Eduardo Margareto / ICAL. Tomás intenta solucionar algunos de los problemas de la fábrica antes de entrar en la Misión de las Hermanas de San José . Al fondo el lago Kirwa
Eduardo Margareto / ICAL. Samuel RUMAZI y Mortima BARITIMA, controlan el proceso del azúcar de caña
Eduardo Margareto / ICAL. Preparando la masa del pan para hornearlo
Eduardo Margareto / ICAL. Preparando la masa del pan para hornearlo
Eduardo Margareo / ICAL. Cascos azules vigilan la N2 a la salida de Goma. Tienen prohibido ir más allá por que es una zona peligrosa.
Eduardo Margareto / ICAL. Vivir en Goma no es fácil. A la perenne pobreza y la violencia que mortifica el África de los Grandes Lagos, se une la amenaza de un volcán vivo, el Nyiragongo
Eduardo Margareto / ICAL . El párroco y las hermanas de San José bendicen la puesta en marcha de la harinera en el Centro de Desarrollo
Eduardo Margareto / ICAL. Denis Isabayo cuida de los cerdos en el Centro de Desarrollo de Rubare. Denis trabaja por las tardes en el Centro como agradecimiento por el pago de sus estudios
Eduardo Margareto / ICAL. La caña de azucar llega al Centro de Desarrollo de San José en Rubare, y comienza el proceso para elaborar el azucar. Las cañas se pasan hasta tres veces por la máquina que les saca el jugo. Los desechos de la caña se utilizan para alimentar a los animales de la granja
Eduardo Margareto / ICAL. La ilusión de Denis Isabayo, era tener un balón de fútbol, porque solo tenía una bola de trapos con la que pegar patadas, y la ilusión se cumplió.
Eduardo Margareto / ICAL. Denis Isabayo, Richard Mapendo, Fiston MUHINDO, y Pandas, son el futuro del Centro de Desarrollo, ellos serán los responsables en una década
Eduardo Margareto / ICAL. El Centro de Desarrollo de San José en Rubare, está en medio de la nada, cerca de selva donde las guerrillas se esconden, es un territorio de inseguridad. Es la única fábrica de transformación en 100 kilómetros a la redonda
Eduardo Margareto / ICAL. El Centro de Desarrollo de San José en Rubare, está en medio de la nada, cerca de selva donde las guerrillas se esconden, es un territorio de inseguridad. Es la única fábrica de transformación en 100 kilómetros a la redonda