El Correo de Burgos

El recorrido de los dientes de leche en el Cenieh. Así se crea una colección de referencia mundial

La colección del Cenieh se somete a un tratamiento de consolidación y restauración; se extiende sus datos en una base de datos; y se escanea con el MicroCT para utilizarlo a nivel científico y forense. Cada pieza sigue los mismos pasos que un diente de cientos de miles de años

Todo empieza con la entrega de un minúsculo diente de leche. El proceso que siguen es el mismo que aquellos que llevan cientos de miles de años enterrados entre sedimento. TOMÁS ALONSO

Todo empieza con la entrega de un minúsculo diente de leche. El proceso que siguen es el mismo que aquellos que llevan cientos de miles de años enterrados entre sedimento. TOMÁS ALONSO

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Manuela, nombre ficticio, lleva tiempo guardando en una cajita los dientes de leche que se le han caído este año. Espera a la Semana de la Ciencia  para entregarlos. No es la primera vez que recibe el diploma de colaboración del Ratón Pérez. Con la entrega en el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, Cenieh, se acerca a la ciencia pero, ademas, se convierte en investigadora. El camino que seguirá su donación es el mismo que hace décadas realizaron las piezas dentales de la Chica de la Gran Dolina o Miguelón.

En el Cenieh el proceso de gestión y procesamiento de la información «es el mismo que se puede seguir en el tratamiento de cualquier fósil: se limpia y se restaura, se documenta y se ingresan todos los datos en una base de datos y se escanean obteniendo miles de imágenes que nos permitan trabajar con la pieza sin destruirla», explica la coordinadora del Laboratorio del Ratón Pérez, Marina Martínez de Pinillos.

De ahí que de los 4.000 dientes de los que dispone la colección se haya podido cerrar el tratamiento de una pequeña parte. De ahí que el proceso se haya cerrado completamente con 800 piezas aunque «ya hemos realizado publicaciones para dar a conocer el banco de dientes de leche y se han hecho colaboraciones con proyectos de investigación extranjeros que están pendientes de publicación», explican. La dificultad del proyecto radica en obtener fondos para disponer de una persona que se encargue de todo de gestión y de costear el uso de los análisis pertinentes. No esta adscrito a un proyecto de investigación como tal y son colaboraciones y apoyos como la que presta la Fundación ‘laCaixa’ los que permiten procesar las pequeñas piezas que los niños donan a la ciencia.

Una colección tan importante, única en e mundo,  apenas cabe en una caja de conservación de fósiles pero supone el esfuerzo de cientos de personas. Centros de investigación por todo el país que reclutan a pequeños investigadores, la denominada ciencia ciudadana. Se recogen piezas en Córdoba, «la Unidad de Cultura Científica de Córdoba son nuestros colaboradores más fieles, no han faltado un año, ni en pandemia y el Museo de la Energía de Ponferrada incluso mantiene la recogida durante todo el otoño, hay mucha colaboración externa», señala la responsable de la Unidad de Cultura Científica del Cenieh, Chitina Moreno. Está presentes en toda España y están pendientes de la llegada de piezas del extranjero.

 

¡Gracias #Madrid por colaborar en este proyecto! https://t.co/vz9sQMS6au

— Colección Ratón Pérez (@ColeccionRP)

November 25, 2022

En esta campaña de 2022 participan centros como la Facultad de Odontología de Buenos Aires (Argentina) y las Agrupación de Lengua y Cultura Españolas de Australia. En la colección han llegado dientes de leche de Australia, China, Francia, India, México, Países Bajos, República Dominicana o Rusia.  «Buscamos variabilidad en la colección y, por eso, es importante que se recoja piezas de diferentes continentes», señala Martínez de Pinillos. También el tipo de piezas. Caninos, incisivos hay en cantidad. Empiezan a proliferar molares tras la petición expresa de la última campaña.

Marina Martínez de Pinillo y China Moreno muestran la entrega de todos los dientes de leche de los hijos de una mujer de Oviedo que llegaron por carta. TOMÁS ALONSO

Marina Martínez de Pinillo y China Moreno muestran la entrega de todos los dientes de leche de los hijos de una mujer de Oviedo que llegaron por carta. TOMÁS ALONSO

Esa variabilidad se completa  con la disposición de diferentes generaciones. No todas las piezas de leche que llegan son de la generación actual. También hay dientes de individuos inmaduros que cayeron hace décadas. Este año ha llegado una carta y un sobre de una señora de Oviedo que había conservado los dientes de leche de sus hijos. 40 depositó por correo. No es la primera vez. En campañas pasadas una mujer donó los dientes de leche de sus siete vástagos a la ciencia. Todos los datos y cartas que se adjuntaron a la entrega forman parte de la investigación a la que se somete cada diente.

 


El proceso científico

Cada pieza dental que llega a la Colección del Ratón Pérez del Cenieh lleva el mismo proceso que un diente obtenido en los yacimientos de Atapuerca. Primero se traslada al Área de Conservación y Restauración de Bienes Culturales y Paleontológicos del Cenieh donde se procede a «una limpieza superficial con agua destilada, se sigla con su identificación, se consolida para su manejo en el laboratorio y se guarda», explica la coordinadora del laboratorio de restauración, Pilar Fernández Colón.

También se trabaja en la base de datos que incorpora toda la información del diente. La pieza dejara de ser el diente de Manuela para tener su identificación científica. «Al realizar la entrega de cada pieza se responde a un cuestionario desde los antecedentes del nacimiento si es prematuro, nacimiento a término, la pieza dental, la edad en la que cayó, si recibió lactancia materna o no, antecedentes de los padres, si se ha extraído o se ha caído o cualquier patología que presente», añade Martínez de Pinillos.

Después la pieza se somete a diferentes análisis. El más importante, el escaneado en MicroCT que permite tener una reconstrucción virtual del diente. «Es una parte importante porque te permite trabajar las diferentes partes de la pieza por separado  y te ayuda al estudio morfológico de la pieza pero también te permite obtener temas métricos que ofrecen dimensiones y volúmenes que, de manera manual serían muy difíciles de obtener», explica Martinez de Pinillos.

Este trabajo se ha completado con un total de 800 piezas. Siguen trabajando en todo ese análisis que permite generar colaboraciones. El proyecto, en marcha de manera inicial en 2012 y de manera totalmente coordinada y organizada desde 2014, ya tiene una publicación científica que ha facilitado su presentación a la sociedad científica. Y está abierta a la colaboración científica externa para la investigación en paleoantropología pero también otros ámbitos como el forense o médicos.

Para solicitar la cesión de piezas desde centros de investigación externos se debe cumplir con el protocolo establecido. Se solicita un informe para determinar el uso, el find e la investigación, si hay un método destructivo o no ó si sólo acceso a datos virtuales y el tipo de pieza que se solicita, edad, sexo del ejemplar.

Entre los estudios que ya se han realizado figura un patrón que permite identificar el sexo por las piezas dentales. La comparación con fósiles de antecessor permitió determinar que, lo que hasta entonces se conocía como Chico de la Gran Dolina en realidad era la Chica de la Gran Dolina. Un hallazgo científico que obliga a cambiar lo pensado con la cara de hace 800.000 años que apareció en Atapuerca y que forma parte de la ciencia ciudadana en la que Manuela y miles de niños han tenido algo que ver. 

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