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SOLIDARIDAD

«He conocido casos como el de una niña que andaba seis horas para ir al colegio sin nada en el estómago»

La burgalesa Sonia Vicario ha enviado 4.600 kilos de ayuda a Venezuela desde 2018 y ha viajado al país en cinco ocasiones / Asegura que el 90% de la población vive en extrema pobreza y 3 de cada 4 niños padece desnutrición /  Ahora quiere conseguir medicamentos, productos de higiene y pañales para un nuevo envío

Sonia Vicario ha canalizado toda la ayuda al país latinoamericano a través de la Asociación Cultural Arlanza. TOMÁS ALONSO

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Burgos

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En el año 2017, Sonia Vicario, burgalesa dedicada a la formación y a la consultoría técnica en el ámbito de la hostelería impartía una formación en Argentina. Allí conoció a dos venezolanas que solicitaron su ayuda porque «los negocios de hostelería, residencias, etc, no contaban con los medios necesarios para seguir sobreviviendo». Esa propuesta profesional llevó a esta burgalesa a viajar al país latinoamericano una vez al año durante los últimos cinco años. 

Tras conseguir el visto bueno de su empresa puso rumbo a la capital venezolana en agosto de 2018 donde colaboró con siete empresas e instituciones durante tres semanas.  Si bien el objetivo del viaje era desarrollar consultorías de innovación y organización de negocios e instituciones con los recursos existentes, el estado del país y «conocer la realidad de los venezolanos de primera mano» llevó a esta burgalesa a preguntarse «qué podía aportar para hacer más fácil la vida de algunos de ellos», comenta. 

Y es que aquella experiencia marcaría la vida de Sonia para siempre. Un año después, en 2019, Vicario regresaba al país. En esta ocasión lo hacía a título personal y con un objetivo solidario. «La situación económica y comercial en Venezuela  ha cambiado muy poco en los últimos años», señala. 

Asegura que «la vida diaria es muy complicada por la falta de productos básicos y de artículos que forman parte ordinaria de nuestro día a día como unos folios, un cepillo de dientes, una bombilla o una docena de huevos».  Precisamente con el objetivo de facilitar el día a día de algunas familias, Sonia ha estado estos cinco años realizando envíos periódicos al país gracias también a la solidaridad de otros tantos burgaleses. 

En total, la burgalesa ha enviado a través de la Asociación Cultural Arlanza 4.688 kilos de ayuda desde 2018. Cajas de alimentos, medicinas, ropa, material escolar, productos básicos de higiene, pañales y material de primeros auxilios, entre otras cosas. 

Colaboradoras preparan las cajas para enviar. ECB

 La consultora afirma que  lo que poco a poco ha ido mejorando es la seguridad. «En 2018 y 2019 apenas se veía gente o coches por la calle, era impensable salir a ciertas horas y ni hablar de hacerlo solo. Cuando nos desplazábamos en coche , el conductor se saltaba los semáforo para no tener que parar y evitar atracos», afirma. Un estado de inseguridad que «poco a poco ha ido aliviándose». Y es que, «en este último año hemos podido ver mucha más vida en las calles». 

Afirma Vicario que este cambio se debe a que «durante la pandemia Maduro ha aprovechado para eliminar a las bandas callejeras, unas bandas callejeras que él mismo armó  y puso uniforme de policía». Cuando «se le ha ido de las manos, con decenas de tiroteos en las autopistas, eliminaron a los cabecillas y el resto de integrantes han emigrado a Colombia, por lo que el país está poniendo pegas a la entrada de venezolanos». 

La burgalesa asegura que «ahora en la capital hay un poco más de calma y una gran presencia policial por todas partes». Sin embargo, lamenta que «la mayor parte de esos policías utilicen su cargo para sacar dinero».  En este sentido, recuerda que «en uno de los viajes que hicimos desde Caracas a Puerto la Cruz tardamos seis horas porque la policía nos paró 18 veces. Excusándose en cuestiones de seguridad nos pidieron dinero todas las paradas». 

La vida diaria

La burgalesa afirma que la «gente corriente, la gente común como tú y como yo, tiene muy complicado comer, sobrevivir y sobre todo vivir en libertad». Durante estos años ha conocido casos extremos como «un enfermo de ELA que no podía comprar su medicación y a quien se la hacemos llegar a través de los envíos» o el de una niña que «andaba seis horas diarias para ir y venir de la escuela sin nada en el estómago por lo que se desmayaba cada día».

Dos mujeres abren las cajas de ayuda en Venezuela. ECB

Vicario señala que «las estimaciones de las ONG que trabajan en el país señalan que el 90% de la población pasa hambre y la desnutrición en niños está a la orden del día porque se les alimenta con agua de arroz y agua con harina de maíz». Tres de cada cuatro niños «tiene desnutrición» y «necesitan vitaminas pero hospitales y farmacias están desabastecidos ». 

La mayor parte de la población «se alimenta de arroz, espaguetis y lentejas porque es lo que se consigue» y es que «no hay nada fresco en el mercado fresco y lo poco que hay es fruta y verdura. Nada de pescado ni de carne y muy pocos huevos» porque  «no hay infraestructuras para congelar. De hecho, la industria alimentaria ha muerto y la importación no existe porque no hay sistema de transportes».

En su estancia en Venezuela, Sonia ha trabajado de la mano de dos asociaciones, una de ellas conformada por varios médicos y que presta atención a 700 familias. «Muchas de esas familias son familias normales que si bien podrían pagar algún medicamento no los encuentran por ninguna parte».

Gran parte de los envíos están conformados por medicamentos. ECB

Y es que «una de las grandes necesidades del país son los medicamentos, los pañales de niños y adultos y los productos de higiene básica», señala la burgalesa, quien recuerda que «gran parte de la población joven ha emigrado, pero hay muchos ancianos». 

Economía dolarizada

Este último año, Sonia ha percibido que «han empezado a abrirse algunas tiendas de alimentos», pero «la economía se ha dolarizado y come quien paga en dólares». La burgalesa explica que en estos últimos meses han aparecido además los llamados bodegones: «Se trata de supermercados de alta gama donde se puede conseguir cualquier cosa del mundo, desde caviar ruso a especia», relata y asegura que «son espacios abiertos con dinero del Estado, que importa producto para venderlo a la población rica de Venezuela».

Y es que la diferencia «entre el pueblo y los ricos se ha acrecentado». De ahí que «ahora estén al alza negocios como el blindaje de coches, los fabricantes de jacuzzis o los concesionarios de Ferrari», explica Vicario quien afirma que «si bien antes los ricos del país eran familias adineradas o grandes empresarios, que se han marchado del país, ahora son personas afines al régimen que están haciendo dinero con la profunda crisis en la que está sumida Venezuela desde hace años. Se trata de un élite que no mira por el pueblo, con un 90% de sus ciudadanos sumidos en la más absoluta pobreza siendo un país con grandes recursos». 

En la capital han proliferado los bodegones, tiendas de lujos para los nuevos ricos. ECB

Lujos que conviven con los cortes periódicos de luz. «Hemos llegado a estar ocho días sin luz», apunta la burgalesa , quien recuerda que cuestiones como «cambiar la pila a un reloj o echar gasolina son misión imposible». Precisamente sobre esta última cuestión, explica que «hay dos tipos de gasolineras, en las que solo se puede pagar con dólar por lo que nadie puede acceder a ellas y otras  subvencionadas en las que nunca hay gasolina».

Nuevo envío

Vicario ya tiene la mente puesta en el que previsiblemente será  su último viaje a Venezuela. «Era un plan de cinco años y en 2023 se cumple ese quinto año». Sin embargo, lo que no cesará será su colaboración directa con entidades del país gracias a los envíos. De hecho, «nuestra intención es realizar un nuevo envío en este mes de enero». Precisamente por eso, Vicario hace un llamamiento a los burgaleses: «Necesitamos productos de higiene básica, pañales de niños y adultos y ropa de verano».

Para colaborar o pedir información se puede escribir al email de la asociación burgalesa: arlanza@arlanza.net