RITOS, MITOS Y LEYENDAS DE BURGOS
Un OVNI y un robot en Fuentecén. Un avistamiento para la historia (y II)
Las pruebas del encuentro entre una familia, un platillo volante y un robot fueron cuestionadas pero nunca desmentidas del todo
Exterior, noche. Un perro ladrando en el interior de una vivienda en la que se aprecian dos rostros en una ventana que no pueden apartar la vista de un robot cuadrado de un metro cuarenta de altura que se aproxima a la valla de la finca. Así habíamos dejado el anterior episodio del más curioso fenómeno OVNI registrado en Burgos, el único, además, en el que se produjo un encuentro en la tercera fase, un contacto con un tripulante de las muchas naves espaciales que fueron avistadas en la provincia de Burgos en los años 70 y 80.
Mientras el robot -que no tenía no cabeza ni brazos, sólo patas- se acercaba, el padre de la familia a la que un platillo se les plantó prácticamente en la puerta de su casa cambió de posición y se apostó «en la ventana del water», según contó él mismo al diario Pueblo, para no perder de vista al singular tripulante. Como vio que no atacaba ni, en realidad, hacia nada de nada más que quedarse quieto junto a la leñera, decidió coger una linterna y un cuchillo y salir a la calle.
El robot, ahora sí, viendo al humano que se aventuraba fuera de su casa volvió sobre sus pasos, se montó en la nave y ambos partieron haciendo un ruido «como de cable de alta tensión». Veinte minutos de encuentro en la tercera fase y vuelta al espacio exterior.
Al día siguiente, el padre de familia llamó al diario Pueblo a contar su peripecia, aconsejado por los parroquianos de su bar que le animaron a dar a conocer el suceso. Pueblo se personó en Fuentecén y trató la noticia con todo rigor e, incluso, tomaron muestras de la zona en la era en la que se había posado la extraña nave de la que descendió el robot y de las pisadas del cacharro junto a la leñera. En ambos casos había marcas, semejantes a las que dejaría una fuente de mucho calor.
El robot, ahora sí, viendo al humano que se aventuraba fuera de su casa volvió sobre sus pasos, se montó en la nave y ambos partieron haciendo un ruido «como de cable de alta tensión»
Las muestras que tomó el diario Pueblo fueron analizadas y se determinó por parte de la Junta de Energía Nuclear que no emanaban radiactividad, aunque reconociendo que sus medios no permitían un análisis en profundidad. Pese a todo, quedó descartado que el platillo, la «supermáquina OVNI» como la denomina el rotativo madrileño, fuera propulsado por energía nuclear. No obstante, no se terminaba de dar explicación a porqué y cómo se habían producido las marcas que tan bien encajaban con el relato del contacto cósmico protagonizado por esta familia de la Ribera.
Las marcas formaban un triángulo equilátero de dos metros de lado, «como si una vez posado el OVNI a poca distancia del suelo salieran del mismo las tres patas para sustentarse en el suelo»
Este suceso cobró notoriedad y, como en otros casos, la inexistencia de indicios o pruebas inexpugnables de que el OVNI fuera real o imaginario derivaron en una pugna dialéctica en intelectual entre partidarios y detractores de la historia que había vivido la familia de Luis Domínguez, vecino de Fuentecén. Pura España del sí o el no.
El diario Pueblo puso las pruebas a disposición de la opinión pública, describió las marcas quemadas en la era, de forma superficial, con algo de ceniza e irregulares, más quemadas en unos puntos que en otros. Lo mismo con las huellas del robot. Dice Pueblo que las marcas formaban un triángulo equilátero de dos metros de lado, «como si una vez posado el OVNI a poca distancia del suelo salieran del mismo las tres patas para sustentarse en el suelo».
El misterio queda sin resolver y se une a la larga lista de avistamientos burgaleses. Eso sí, nunca más se supo del robot.
Lo mismo que hubo partidarios salieron detractores con sus propios estudios. El más dedicado fue Juan Marcos Gascón que acabó por pichar el globo del misterio. Que ni OVNI ni niño muerto, que todo había sido un cuento del señor Domínguez para promocionar su bar y, suponemos, para tener una buena anécdota que contar una y otra vez detrás de la barra.
Pero a esa conclusión se llega con tantas suposiciones como al convencimiento de que sí, que en Fuentecén hubo un encuentro en la tercera fase. Así que, el misterio queda sin resolver y se une a la larga lista de avistamientos burgaleses. Eso sí, nunca más se supo del robot.