El Correo de Burgos

La Unidad Canina de la cárcel de Burgos protagoniza el 60% de las incautaciones de droga

El centro penitenciario inaugura un curso formativo para funcionarios y policías sobre adiestramiento de perros para detectar sustancias estupefacientes y teléfonos móviles / Su implantación genera un «importante efecto disuasorio»

Inauguración del curso en Burgos sobre adiestramiento canino para detectar drogas en las cárceles. ECB

Inauguración del curso en Burgos sobre adiestramiento canino para detectar drogas en las cárceles. ECB

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La creación de la primera Unidad Canina de Instituciones Penitenciarias en la cárcel de Burgos en 2018 ha permitido establecer una red especializada en la detección de drogas en 11 centros repartidos por distintos puntos del país. Desde entonces, los perros adiestrados para esta finalidad han participado, tanto en Burgos como en el resto de prisiones, en aproximadamente el 60% de las incautaciones realizadas. 

Así lo aseguraba el secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, durante la inauguración de un curso formativo sobre adiestramiento canino dirigido a 25 funcionarios de prisiones y 12 agentes de diferentes cuerpos policiales. En total, 520 horas lectivas de aquí a junio de manera semipresencial y con exámenes tanto teóricos como prácticos para evaluar el olfato de los perros y la pericia de los futuros guías. 

Desde que el funcionario Marcial Rubio pusiese en marcha este proyecto pionero en España con ayuda del jefe de la Unidad Canina de la Policía Local, Javier Macho, los perros del penal burgalés sobresalen por su eficacia. Principalmente, tal y como apuntaba Ortiz, gracias a la aplicación de «uno de los sistemas más eficaces» para la detección de sustancia estupefacientes: el marcaje lapa

Aparte de su especialización en localizar cocaína, heroína y hachís por mucho que se intente camuflar su olor, el secretario de Instituciones Penitenciarias ponía también en valor su capacidad de hallar teléfonos móviles, un objeto prohibido para los reclusos y sumamente codiciado dentro de la cárcel. Según Ortiz, el objetivo que se persigue es «velar por la seguridad de las personas privadas de libertad». 

La implantación de este sistema se exportará próximamente a otras 12 cárceles para así «cubrir gran parte del territorio nacional». Lo que está claro, aseguraba Ortiz, es que Burgos seguirá siendo el epicentro de las unidades caninas penitenciarias una vez aprobada en el Consejo de Ministros la construcción de una escuela de ámbito estatal, dentro del propio penal de Burgos, con capacidad de albergar cursos formativos de manera habitual y brindar estancias a los perros.

El proyecto, sin fechas concretas en el horizonte, se desarrollará en función de los «ingresos» que perciba la sociedad pública encargada de su gestión y las «prioridades» de la Administración. 

Al margen de la efectividad a la hora de incautar drogas, la directora de la cárcel burgalesa, Elena Ramos, ha querido destacar el «importante efecto disuasorio» que la Unidad ha generado. Así, se facilita el desarrollo de programas de puertas hacia dentro relacionado con la prevención o tratamiento de toxicomanías. 

Para Macho, lo fundamental de estos equipos es el desarrollo de una «dinámica de trabajo que funcione en cualquier escenario». En el caso de la Policía Local, se utiliza sobre todo para controlar el menudeo en zonas de ocio y entornos escolares, así como refuerzo a la hora de realizar controles de alcohol y drogas al volante. 

El alcalde de Burgos, Daniel de la Rosa, confía en que el curso que ahora arranca resulte «provechoso en el conjunto del país» gracias a la «especialización» que Macho y Rubio impulsaron en su día. Asimismo, ha valorado de forma muy positiva los «buenos resultados» que arrojan los convenios suscritos entre el Ayuntamiento e Instituciones Penitenciarias. 

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