El Correo de Burgos

CRIAR CON CIENCIA, AMOR Y HUMOR

«Es fundamental que las madres dejen a un lado el sentimiento de culpa en su maternidad»

Las expertas Arantxa Arroyo y Cristina López abordan las claves de la etapa de la exterogestación, un periodo fundamental tanto para la madre como para el bebé

Un grupo de madres intercambia experiencias en un grupo de lactancia. ECB

Un grupo de madres intercambia experiencias en un grupo de lactancia. ECB

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Tras abordar la llegada de un hijo a casa en el primer capítulo de esta sección llamada ‘Criar con ciencia, amor y humor’, Arantxa Arroyo, maestra certificada en Disciplina Positiva y guía Montessori, y Cristina López, licenciada en Física, experta en innovación y autora del blog ‘3 con las maletas a cuestas’, hacen en esta segunda entrega un repaso por las claves de la etapa de exterogestación.

La exterogestación o gestación exterior son los nueve meses después del parto, en los que el recién nacido es aún completamente dependiente de su madre y se identifica con la conquista del movimiento. Los conocidos como ‘segundos nueve meses’ son cruciales para completar el proceso iniciado en el embarazado

«Si nos comparamos con otros mamíferos, nuestras crías son las más inmaduras al nacer porque si bien necesitaríamos al menos 9 meses más para desarrollar el cerebro por completo, pasar más tiempo en el interior del útero materno hasta completar el desarrollo haría imposible el nacimiento por el tamaño del bebé», explica Arroyo.

En este sentido, la naturaleza es sabia y ‘provoca’ un ‘parto prematuro’ del bebé de tal forma que el nacimiento se produce con menos riesgos para él y para la madre, pero a costa de necesitar después unos cuidados fundamentales y un fuerte vínculo con sus progenitores y especialmente con su madre. 

De esta forma y aunque con 40 semanas de embarazo el bebé no ha madurado lo suficiente, nace. Así, durante esos 9 meses posteriores al parto «el recién nacido necesita alimento, calor, contacto y ritmo a demanda», señala la maestra. «Lo mismo que dentro de su madre». Y es que la exterogestación es una etapa de gran impacto en el desarrollo físico, emocional y psicológico del niño.

Así, López recuerda que si bien la sociedad tiene muy asumida la necesidad de alimento e higiene de un bebé, «sigue costando entender que el contacto continuo es igual o más importante en estos meses». De hecho, «el cerebro del bebé es un cerebro primitivo que está necesitado de contacto y avisa con el llanto cuando se siente en alerta o amenazado», añade Arroyo. 

No a la culpa

De hecho, será en esta etapa cuando el bebé empiece a experimentar la angustia por separación. «Se empieza a dar cuenta de que es una persona distinta a su madre», apunta la maestra. Y es que ese contacto con mamá genera en el bebé «un espacio de confort».

Precisamente sobre esta cuestión, López recuerda que «de nada sirve que el bebé esté  en contacto con mamá si mamá no está calmada, tranquila y centrada en lo importante, que es ella y su bebé». Explica la experta en innovación que para lograr esta calma es «fundamental que las madres empiecen a dejar a un lado los sentimientos de culpa que aparecen en muchas ocasiones» porque «creen que no están haciendo lo mejor por sus hijos».

Y es que las circunstancias de vida de cada familia «pueden ser muy diversas», añade. Al margen de que los permisos por maternidad «son insuficientes para no tener que separar a un bebé de cuatro meses de su madre», la realidad es «tenemos estas cartas y con ellas hay que jugar».

Así, López apuesta porque las madres lejos de generar culpa, «se centren en la responsabilidad y el cambio». Y pone como ejemplo una situación «muy común»: una madre que tiene que dejar a su bebé en la escuela infantil porque no puede permitirse alargar el permiso o coger una excedencia.  «No debería pensar que no le está dando el cuidado que quiere a su bebé, pero sí pude buscar espacios que tengan en cuenta nuestros criterios de crianza y cuidado». 

Arroyo aporta su experiencia personal. Ella es madre de mellizos. «Es necesario que hagamos un cambio en la forma de maternar», apunta y recuerda que «yo no podía satisfacer las necesidades de mis hijos a la vez, y tuvo que pasar un tiempo para darme cuenta de que cuando lloraban no lo hacían porque tenían un mal cuidado si no por una necesidad que tal vez tarde un poco más en cubrir porque hay otro bebé que está siendo atendido». 

Las visitas

Con los primeros meses de vida del bebé también llegan las visitas. En este punto ambas son claras: «lo ideal es preguntar a la familia antes de acudir al domicilio» y es que «hay parejas que prefieren pasar un tiempo solas aclimatándose a la nueva vida y otras que necesitan las visitas para interactuar con personas de fuera del núcleo familiar».

López anima a las familias a hacer incluso una planificación de las visitas para evitar que haya mucha gente al mismo momento en casa. «Además es algo de lo que se puede encargar la pareja y poner en práctica la corresponsabilidad», añade. 

En estos primeros meses además es fundamental mantener una buena higiene si se va a coger al bebé. «Hay a quien le sale solo lo de lavarse las manos pero a otros no y para evitar situaciones incomodas podemos tener preparado un protocolo para cuando familia y amigos lleguen a casa de visita lo tengan todo dispuesto para la higiene de manos», explica Arroyo. 

A buen seguro que en las visitas uno de los temas de conversación será la experiencia de parto. «Es fundamental validar los sentimientos de la madre y preguntar por su estado», apunta López. Y es que «cuántas veces hemos oído ante una mala experiencia de parto que lo importante es que el bebé está bien».

Y sí, pero «la madre es igual de importante» porque «no debemos olvidar que cuando nace un bebé también nace una madre, una nueva mujer», explica López.  Arroyo va más allá y apunta que «es fundamental validar las emociones tanto positivas como negativas de la madre».

Si esas sensaciones negativas «van más», es «clave que la madre pida ayuda», recuerdan y es que el parto «produce un importante desequilibrio en los neurotransmisores que puede repercutir en su salud mental».

De cara a las visitas ambas hacen además una lista de cinco regalos que las familias agradecerán ante la llegada de un bebé: «Contratar a una personas que ayude a la familia en las tareas del hogar, una sesión para un fisioterapeuta de suelo pélvico, tiempo para la pareja para cuando lo necesiten, tuppers con comida y una sesión con un osteópata infantil».

Por otra parte, algo que la familia debe elegir es el porteo. «Si te da lo mismo tiene más beneficios porque estimula el sistema vestibular y propioceptivo, el olor, etc». Si la decisión es portear, Arroyo aconseja pedir una pequeña asesoría para que alguien que sepa del tema te informe sobre la forma correcta de portear».

Conseguir hitos

Ya con la vista puesta en el bebé, Arroyo recuerda que «no es necesario comprar muchas cosas para estimularles». De hecho lo único que recomienda es «un espacio despejado y adaptado para que el bebé  practique el movimiento libre según se lo vaya pidiendo su cuerpo».

Una alfombra confortable «puede ser un buen espacio para que  ellos vayan consiguiendo hitos como girarse, sentarse o empezar a gatear», apunta y recuerda que «es clave no sentar al niño antes de tiempo».  López añade su toque viajero. «El mejor lugar para que los niños exploren es la propia naturaleza sea la estación que sea porque no hay mal tiempo si no mal equipamiento». 

Así, añade que «no tenemos que tener miedo a que toquen observen o se lleven cosas a la boca porque estamos ante una etapa muy oral». Es una etapa «de mucho descubrimiento y sobre todo de aprendizaje». 

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