El Correo de Burgos

HOSTELERÍA

El Patillas vuelve a la carga para «mantener el espíritu de Amando». Así es su nuevo tabernero

Javier Ibáñez, amante de la guitarra y cocinero con «muchas horas de barra», afronta la inminente reapertura del establecimiento con el objetivo de que «todo el mundo se sienta a gusto, como siempre»

El Patillas abre de nuevo sus puertas el sábado 4 de marzo. ECB

El Patillas abre de nuevo sus puertas el sábado 4 de marzo. ECB

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Se acabó la espera. El Patillas vuelve a abrir sus puertas el sábado 4 de marzo a partir de las 19 horas. Con la misma esencia, ilusión renovada y ganas de innovar en la medida de lo posible. Su nuevo tabernero, Javier Ibáñez, considera un «alto honor» asumir las riendas del bar más emblemático de Burgos. Y si algo tiene claro, por encima de todo, es que va a esmerarse a fondo para «mantener el espíritu de Amando». Candidatos no le faltaban al propietario del local, Valentín Fernández, tras la despedida del anterior inquilino, Rubén de Velasco, el pasado mes de diciembre. La experiencia siempre es un grado, más si cabe en este caso dada la responsabilidad que conlleva un establecimiento con tanta solera como el Patillas, pero Ibáñez está convencido de que pesó mucho en la decisión final su pasión por la guitarra. Además, conoce de sobra el «ambiente» y demostró con creces que su perfil encajaba a la perfección con la filosofía de la mítica taberna. Cocinero con «muchas horas de barra» en restaurantes como La Tesorera y de un tiempo a esta parte al mando de una cafetería universitaria, Ibáñez se define como un «hostelero de toda la vida». Aclara, eso sí, que en realidad lleva 20 años dentro del gremio. Tiempo más que suficiente, qué duda cabe, para encarar un proyecto tan sumamente ilusionante como la gestión del bar más antiguo de la capital burgalesa. Mientras pone el local a punto con un pequeño lavado de cara, el nuevo tabernero del Patillas se siente en cierto modo apabullado por la repercusión que trae consigo la reapertura de este establecimiento. Es lo que tiene ser «tímido» aunque afable, tal y como demuestra atendiendo a este periódico. Aún así, el hecho de saberse en primera línea le «saca los colores». Si algo tiene claro Ibáñez es que se situará en «segundo plano». «Los protagonistas serán la gente que venga», advierte con la cuenta atrás en marcha para una reapertura que, seguro, congregará a un gran número de parroquianos y curiosos en la tarde del sábado. Fiel a la filosofía de los Quintana (Elías, Baldomero y Amando), subirá la persiana para recibir al personal sin artificios, como si de un día como otro cualquiera se tratase y con la firme intención de que «todo el mundo se sienta a gusto, como siempre». Consciente de que se pone tras la barra de «un bar al que siempre se le ha tenido mucho cariño», el nuevo tabernero ofrecerá algún que otro canapé a modo de bienvenida. Después, si las circunstancias normativas lo permiten, le gustaría servir tapas a la clientela. «Algo elaborado», a grandes rasgos, para no desaprovechar sus dotes culinarias. Asimismo, tampoco descarta la idea de ampliar la oferta de bebidas con cócteles. Mientras cuenta las horas que faltan para iniciar esta nueva etapa, Ibáñez recuerda los chismorreos que apuntaban a la despedida definitiva del mítico bar a finales del año pasado. Como a tantos otros, le llegó el rumor que el propio Fernández se encargó rápidamente de desmentir. No en vano, sabía de sobra que eso no sucedería. Aún con todo, por si las moscas, insiste en que «el Patillas no ha corrido peligro de cerrarse en ningún momento»

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