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Atapuerca, asesinato y canibalismo. Los orígenes del mal

Los yacimientos de Atapuerca han desvelado el primer crimen documentado de la historia. Un asesinato en primer grado que ha dado la vuelta al mundo. Se conservan también evidencias de canibalismo

Las piezas canibalizadas más señeras de Atapuerca encontraron en Gran Dolina con entre 900.000 y 800.000 años de antigüedad.

Las piezas canibalizadas más señeras de Atapuerca encontraron en Gran Dolina con entre 900.000 y 800.000 años de antigüedad.

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Hace 1,3 millones de años, nuestros antepasados de la Sierra de Atapuerca se comían los unos a los otros. Elegían las mejores tajadas, se rebañaban los huesos royéndolos con dientes palos y piedras y chupaban, golosos, el tuétano. Un festín antropófago que se ha documentado en la sierra burgalesa en un momento de la prehistoria medio millón de años anterior al resto del mundo fósil. Hasta en eso los homínidos de Atapuerca fueron pioneros.

No se trataba de un aprovechamiento puntual de un cadáver sino que el Homo antecessor, que poblaba la sierra hace más de un millón de años era caníbal por naturaleza. Practicaba el canibalismo de forma cultural y generalizada. Así lo prueban las teorías basadas en los restos hallados en la Sima del Elefante.

Un equipo trabaja en la sima del Elefante.

Un equipo trabaja en la sima del Elefante.

En diferentes momentos de la ocupación de la sierra, las distintas especies de homínidos dejaron restos de canibalismo, gastronómico o ritual. Son frecuentes los restos de individuos de corta edad que fueron devorados por sus semejantes. Tiernos niños consumidos a la luz del fuego en las oscuras cavernas de Atapuerca. Escenas atroces de desmembramientos, dentelladas y sangre corriendo por las ávidas barbillas vienen a la mente, espantadas por la crueldad de aquellos individuos completamente primitivos.

O quizá no tanto. Los investigadores creen que el canibalismo ha sido consustancial a la especie humana y ha persistido a lo largo de la prehistoria y en determinados puntos de la tierra incluso hasta el siglo XIX en ciertas poblaciones maoríes. Se dan casos en el siglo XX, pero éstos ya son anecdóticos. El canibalismo, según los investigadores que trabajan en la sierra burgalesa, es una propiedad del género homo porque aparece en todas las especies europeas durante casi el último millón y medio de años.

La evidencia más antigua de canibalismo se refiere a las piezas de Homo antecessor de 1,3 millones de años, que aparecieron en Sima del Elefante.

La evidencia más antigua de canibalismo se refiere a las piezas de Homo antecessor de 1,3 millones de años, que aparecieron en Sima del Elefante.

Hace miles de años en Atapuerca, se vivían de forma continuada las escenas de cabezas cortadas, cráneos abiertos por la calota y hervidos en un tétrico banquete. Fueron los primeros, pero no los únicos.

También en la serranía de Atapuerca en hombre mudó de cazador y carroñero a feroz asesino.

Un cráneo de un joven de hace 430.000 años hallado en la Sima de los Huesos es la prueba más antigua que existe del homicidio intencionado de un humano a manos de otro. La víctima presenta dos fracturas iguales en la zona frontal, producidas por una misma arma. Una pudo ser por accidente, pero las dos no.

Es la huella del crimen, el germen del mal que fructifica incentivado por la violencia pura que surge del instinto de supervivencia que enciende la sangre y se convierte en maldad. El corazón del hombre, su alma, su cerebro primitivo se sofistica lo suficiente para ser consciente de que pretende hacer daño a otro ser humano a sabiendas y encuentra satisfacción en ello. El disfrute de la muerte.

El dominio sobre la vida que poseían en exclusiva la Madre Tierra, las divinidades o la naturaleza ahora está en manos del hombre, que no encuentra culpa en ello. Solo poder.

Una de las figuras más singulares de la parte exterior del Carex en Atapuerca, el enterramiento. F. ATAPUERCA (S, SANTAMARÍA)

Una de las figuras más singulares de la parte exterior del Carex en Atapuerca, el enterramiento. F. ATAPUERCA (S, SANTAMARÍA)

El cráneo 17, la evidencia del crimen, está compuesto por 52 fragmentos reunidos a lo largo de 20 años de excavación paciente. Corresponde a un individuo que llegó al yacimiento hace 430.000 años y murió al comienzo de su juventud, víctima de dos fuertes golpes que le perforaron el cráneo, como se aprecia en la fotografía superior.

Los investigadores concluyen por tanto que con toda probabilidad ambas perforaciones fueron producidas por otro individuo que lo golpeó dos veces con lo que podríamos llamar ‘el arma del crimen’.

De ser así nos encontraríamos ante el primer caso conocido de muerte de un humano a manos de otro (en línea con el relato bíblico de Caín y Abel), aunque, como es obvio, nunca podrá saberse cómo se calificaría hoy ese homicidio en términos de derecho penal.

Investigadores en Portalón de Cueva Mayor, la entrada a la Sima de los Huesos. / ISRAEL L. MURILLO

Investigadores en Portalón de Cueva Mayor, la entrada a la Sima de los Huesos. / ISRAEL L. MURILLO

Yace con otros 27 individuos de la misma época en la Sima de los Huesos donde se encuentra una inexplicable acumulación de cadáveres que supone una de las mayores incógnitas de la prehistoria mundial en los últimos años. Fue intencionada, por lo que se cree que se trata del primer cementerio o fosa funeraria descubierta hasta hoy.

La pregunta está en si el asesino utilizó la sima para deshacerse del cadáver o fue un crimen aceptado por el clan y normalizado hasta en el enterramiento. ¿Hasta dónde llegaron los crímenes?

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