Así es la relación de Mauricia con sus mellizos. Dos horas de visita a la semana, «tranquilidad y facilidades»

Mauricia Ibáñez lo intentó hasta el final. Después de perder la custodia de sus mellizos tras dar a luz con 64 años, inició una larga travesía por los juzgados para intentar recuperarlos. Llegó incluso hasta el Tribunal Supremo, que en 2021 desestimaba su recurso una vez ratificada la sentencia de la Audiencia Provincial de Burgos. Agotada la vía judicial, Mauricia tuvo que conformarse con ver a los pequeños una vez cada 15 días. Y aunque le pareció «absurdo desde el principio» que le quitasen la custodia tras presentar informes favorables firmados por el psiquiatra José Carlos Fuertes Rocañín, le congratula saber que «con mejor familia no pueden estar». El tiempo ha pasado volando para esta burgalesa que nunca quiso perder el contacto con sus hijos, que ahora tienen seis años. Gracias a su abogada, ha conseguido verles dos horas a la semana y sin supervisión. Los menores residen en Valladolid y hasta allí se desplaza, siempre puntual a su cita, para estar con ellos. En la última visita, aprovechando el buen tiempo, se les llevó a dar un paseo por el Campo Grande. Aunque no lograse su objetivo, Mauricia agradece la «tranquilidad y facilidades» que desde el primer minuto le brindó la familia de acogida. Jamás le han cerrado la puerta y los niños saben perfectamente quién es su madre. Gracias a ello, la relación con ambos es «muy buena» y se le cae la baba al comprobar que son «muy abiertos». A estas alturas de la película, cuando «ya está todo dicho», Mauricia es plenamente consciente de que «no me van a devolver a mis hijos». No obstante, confía en que se pueda ampliar el régimen de visitas para disfrutar de ellos al menos un fin de semana entero. Le encantaría poder «llevarlos a casa» y pasar más tiempo con ellos sin necesidad de desplazarse. «El hecho de que te quiten a los hijos es algo que no puedes entender», subraya esta mujer que saltó a la palestra mediática en cuanto se conoció su caso mientras se pregunta «cómo es posible que tropieces con un muro de hormigón».