Muerte en la arena. El Museo de la Evolución sigue el rastro de los gladiadores de Hispalis
El Museo dedica su espacio a una exposición de seis estelas funerarias de gladiadores que salen por primera vez del Arqueológico de Córdoba / Puede verse hasta otoño
La planta primera del Museo de la Evolución Humana (MEH) exhibe desde hoy seis estelas y lápidas funerarias de gladiadores procedentes del Museo Arqueológico de Córdoba y que se exponen por primera vez fuera de sus instalaciones. La exposición lleva el título de ‘Muerte en la arena. Gladiadores de Córdoba’ y se podrá ver hasta el próximo otoño de forma gratuita.
Estas estelas, de piedra caliza o mármol, contienen inscripciones que cuentan el historial de los fallecidos como gladiadores y proceden de la necrópolis de ‘Colonia patricia Corduba’, una de las áreas funerarias más extensas de la Córdoba romana, situada a lo largo de una de las salidas de la ciudad hacia Hispalis, como remarcó el director científico del MEH, Juan Luis Arsuaga. Aquí, dijo, se ha recuperado cerca del 80 por ciento de las tumbas de gladiadores conocidas en Hispania y es la ciudad romana con más elementos de este tipo después de la propia Roma.
En este sentido, Arsuaga afirmó que «cada una de estas lápidas es una biografía, es una historia en sí misma», al tiempo que invitó a ver esta muestra «en silencio». También recordó que «los romanos y los griegos tenían una idea un tanto difusa de la otra vida» pero que «lo que si tenían muy claro es que estaban vivos mientras uno les recuerde». «Es una forma de supervivencia en las otras personas», dijo. Por eso, relató, «ponían allí sus biografías para que se acordaran de ellos». «Era la forma de mortalidad en la que creían», apostilló.
La presentación de esta muestra, que se realiza en colaboración con el Museo Arqueológico de Córdoba, corrió a cargo de la viceconsejera de Acción Cultural de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de Castilla y León, Mar Sancho, y del director científico del Museo y comisario de la exposición, Juan Luis Arsuaga.
Además, la muestra exhibe reproducciones del equipamiento de estos gladiadores como escudos, cascos, puñales o grebas cedidos por la asociación cultural Emérita Antigua. La exposición, que narra las características del oficio de los gladiadores, expone también varios elementos de ajuares funerarios.
En otro apartado de la exposición se pueden ver vitrinas con ajuares funerarios de los gladiadores, piezas que se solían enterrar junto a los difuntos u otras que proceden de los ritos funerarios, como es el caso de varias lucernas del siglo I d.C. Las lucernas eran pequeños utensilios utilizados masivamente por los romanos para sus actividades rituales. El ritual funerario era más o menos complejo en función del grupo social al que se perteneciera.
Junto a ellas se exponen ungüentarios de cerámica, una urna funeraria de cerámica, una varilla de bronce, un amuleto fálico, un fragmento de una máscara de arcilla, un biberón de cerámica, además de cuentas esféricas, vasos, cuencos y tazas. Todas estas piezas han sido cedidas por el Museo Arqueológico de Córdoba y pertenecen al Alto Imperio (siglo I y II).
El núcleo de la exposición también ha estado comisariada por la directora del Museo Arqueológico de Córdoba, María Dolores Baena. Los educadores del Museo de la Evolución Humana realizarán visitas didácticas gratuitas a la exposición todos los días a partir del próximo martes, 11 de abril, a las 12 y a las 18 horas.
Oficio popularTodos estos elementos ayudarán a entender una profesión de la que tenemos conocimiento sobre todo por fuentes escritas y epitafios. De acuerdo con la legislación romana, este oficio acarreaba el estigma de infamia, pero, al mismo tiempo, fue adorado por la sociedad romana, considerando que los juegos gladiatorios eran un modelo para enseñar virtudes tan apreciadas como el valor, la disciplina o la aceptación de la muerte.
La exposición contextualiza el nacimiento de esta profesión desde su origen, en el siglo IV a.C., cuando se celebraban los combates para honrar la memoria de un fallecido hasta que se convirtiera en el espectáculo público preferido en la época imperial. Los gladiadores eran, en muchos casos, personajes populares y famosos que despertaban pasiones en todas las capas de la población romana. Tal era su importancia, que personajes destacados dedicaban gran cantidad de dinero a financiar estas luchas en la arena, de tal forma que acabaron convirtiéndose en una plataforma de promoción política y en una poderosa arma de control social.
El origen de los gladiadores era muy variado: podían ser esclavos, prisioneros de guerra, criminales condenados ad ludum o incluso hombres libres que elegían la profesión voluntariamente. Normalmente vivían en el ludus, la escuela donde se entrenaban y formaban, dirigido por un lanista que, normalmente, era también propietario. Esos espacios proporcionaban seguridad, soporte social y atención médica; algunos combatientes vivían en estas instituciones con sus propias familias. Combatían en los anfiteatros, edificios exclusivamente romanos que fueron diseñados específicamente para acoger espectáculos violentos.
Los juegos los organizaba el editor, bien con dinero público, bien con su propio capital para promocionarse social y políticamente. Los combates estaban regulados por árbitros (Summa rudis y Secunda rudis) que vestían toga blanca y llevaban una vara para parar el combate cuando lo consideraban necesario, según relató Mar Sancho.