DEPORTE / SOCIEDAD
Militar, nadadora profesional y un sueño por cumplir: brillar en el Mundial de Hungría
La soldado burgalesa Nazaret Guerrero espera la llamada de la Federación Española tras ser preseleccionada / Busca patrocinadores para sufragar los gastos de material, desplazamientos y hospedaje en pruebas clasificatorias
Constancia, disciplina y afán de superación. Tres ingredientes básicos para la receta del éxito. Ni el cansancio acumulado tras una maratoniana jornada ni la tentación de tirar la toalla cuando el esfuerzo parece no dar sus frutos hacen mella en Nazaret Guerrero. Nadadora profesional, especializada en aletas y vitalista por naturaleza, esta joven soldado zapadora del Regimiento de Ingenieros número 1 del Ejército de Tierra sueña con engrandecer aún más si cabe su envidiable palmarés deportivo.
Como civil, campeona de España en 200 metros braza (2013) y 400 bialetas (2017), con récord nacional en dicha categoría. Como militar, alcanzó la gloria el año pasado con una medalla de oro en 2 kilómetros playa y otra de plata en la modalidad por equipos de rescate con tabla en el Campeonato Mundial de Salvamento y Socorrismo celebrado el año pasado en Países Bajos. La lista sigue, esto es sólo un breve resumen.
A sus 27 años, Guerrero todavía no ha tocado techo. «Siento que estoy en mi mejor etapa a nivel deportivo», confiesa con una tímida sonrisa que deja entrever la humildad de quien nunca vende la piel del oso antes de cazarlo. Cada entrenamiento, como si de una final se tratase, le permite seguir batiendo sus propias marcas. Todo un «orgullo», propio y compartido, con una meta meridianamente clara: representar al combinado nacional en el Mundial de Hungría. De momento, ha sido preseleccionada y permanece a la espera de que la Federación Española de Actividades Subacuáticas (Fedas) se pronuncie definitivamente.
«Si llevan dos chicas estoy dentro», detalla la soldado Guerrero, «taquicárdica» como es lógico, mientras aguarda impaciente esa llamada. Lo importante, en cualquier caso, es que ha demostrado con creces que merece formar parte de la selección. Sobre todo tras brillar en Girona, donde «tenía que hacerlo bien» sí o sí. Fiel a su impronta, volvió a ofrecer la mejor versión de sí misma y «se abrió la puerta».
Aparte de Hungría, aquella niña prodigio que sobresalía en el Tizona también aspira a competir en el Campeonato Mundial Militar de Natación en Aguas Abiertas que se celebrará en Santoña (Cantabria) o el de España de Natación con Aletas en Sevilla. Sin embargo, asumir todas estas citas profesionales conlleva un importante desembolso económico.
Los entrenamientos, el material, los desplazamientos y dietas en los viajes para pruebas clasificatorias... Todo suma y por eso necesita patrocinadores, «alguien que confíe en mí como deportista y que sepa que le voy a representar bien». De momento, tres empresas locales (Marta González, Zuly y Patricia Abogados) han depositado su confianza en esta campeona burgalesa con hambre de medallas.
«Deportividad y nobleza»
Guerrero rememora sus inicios con el mayor de los cariños. Tenía 8 años cuando su madre le apuntó a natación junto a su hermana, que padecía meningitis. No tardó en despuntar, aunque por aquel entonces le gustaba más el atletismo. El caso es que empezó a competir y siendo junior llamó la atención de un ojeador que vio su «potencial», de ahí su precoz acceso al nivel absoluto con entrenamientos de 6 a 8 de la mañana y de 4 a 6 de la tarde. Harto complicado compaginar los estudios con tanta dedicación, pero el que la sigue la consigue.
«Había días de nerviosismo, que no de estrés, porque no dejaba de ser una niña». Aún con todo, ya había decidido lanzarse a la piscina con todas las de la ley. Años después, el Ejército se convertiría en la mejor opción profesional por múltiples motivos. Quizá el más importante fuese la «facilidad» que se le brindaba para compaginar su vida laboral con el deporte.
De 8 a 15 horas, la soldado Guerrero trabaja en la base militar de Castrillo del Val. Por la tarde, acude al Centro Especializado de Alto Rendimiento Río Esgueva de Valladolid. Una auténtica paliza, sumando los viajes de ida y vuelta, que afronta con sumo gusto a pesar de los «altibajos» que entraña un deporte tan sacrificado. Pero ella, con la sonrisa intacta, remarca que «hay que tener constancia, seguir y ya está».
Más allá de los éxitos deportivos habidos y por haber, la nadadora agradece el respaldo de su familia desde el principio. También celebra la «deportividad» y la «nobleza» que impera dentro y fuera del agua. Quien pierde da la enhorabuena a quien gana. La rivalidad se queda en la piscina y la amistad prevalece. Eso sí, «el objetivo prioritario es demostrarnos día a día que podemos ser mejores». Con o sin aletas, queda claro que Guerrero seguirá propulsando su carrera tanto a nivel civil como militar para subir nuevos podios.