El Correo de Burgos

Mariángeles era profesora de Lengua. Ahora esta venezolana con raíces en Villahoz hace bailar a Burgos al ritmo de zumba

Llegó a la capital hace ocho años y aquí encontró su pasión y su forma de vida: el zumba / De padre burgalés y licenciada en Lengua y Literatura explica que una oportunidad laboral la llevó a dedicarse al baile «en cuerpo y alma»  / En pandemia ofreció clases gratuitas a través de las redes y en Burgos ha encontrado «tranquilidad y grandes amigos»

Mariángeles es la creadora de Zumba Burgos. SANTI OTERO

Mariángeles es la creadora de Zumba Burgos. SANTI OTERO

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Mariángeles Pérez llegó a Burgos hace ocho años,

pero esta tierra no era desconocida para esta venezolana de carácter cálido y risa contagiosa.

«Mi padre y mi familia paterna provienen de Villahoz

», explica. A los veinte años, su padre dejó el pequeño pueblo burgalés para buscar un futuro en Venezuela. «Allí conoció  a mi madre, se casaron y nos tuvieron a mis hermanos y a mí», explica.

Mariángeles creció y se formó en Venezuela. Allí ejerció durante años de profesora de Lengua y Literatura pero hace ocho años y «debido a la situación que vive el país» decidió venir a España. En concreto a la tierra en la que nacieron sus antepasados.

«Aunque me he criado y vivido en Venezuela la mayor parte de mi vida, todos los veranos venía a Burgos a visitar a la familia y aquí  encontré una paz y una tranquilidad que no había en mi país», señala. Y así, cogió a sus dos perritas, Samba y Princesa, y una maleta de veintiún kilos y puso rumbo a Burgos.

Instante de una de las clases. SANTI OTERO

Instante de una de las clases. SANTI OTERO

Intentando homologar su título, una amiga la contactó para decirle que «en un gimnasio había una vacante para dar clases de zumba». Mariángeles nunca había ejercido de profesora de zumba y el único contacto que tenía con este tipo de disciplina eran «las clases de bailoterapia a las que acudía en mi país».

Pasado el miedo inicial de lanzarse a una aventura nueva, la venezolana se animó a hacer la entrevista y para su sorpresa fue contratada. «Ahí empezó mi historia con el zumba», explica y recuerda que «mientras ejercía como monitora llegó la homologación de mi título».

Sin embargo, nunca volvió a ejercer como docente. «Casi tenía que volver a sacarme la carrera porque la Lengua y Literatura que se imparte aquí poco o nada tiene que ver con la que estudié en Venezuela». Aquello no desanimó a Mariángeles y es que «ya había encontrado una nueva labor profesional», que además «me hacía y me hace inmensamente feliz». Poco después se formaba en Madrid y conseguía el título de instructora de zumba y creaba Zumba Burgos.

Tampoco una hipoacusia súbita quebró la alegría de esta burgalesa de raíces y adopción. Mariángeles solo oye un 20% por uno de sus oídos. «Un día sin saber cómo amanecí con esta lesión que padecen cinco o seis personas de cada cinco mil», explica. Si bien durante los primeros días tuvo «miedo» a «quedarme sorda o a no poder trabajar de monitora de zumba» después llegaría la calma. «Ahora cuido más mis oídos con protectores auditivos y evitando espacios cerrados con mucho ruido pero no he dejado de hacer nada de lo que hacía».

Instante de una de las clases. SANTI OTERO

Instante de una de las clases. SANTI OTERO

Con la pandemia

Si algo supuso un parón, al menos temporal, en la vida de Mariángeles ( y en la de todos) fue la pandemia. «Como muchos otros profesionales tuve que parar de trabajar porque se cerraron los centros deportivos», recuerda. «Al no poder reunirnos en espacios físicos pensé que podía seguir ofreciendo mis clases de zumba de forma telemática». Y dicho y hecho, primero en pequeñas reuniones de zoom y luego con directos y vídeos grabados en Youtube, Mariángeles llevó la alegría y el ritmo a los hogares de decenas de burgaleses y «personas de diferentes partes del mundo».

Lo hizo ‘por amor al arte’. De forma gratuita y con el objetivo de que «mis alumnos siguieran disfrutando de sus clases de zumba». Pero gracias a las redes sociales, mucha más gente llegó  a la clases de Mariángeles. «Mi amiga Sara me ayudaba a preparar las clases y hacíamos pruebas en la madrugada porque si las hacíamos en horas ‘normales’ la gente se unía a los directos pensando que eran clases», explica entre risas.

Instante de una de las clases. SANTI OTERO

Instante de una de las clases. SANTI OTERO

Con el fin del confinamiento, la instructora recuperó  poco a poco las clases al aire libre en el polideportivo de María Mediadora, en el centro María Madre o junto al río Vena. Después se fue retomando la actividad en espacios cerrados y con ella reabrieron los centros deportivos pero Mariángeles ha mantenido sus clases en espacios abiertos así como las clases online en su web zumbaburgos.com. Ahora compagina su empresa con las clases que imparte en F&S Social Dance.

Los beneficios

La instructora solo tienen buenas palabras para el zumba. «Es una disciplina que aporta beneficios a todos los niveles: físico, mental y emocional» y es «un programa de acondicionamiento físico divertido y compartido en compañía».   

En el zumba «no hay competitividad» solo «ganas de moverse, disfrutar de la música y pasárselo bien, celebrando el bienestar común», asegura Mariángeles, quien pone en valor que «entre mis alumnas se ha creado un vínculo que va más allá del zumba. Han nacido muy buenas amistades».

Una de esas alumnas es Sara. «Conocer la actividad fue para mí como para muchas todo un descubrimiento. Hemos encontrado una forma de mantenernos en forma de una manera muy divertida y sin darnos cuenta de que hacemos ejercicio y con un grupo de personas con el mismo interés».

Mariángeles junto a algunas de sus alumnas. SANTI OTERO

Mariángeles junto a algunas de sus alumnas. SANTI OTERO

Mariángeles pone en valor además que el zumba es una actividad para todas la edades:«En clase he llegado a tener cuatro generaciones distintas y eso es un lujo», apunta. «No hace falta ser un experto bailarín, solo poner ganas», añade y recuerda que «el zumba se adapta a la condición física de cada persona y evoluciona con ella».

Para facilitar que todo el que quiera pueda practicar zumba, la venezolana es flexible en los horarios para quienes trabajan a turnos y favorece la conciliación y es que a sus clases acuden «mamás con sus bebés cuando no han podido dejarles al cuidado de alguien. Se trata de poner facilidades para el autocuidado».

Un autocuidado que a través del zumba permite a las personas  «ganar flexibilidad, fortalecer los músculos y especialmente el corazón, reducir el estrés y segregar endorfinas y mejorar la memoria y la coordinación, entre otras cosas». Con el zumba «te conectas contigo y con tu cuerpo y la energía que se genera en el grupo es inmensa».

¡A bailar se ha dicho!

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