Un día con el ‘guardián’ de la Catedral. ¿En qué consisten los secretos de su trabajo?
Álvaro Miguel Preciado desvela los retos del mantenimiento del edificio Patrimonio Mundial, una labor tan callada como indispensable
La Catedral de Burgos deslumbra por dentro y por fuera. Hasta aquí una gran obviedad. Para que eso ocurra este monumento Patrimonio Mundial necesita de grandes proyectos de restauración, pero también de un mantenimiento más cotidiano.
Hoy este periódico se va a fijar en estas segundas tareas desconocidas para el público en general y, para ello, acompañamos unas horas al encargado de mantenimiento de la Seo y al aparejador de la Diócesis, Álvaro Miguel Preciado y Miguel Ángel Ortega, respectivamente, en una jornada de trabajo que nos descubre espacios escondidos a los ojos de los curiosos.
«Este es un edificio vivo que requiere estar atento los 365 días del año», explica el supervisor de la conservación. Álvaro y Miguel Ángel son dos de las personas que más secretos conocen de este edificio, pero realizan una labor tan callada como indispensable. Hemos quedado a la puerta del Sarmental en una jornada que no sabemos muy bien lo que nos deparará, sin embargo la primera sorpresa llega pronto.
Álvaro Miguel Preciado nos desvela que acaban de comenzar las tareas de montaje de la nueva iluminación exterior de la Catedral. El VIII Centenario terminó y se pone en marcha un nuevo proyecto, aprobado por el Ayuntamiento de Burgos hace varios meses, y que representa una inversión de algo más de 800.000 euros. Será un gran cambio con respecto a lo que burgaleses y turistas han conocido en relación con la iluminación monumental.
Comienzan a llegar los trabajadores y el material de la empresa Varona Energía, que va a basar el proyecto en la tecnología led. El encargado de mantenimiento tiene que supervisar las tareas de montaje y también ha colaborado con el proyecto. «Necesitaban saber por dónde realizar las tiradas de las líneas y por mis conocimientos sobre el edificio les puedo guiar para que sepan por donde pasar los cables. Evidentemente, todo lleva también la supervisión de la dirección técnica», explica.
«Este es un edificio vivo que requiere estar atento los 365 días del año», explica el supervisor de la conservación.
Mientras estos trabajadores van desembarcando en el inmueble, seguimos la ruta con Álvaro y ya se incorpora Miguel Ángel Ortega. Una pequeña puerta junto a la Escalera Dorada se abre gracias al manojo de llaves que custodia el encargado y nos invita a subir por una escalera de caracol que nos llevará hasta las cubiertas.
El aparejador aprovecha una pequeña parada para explicar que el Cabildo destina una partida de 225.000 euros anuales al mantenimiento cotidiano del edificio. Y las tareas más importantes tienen que ver con la conservación de la piedra para evitar la proliferación de vegetación y arreglar algunas roturas que se producen por las inclemencias meteorológica o por el paso de los años.
La conservación de las cubiertas, el mantenimiento de las vidrieras y la lucha contra la palomina son otras de las cuestiones en las que se va el dinero, a parte de otras actuaciones de menor escala como puede ser el cambio de las luminarias de las grandes lámparas que pueblan las capillas de la Catedral. Este trabajo tampoco resulta sencillo si se fijan cuando visiten la Seo en el tamaño y en la altura a la que se encuentran las mencionadas lámparas.
Como comenta Álvaro Miguel hay algunas que tienen un mecanismo por encima de las bóvedas que permiten bajar la lámpara, pero para otras hacen falta escaleras e incluso colocar algún pequeño andamio para acceder a la bombilla.
Volvemos a coincidir con los operarios de Varona, los de la iluminación exterior, y Ortega relata que se van a colocar del orden de 300 focos por las cubiertas que van a iluminar partes que ahora estaban en penumbra. Además, desde fuera de la Seo se colocarán postes de iluminación que proyectarán la luz hacia el edificio. «Los colores que han acompañado estos años del VIII Centenario a la Seo, con motivo de las celebraciones, se sustituyen por un proyecto que va a ser permanente», concreta el aparejador.
En las cubiertas
Llegamos a las cubiertas. Álvaro regresa a nuestro lado y comenta el daño que causan las palomas en el exterior de la monumento. «Lo ponen todo perdido», manifiesta. Cada cierto tiempo hay que ir limpiando los excrementos porque perjudica mucho la piedra, también los pesebrones y todos los desagües de la cubierta. «Esto es constante cada cierto tiempo porque las visitas visuales son casi diarias y ya vamos viendo cuando hay que intervenir», comenta el encargado, que explica que en invierno es cuando más palomas se refugian en el vetusto edificio burgalés.
Pero es que hasta el confeti que se lanza en las bodas, que se celebran en las cercanías, acaba muchas veces en las cubiertas y es otra cosa que hay que limpiar.
Las cubiertas de la Catedral están totalmente renovadas, las últimas han sido las del Archivo y las que se corresponden con la capilla de Santa Catalina y el museo Catedralicio, por lo que ya no será necesario intervenir por muchos años, más allá de alguna teja rota.
Casi 30 años de oficio
Álvaro Miguel Preciado lleva desde 1995, casi 30 años, vinculado a la Catedral, primero trabajó en la empresa de restauración CPA que se encargaba de estas labores en el edificio, pero cuando quebró en 2013 le contrató el Cabildo. «Yo era el encargado de la restauración y aquí me he quedado ahora supervisando y cuando hace falta alguna actuación concreta se buscan las empresas adecuadas para cada labor», comenta.
El encargado lleva uno de esos relojes que cuentan los pasos que se realizan al cabo del día. Y nos descubre que en su jornada laboral, que comienza abriendo el templo a las 8.00 de la mañana, completa «entre 12 y 14 kilómetros a diario» en su recorrido de supervisión por los espacios del inmueble.
La contaminación puede ser uno de los principales enemigos del edificio. Todavía se recuerdan esas imágenes de la Catedral como un edificio gris y aquí en las alturas se han dejado como testigos varios elementos de piedra sin limpiar que nos muestran Ortega y Miguel. «Aquí podemos ver el problema de la sulfatación (nos señala una de las figuras) y lo hemos dejado así para que sirva de referencia para conocer la evolución», explican los técnicos.
La siguiente parada en esta jornada siguiendo las tareas de mantenimiento es sobre las bóvedas de la cabecera del Altar Mayor. Álvaro toma varias fotografías porque hay que ver el mecanismo para cambiar una lámpara de sitio y hay que replicarlo para otra capilla.
El aparejador, por su parte, señala que en estos últimos años se van sustituyendo los anclajes de hierro que sostiene la piedra de los pináculos y de los balaustres por acero inoxidable porque este material no aumenta de tamaño con las heladas y se evitan las roturas de la piedra.
San Lorenzo, 1994
La caída de la estatua de San Lorenzo, en el año 1994, supuso un antes y un después en la conservación de la Seo. Lo recuerda bien el encargado de mantenimiento que destaca que en 1997 ya se contaba con el Plan Director de Restauración de la Catedral. Un documento que ha sido la guía en la que se ha apoyado la rehabilitación del Patrimonio Mundial. «Lo hemos completado al 90% y creo que seremos una de las pocas catedrales que lo ha conseguido», relata Miguel Preciado.
«Hemos completado al 90% el Plan Director de Restauración de la Catedral y creo que seremos una de las pocas catedrales que lo ha conseguido»,
Otra de los altos en esta jornada es en la estructura metálica que sostiene el campanario. Las vistas son impresionantes. Detrás de esa construcción también hay una historia. Los dos técnicos cuentan que originalmente era madera hasta que se cambió alrededor de 1912 con Vicente Lampérez, como restaurador del edificio.
«Esto es de la época de la Torre Eiffel, en París, y destaca porque mantiene todavía los roblones que sostenían este tipo de estructuras antes de que existiesen los tornillos», detalla. Cada diez años aproximadamente hay que volver a pintarla para eliminar el óxido que puede dañarla.
Antes de despedirnos, los ‘guardianes’ de la Seo nos invitan a visitar el Cimborrio y su bóveda calada, uno de los elementos característicos del monumento burgalés. En lo alto del edificio está uno de los lugares de mayor belleza y originalidad del Renacimiento español.
Este elemento se restauró ya en los años 2000 y Álvaro Miguel Preciado recuerda la importante labor que se realizó para rehabilitar las vidrieras en todo este espacio. «Cuando subo aquí se me va la vista al polvo que se va acumulando con el paso del tiempo», afirma. Sin duda es por ‘deformación profesional’ porque quien visita este espacio por primera vez solo puede rendirse a su majestuosidad.