La nueva gesta de un deportista único: 80 kilómetros hasta Burgos para concienciar sobre la ELA
Santos Llamosas llega a la sede de Elacyl tras ponerse en marcha desde Villalaín a la 1 de la madrugada / «El protagonista no soy yo, sino todos los enfermos que luchan día a día»
Lo de Santos Llamosas no es normal. Hace unos años, cuando trabajaba en la central nuclear de Santa María de Garoña, fue corriendo (literalmente) hasta Madrid para defender la ampliación de la prórroga solicitada por Nuclenor. Ya en pandemia, se marcó una maratón de 24 horas seguidas sin salir de casa y, meses después, conquistaría el alto de la sierra de la Tesla siete veces seguidas en 13 horas. Su última gesta, tan llamativa como altruista, solo puede calificarse de extraordinaria: una carrera desde Villalaín a Burgos con el objetivo de visibilizar la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
Deportista por naturaleza, este vecino de Las Merindades es capaz de recorrer tramos interminables entre pueblos. Como quien no quiere la cosa, le encanta permanecer horas y horas en movimiento. Consciente además del sufrimiento que provocan enfermedades tan devastadoras como la ELA, no se lo pensó dos veces a la hora de aportar su granito de arena a través de esta iniciativa.
«Yo siempre he sido un hombre solidario. Me afecta mucho el dolor de los enfermos, sea cual sea la enfermedad que padecen», comentaba Santos, nervioso, en la víspera de su nuevo reto. Salió de casa poco antes de la 1 de la madrugada, fijándose un ritmo de seis kilómetros por hora. A pesar de las dificultades del camino, empezando por el puerto de la Mazorra, nada le iba a parar.
Llamosas tenía previsto ponerse en marcha a las 6 de la mañana. Por eso se acostó a las 23:25 horas tras cenar «fuerte», como siempre, porque suele ser su única comida del día. Sin embargo, le costaba coger el sueño y se desveló. Sólo podía pensar en su objetivo, se puso «nervioso» recién estrenada la madrugada se levantó de la cama. «Aunque parezco tranquilo, la procesión va por dentro», confesaría después de alcanzar la meta poniendo de relieve que su decisión fue de lo más acertada al haber menos circulación de vehículos. Más que nada, porque «hay tramos donde no hay arcén y tiene su peligro».
El deportista no estaba solo en esta nueva aventura. Nada más enterarse de lo que pretendía hacer, su buen amigo Manuel Pérez Palacios decidió acompañarle en coche. Su misión: realizar un seguimiento del recorrido, inmortalizarlo en imágenes y traerle de vuelta a casa tras su llegada a la sede de Elacyl.
A la hora de elegir su vestimenta, Llamosas se vistió de largo por aquello del frío enfundándose la camiseta de un amigo, enfermo de ELA, que «jugó en el Barcelona B con Guardiola». Por él y por el resto de pacientes merece la pena realizar tamaño esfuerzo. Y para ir sobre seguro por la carretera, se hizo visible con un chaleco reflectante, un frontal y una linterna que le permitía indicar su presencia a los camiones y vehículos que «al verme se retiraban al otro carril».
«Esto es todo un reto para mí», comentaba Santos antes de iniciar el trayecto mostrándose fiel a su filosofía, donde la empatía y la humildad ocupan un amplio espacio. «Lo tengo muy claro. El protagonista no soy yo, sino todos los enfermos que luchan día a día». Además, al ser un acto novedoso, no sabía «qué esperar» a su llegada a la sede de Elacyl al mediodía.
Odisea en la ciudad
Manuel se incorporó en Peñahorada y otro amigo hizo lo propio en Sotopalacios. Ya en el barrio de Villatoro, a las puertas de la capital burgalesa, lucía una camiseta sobre la lucha contra la ELA con la que visibilizar el motivo de su maratoniana iniciativa. Hasta aquí todo bien, sin contratiempos. No obstante, acabó perdiendo a sus compañeros en plena ciudad y le tocó ir preguntando. Su móvil le tenían ellos y se encontraba completamente incomunicado.
maraCaprichos del destino, acabó entrando en una tienda de informática para pedir indicaciones y el empleado le reconoció al instante. Resulta que le tenía 'fichado' de verle por Villarcayo, dado que Villalaín está justo al lado. Por fin estaba cerca de la sede y, aunque tardase más de lo previsto, la anécdota es cuanto menos curiosa. Así las cosas, completó su recorrido en algo menos de 12 horas.
Una vez en el edificio de Elacyl, el recibimiento fue «estupendísimo». No sólo le regalaron una camiseta y una visera, sino que además le querían invitar a comer junto a sus amigos. Pero lo único que pidió fue agua porque se hizo el recorrido «sin comer ni beber». Sabe que no es lo «más conveniente y recomendable», pero «quería saber dónde está mi límite».
«Un sentimiento muy profundo»
Llamosas tiene un grado de discapacidad física del 58% y le afecta el trato que reciben quienes se encuentran en esta misma situación. «La gente como nosotros, con discapacidades, siempre estamos al margen. Caemos en el olvido de líderes y gobernantes, que siempre se fijan en otras cosas», exponía indignado. He aquí uno de los motivos que le impulsó a movilizarse, le sale del corazón. «Quiero hacer esto porque es algo que llevo muy adentro. Un sentimiento muy profundo que nace dentro de mí».
Lo que está claro es que Llamosas no quiere olvidar ninguna enfermedad, lucha por todas ellas. Entre la lista de actos que ha llevado a cabo, éste sea quizás uno de los más importantes. «Este gesto está dedicado especialmente a la ELA, pero lucho por el párkinson, la demencia senil, el covid-19…», reconocía con la mano en el pecho.
80 kilómetros no son una locura para Santos pese a ser consciente de los riesgos que puede correr su cadera, de la cual fue operado en 2012. Con «un fémur artificial y un cartílago reconstruido», no hay obstáculos en su constante carrera de fondo pese a los riesgos que corre. Por suerte, la cadera no le dio problemas gracias, en gran medida, a la sesión previa con el masajista Rubén Rodríguez, de Villarcayo, que le dejó como nuevo.
De lo que no cabe duda es de que este deportista oriundo de Santander es una persona experimentada, dedicada a su pasión y muy concienciado con las causas que merece la pena defender. Por eso salió victorioso, una vez más, de una nueva batalla simbólica para reivindicar las necesidades de los afectados por la ELA.