El Correo de Burgos

Amelia Porras. Peluquería Nayan

«He cambiado horarios y ajustado agendas, no puedes estar abierto y la peluquería vacía»

Amelia Porras es la portavoz de la Plataforma de autónomos del sector de la imagen Cree en nosotros 

Amelia Porras coordina la concentración que hoy se celebra en la Plaza Mayor a las 10 de la mañana.

Amelia Porras coordina la concentración que hoy se celebra en la Plaza Mayor a las 10 de la mañana.Santiago Otero Ramiro

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Empezó con el cepillo y el secador embarazada de ocho meses. Hace ya 23 años. Las cosas han cambiado mucho, para peor. La indignación por un sector «abandonado por todos» le ha llevado a acercar a Burgos la movilización nacional del grupo ‘Creer en nosotros’ del sector de imagen personal. «Llevo trabajando desde los 16 años en peluquería, hace 23 años daba gusto, tenía hasta tres personas trabajando, pero en estos últimos diez años vamos de capa caída total», lamenta.

El cambio de hábitos entre los clientes, que espacian más sus visitas desde que en pandemia aprendieron a arreglarse el pelo, le ha hecho replantear los tiempos que su peluquería Naya, en la Plaza Pedro Maldonado, está abierta. «Antes echabas muchas horas, más gente, ahora te adaptas. He cambiado el horario, he ajustado agenda y sólo trabajo con cita, si por la tarde no sale nada, no abro, no puedes estar abierto y con la peluquería vacía. Es algo que con los costes energéticos y demás no te puedes permitir», explica.

"Hace 23 años daba gusto, tenía hasta tres personas trabajando, pero en estos últimos diez años vamos de capa caída total"

El viernes, cuando tiene lugar la entrevista, tenía su última clienta a las 15.30. «Antes un viernes echabas de 8.30 a 20 horas y nunca te ibas antes de las ocho de la tarde y todos a pleno rendimiento». Eso se traduce, también, en la reducción de personal. Llegó a tener tres personas y una peluquera en prácticas, hoy mantiene una media jornada de apoyo. Y las cuentas no salen.

«Hay muchos meses que no cobramos. Empiezas a restar el local, impuestos obligatorios, empleados, gastos de luz, agua… al final no te queda para cobrar tu y a veces tienes que hacer traspasos de tu cuenta personal». Una situación común en el sector. «Estamos cansados, hartos, asfixiados… en mi caso al final te mantienes por vocación, porque te gusta tu trabajo, pero también por las clientas de toda la vida, estar con ellas, hablar ese ratito que vienen, aunque se haya espaciado en el tiempo, porque hay un cariño mutuo», añade.

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