El coche fantástico de un instituto de Burgos que llama la atención desde lejos
Bajo la batuta de Ismael Alí de Unzaga, los alumnos del Taller de Artes (3º de la ESO) del Diego Marín Aguilera y varios estudiantes alemanes de intercambio han reconvertido un viejo Renault en pieza de museo
Hace tiempo que no corre, pero deja volar la imaginación que da gusto. Nadie hubiese dado un duro por él hace unos meses y ahora es una pieza de museo. La primera, al aire libre, en el instituto Diego Marín Aguilera de Burgos. Un viejo Renault condenado al desguace disfrutando de una segunda vida tras un creativo indulto. Y llamando la atención de cualquier transeúnte en plena carretera de Poza. Si la puerta del centro está abierta, poca gente se resiste a entrar e inmortalizar tan curiosa y llamativa obra de arte.
Detrás del proyecto, un artífice y más de una decena de cómplices. Ismael Alí de Unzaga, profesor del Taller de Artes en 3º de la ESO -entre otros muchos menesteres- se plantó un día en clase y dijo lo siguiente: «Vamos a pintar un coche». Con los chavales del Grado de Automoción a tiro de piedra, más fácil imposible. Y con el beneplácito de la directora, Leticia Alonso, encantada de que los alumnos de Formación Profesional y los de Secundaria se echen un cable siempre que haga falta. Liada la manta a la cabeza, el maestro y sus pupilos se pusieron manos a la obra, durante el tercer trimestre, por turnos y «a expensas del tiempo como los agricultores».
Dio la casualidad de que por aquellas fechas había unos estudiantes alemanes de intercambio. Apenas dominaban el castellano, pero «se integraron enseguida porque el arte es un lenguaje universal». En este caso, Alí de Unzaga tomó como referencia la estética neoyorkina de los años 70 y 80. Principalmente de Keith Haring, grafitero y activista único en su especie, y de Jean-Michel Basquiat, más conocido como SAMO y referente indiscutible de la cultura afroamericana en Estados Unidos. Dos tipos de la calle, hechos a sí mismos, que «tuvieron un golpe de suerte cuando les pilló Andy Warhol y les elevó a la categoría de súper artistas».
No hubo consenso a la hora de elegir el color y el profesor se decantó por el rosa. La decisión derivó en alguna que otra queja, pero «al final les ha gustado mucho». A la hora de entrar en faena, total libertad siguiendo los estándares marcados. «Muchos miraban el móvil y les decía: ¿no tenéis imaginación?», rememora Alí de Unzaga a sabiendas de que, en pleno 2023, «no podemos luchar contra los elementos». En cualquier caso, los chavales se implicaron desde el principio. A base de imaginación, sí, pero también recurriendo a innumerables iconos de la cultura pop. Desde Homer Simpson hasta los tripulantes del archiconocido videojuego Among Us.
«Vivimos en la cultura de la imagen. Nos hacemos fotos con todo. ¿Por qué no con esto? Estéticamente es muy atractivo y contiene mucha información, alguna subliminal. Hay hasta fórmulas de matemáticas», detalla el ideólogo de un proyecto con visos de continuidad. Como las obras de Wolf Vostell en Los Barruecos (Cáceres), Alí de Unzaga ve perfectamente factible impulsar un museo al aire libre, aunque sea a menor escala, en el jardín del Diego Marín Aguilera. «De momento, el coche se quedará aquí lo que diga la jefa», comenta entre risas. A su lado, la directora parece dar el visto bueno.
Más allá del plano artístico, este instituto burgalés sigue apostando por la transversalidad para que los chavales de los grados formativos colaboren con los de Secundaria y Bachillerato en la medida de lo posible. «Intentamos integrarlo todo de manera conjunta incluso con el entorno», remarca Alonso, orgullosa a más no poder, después de los «resultados espectaculares» de los alumnos de 2º de BACH en la EBAU, quienes obtuvieron «la mejor nota de Burgos».