El Correo de Burgos

Dos burgaleses, nominados a los Premios al Mejor Docente de España Educa Abanca

Son Cristina Juárez , creadora del Centro de Innovación Educativa Sonríeducando, y Fernando Álvaro, maestro del Colegio Apóstol San Pablo. Ambos coinciden en que «la vocación es la base de la docencia» y que prestar atención a la parte emocional de los niños «es fundamental y lo primero que trabajar»

Cristina Juárez y Fernando Álvaro son los docentes burgaleses nominados.

Cristina Juárez y Fernando Álvaro son los docentes burgaleses nominados.TOMÁS ALONSO

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Los Premios Educa Abanca al Mejor Docente de España, que reconocen a los mejores profesores del año en diferentes categorías desde la Educación Infantil hasta la Universidad, cuentan en su lista de nominados de 2023 con dos profesionales burgaleses.

Los premios se nutren de las propuestas que realizan alumnos y familiares de todos los rincones de España y este año se han presentado más de mil propuestas, entre las que se han seleccionado a los primeros finalistas. Será el 15 de noviembre cuando se conozcan los nombres de los 10 finalistas de cada categoría y el 24 de febrero se celebrará la gala anual de los premios.

Fernando Álvaro Carrera es maestro de Primaria en el Colegio Apóstol San Pablo de la capital burgalesa. Asegura que no toma esta nominación «como un reconocimiento personal, sino para todo el centro», apunta feliz. El Apóstol San Pablo es la única Comunidad de Aprendizaje de la provincia. Se trata de un proyecto de transformación social y cultural que «se centra en un aprendizaje basado en la participación educativa de toda la comunidad (familias, asociaciones, docentes, etc) en todos los espacios del centro».

Fernando frente al colegio Apóstol San Pablo.

Fernando frente al colegio Apóstol San Pablo.©Tomas Alonso

Fernando estudió Magisterio de Educación Especial en la Universidad de Burgos y Pedagogía en la Universidad Pontificia de Salamanca. Durante diez años trabajó en el colegio Inmaculada Concepción de Isla (Cantabria) hasta que surgió la oportunidad de trabajar en el Apóstol San Pablo y volver a casa.

En el centro burgalés lleva seis años. Los inicios fueron «muy especiales» por su carácter de Comunidad de Aprendizaje. «Me sorprendía ver que toda la comunidad participa en la educación de los niños, pero esta forma de enseñar siempre ha encajado en mi forma de ver y de ejercer la docencia».

El colegio Apóstol San Pablo es además un centro marcado por la multiculturalidad. «Tenemos alumnos de muchas nacionalidades», explica el profesor. Una circunstancia que «enriquece la docencia pero que también supone un reto» porque «algunos alumnos llegan con un desfase curricular por el sistema educativo de su país de origen». En cualquier caso, Fernando considera que es «una motivación a mayores»

Asegura entre risas que él no trabaja porque «me dedico a lo que amo y es mi vocación». Una vocación que considera «imprescindible para ejercer una profesión que requiere muchas horas de trabajo fuera del centro». Fernando arrancó su labor en el colegio burgalés en atención a la diversidad por sus estudios de Pedagogía y fue la baja de un compañero la que supuso su aterrizaje como tutor de sexto de Primaria. En estos años ha rotado entre los últimos cursos del ciclo.

Sus compañeros le han felicitado por esta nominación, al igual que antiguos alumnos. Están «entusiasmados», tanto como su mujer, Tamara, que también se dedica a la docencia. Quienes aún no son conscientes de lo que implica este reconocimiento son sus dos hijos, Nico y David, de 3 y 7 años. «Se lo dijimos volviendo de vacaciones pero yo creo que no son muy conscientes», explica entre risas.

Para Fernando la educación debe ser «un reto para el docente». Y es que «ahora que todo se puede encontrar a golpe de ‘click». Por eso, «los profesores tenemos que cambiar de ser meros transmisores y trabajar otros aspectos de la educación».

Aspectos como «los valores personales y emocionales», apunta, al tiempo que recuerda la frase que Jesús, un antiguo compañero, le comentó durante sus primeros días: «El primer objetivo es que los niños sean felices y a partir de ahí funcionará todo». Fernando lo tiene claro. «Cuando el clima es bueno aprender es más sencillo» y asegura que, «al final, del cole te quedas con las experiencias y las persona, no con lo que aprendiste».

Cristina en el centro.

Cristina en el centro.©Tomas Alonso

Cristina Juárez Romo también ha sido nominada a los premios. En su caso en la categoría de Educación no formal. Creadora del Centro de Innovación Educativa Sonríeducando, a esta joven burgalesa si algo le describe es la vocación y la perseverancia.

«La nominación es aún mejor porque viene de las familias yde los alumnos», señala. «Me hace mucha ilusión porque hay mucho trabajo detrás y una implicación plena con las familias y con nuestros niños». Y es que «hacer las cosas de corazón a corazón» tiene como resultado este reconocimiento.

Maestra de Educación Primaria con mención en Educación Física y en Inglés, Cristina cuenta además con un máster en Inclusión Social y está formada en Inteligencia Emocional. Todo arrancó hace siete años en su casa, mientras trabajaba dando clases de deporte a adultos y en otros lugares y a la vez seguía formándose. «Hice una pequeña reforma en una habitación de casa y la convertí en un espacio para los niños que veían por la tardes», explica l tiempo que señala que, en su momento vio que había que «romper con el paradigma educativo y hacer algo diferente con los peques».

Pronto su buen hacer y el boca a boca de las familias hicieron que la joven sumara una treintena de alumnos y que su casa se quedara pequeña por lo que decidió dar el salto y crear el centro Sonríeducando. A este espacio los niños y niñas con necesidades específicas o sin ellas acuden para «mejorar y desarrollar sus habilidades y capacidades mediante metodologías activas que estimularán su motivación y aprendizaje», pero lo más importante es que lo hacen «con apoyo emocional y en un espacio de confianza».

Y es que el objetivo de Cristina era «crear un lugar al que los niños vengan a gusto y en el que puedan contar con nosotros no solo a nivel académico sino en el que sean escuchados y comprendidos». Actualmente, tres educadores y un centenar de familias forman parte del centro. «Trabajar como triángulo: padres, niños y educadores es fundamental y ya si sumamos al centro educativo lo hacemos perfecto», señala la maestra.

Para Cristina la docencia del futuro debe caminar «con personas con vocación» porque «todo parte de ahí» y es que «los profes debemos trabajar con nuestros alumnos más allá de las clases y dedicar tiempo a hacer de su infancia una etapa feliz».

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