Un centenar de botellones disueltos en 80 puntos ‘calientes’ de Burgos
La mayoría de actuaciones se concentran en las zonas centro y norte, principalmente el Castillo y San Esteban. La Unidad Canina de la Policía Local detecta a menudo «pequeñas dosis de hachís, marihuana y cocaína»
En mayor o menor medida, el fenómeno del botellón ha existido siempre. Sin embargo, la Policía Local de Burgos lleva años estrechando el cerco para evitar molestias a los vecinos de las zonas afectadas y posibles intoxicaciones etílicas, sobre todo entre menores de edad. Dicha actividad, como es lógico, se intensifica durante los fines de semana. En cualquier caso, en lo que va de año se han disuelto en torno a un centenar de concentraciones cuya razón de ser es el consumo de alcohol en la vía pública.
La mayoría de intervenciones, tal y como apuntan desde la Policía Local, derivan de avisos previos en los que se informa de que se está haciendo botellón en un lugar determinado. Bajo este modus operandi, se han efectuado un total de 80 controles. No en vano, también se da la circunstancia de que muchas otras llamadas al 112 o el 092 por «ruidos», «molestias» o una «intervención con menores» requerida por el alertante acaban con idéntica sanción cuando los agentes comprueban que, efectivamente, hay bebidas espirituosas por medio.
Dentro de este tipo de actuaciones, que no necesariamente tienen que estar relacionadas con un botellón propiamente dicho, se han interpuesto hasta la fecha un total de 73 denuncias administrativas por consumo de alcohol en vía pública. Fuera de los encuentros organizados de antemano para beber, hay casos más excepcionales como las sanciones frente a establecimientos hosteleros. El mes pasado, sin ir más lejos, se levantó un acta de este tipo a una persona de ‘mañaneo’ en la calle Briviesca, donde conviven un par de ‘afters’ que generan malestar entre los vecinos y que han obligado a la Policía Local a establecer controles durante los fines de semana para evitar la tenencia de armas y drogas.
Dispersión
Con la llegada del verano, el número de jóvenes que se reúnen para hacer botellón mengua considerablemente por las vacaciones. El bajón se nota y, por eso, no se establecen controles específicos. Aún con todo, la Policía Local nunca deja de prestar especial atención al consumo de alcohol entre menores. De hecho, a lo largo del año se suelen llevar a cabo labores de vigilancia en los aledaños de muchos supermercados. Tan sólo en 2022, se requisaron más de 340 litros de bebida a chavales que aún no habían cumplido los 18.
Más allá de este cometido con el que se intenta frenar la proliferación de esta práctica, también se analizan las zonas ‘calientes’ de la ciudad. Es decir, aquellos lugares más susceptibles de convertirse en puntos de encuentro para el botellón. Con el paso del tiempo, la presión policial ha generado una mayor dispersión. Ya no hay tantas aglomeraciones como antaño, ahora se reparten en grupos más pequeños para no llamar tanto la atención.
Según los datos que maneja actualmente la Policía Local, existen 80 zonas más o menos habituales. La mayoría se ubican en los distritos Centro y Norte; sobre todo en el entorno próximo a Las Llanas con predominio absoluto del parque del Castillo, con nueve focos localizados, y el entorno de San Esteban, con otros nueve. En total, 41 puntos entre los que también se incluyen otras paradas como el Corralón de las Tahonas, las calles Fernán González, Saldaña, Alonso Martínez, San Francisco, Valentín Palencia u Hospital de los Ciegos.
El segundo distrito más concurrido sería el Sur, con una veintena de focos y una mayor concentración de actividad en el barrio de San Pedro y San Felices y el parque del Parral. No obstante, el fenómeno se extiende también por San Isidro y San Julián, el paseo Sierra de Atapuerca y las calles Beata Piedad de la Cruz, Pisones, Doctor José Luis Santamaría, San Cosme, San Zoles y Luis Rodríguez Arango.
Pese a su amplitud, el distrito Este mantiene un perfil bajo en comparación con los dos anteriores. Sea como fuere, la Policía Local pone el foco sobre la plaza María Pacheco, la calle Vitoria, el barrio de San Cristóbal, la avenida de la Constitución Española, el entorno de Lavaderos y las calles Cascajera, Federico García Lorca, Pavia, Juan Bravo y Dámaso Alonso. Por su parte, la zona Oeste apenas cuenta con tres puntos ‘calientes’ (Juan del Enzina, Enrique III y Francisco de Enzinas). Ídem en la periferia, con tres focos repartidos en Arcos y Fuente del Prior.
«El protocolo de actuación viene definido por la situación y las especiales características de la intervención», apuntan fuentes del Cuerpo a fin de incidir en que las identificaciones se llevan a cabo «por si existieran causas pendientes con la justicia». Además, también se realizan cacheos en busca de armas u objetos peligrosos «por la propia seguridad de los intervinientes». Del mismo modo, se suele contar con la «inestimable ayuda» de la Unidad Canina, cuyos perros «en muchos casos localizan pequeñas dosis de hachís, marihuana y cocaína».