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Los nombres de Atapuerca. Cráneo 5

De la Sima de los Huesos a las gestas de Indurain. «El cráneo 5 fue Miguelón desde el primer día»

El 92 fue el año de Juan Luis Arsuaga y su equipo. Tras diez años de limpieza y vaciado de la Sima de los Huesos accedieron a los cráneos. También fue el de Miguel Indurain: su segundo Tour y su primer Giro. «Salíamos de la Sima cuando podíamos, con el Rover disparados a Los Claveles para verle llegar a la meta».

Miguel Indurain durante su visita al Cráneo 5 que se expone en el Museo de la Evolución.

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Burgos

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Unos pequeños restos entre el sedimento conformaron parte de tres cráneos incompletos extraídos, trozo a trozo, desde el fondo de la Sima de los Huesos. Ese era el escaso premio a diez años de duro trabajo preparando y limpiando el yacimiento de un pequeño rincón a 30 metros de profundidad de la superficie. Un vaciado de unas 12 toneladas de roca y sedimento que, durante un tiempo, fue con mochilas cargadas a la espalda durante los 500 metros que separan el camino, entre gateras y grandes cavidades, de la Sima hasta el Portalón de Cueva Mayor.

Pero todo esfuerzo tiene su recompensa. Al menos la sierra de Atapuerca así se ha comportado durante más de 40 años con el Equipo de Investigación. El 92 fue su año. Empezaron perfilando el Cráneo 4, Agamenón, un nombre con su propia historia. Y de repente, en los últimos días de campaña, apareció él. El Cráneo 5. «Durante la excavación de Agamenón, al lado, vimos otro cráneo que estaba articulado y roto, parecía menos completo, pero al final Ana lo pudo pegar todo», explica Ignacio Martínez que junto con Ana Gracia y José Miguel Carretero, aparecen junto a Juan Luis Arsuaga en la foto de la extracción de Agamenón.

«A este le llamamos Miguelón casi desde el primer momento, no sé a quien se le ocurrió ni quien lo bautizó así, pero Miguel Indurain era nuestro héroe», explica Juan Luis Arsuaga. El 92 era el año del ciclista navarro. Estaba ganando su segundo Tour de Francia y había ganado su primer Giro. «Era su momento, nos tenía a todos pegados a la televisión para ver sus gestas y nosotros salíamos disparados de la Sima con el Rover a Los Claveles para verle llegar a la meta, nos tenía muy enganchados», recuerda Ana Gracia.

Desde entonces Miguelón es el Cráneo 5, hasta la visita del ciclista navarro ha recibido en el Museo de la Evolución. Es el más conocido de los 17 cráneos que se han extraído hasta el momento de la Sima de los Huesos. Y, como su homónimo, un campeón entre los suyos. Sigue siendo el cráneo mejor conservado de la prehistoria mundial 30 años después de su hallazgo. Igual que las gestas a pedales de Indurain no se han vuelto a repetir.

Miguel Indurain durante una de las etapas que el equipo de Atapuerca seguía con pasión al salir de la excavación.

Al cráneo 5 siempre le han llamado por su apodo y no siempre saben quién le puso el nombre que a veces, desde que se extrae del sedimento hasta que se restaura, analiza y publica puede haber cambiado de nombre. «Está la leyenda urbana de que nosotros lo hacemos todo con marketing y tal, es todo mucho más sencillo y natural que todo eso, ponemos nombre a los cráneos igual que se ponen apodos a las personas y cuando aparecen surgen dos o tres nombres, unos hacen fortuna y otros no tanto», señalan.

«Está la leyenda urbana de que nosotros lo hacemos todo con marketing y tal, es todo mucho más sencillo y natural que todo eso. Ponemos nombre cuando aparecen igual que ponemos apodos a las personas»

Una hora más

Miguelón apareció en el último momento de la campaña de 1992. «Cuando estábamos recogiendo y limpiando la arcilla, Nacho dice ‘yo creo que veo nariz’ y nos quedamos todos sin aliento, era nuestro último día», recuerda Ana Gracia. Y surgió la duda seguir o dejarlo para el próximo año. «Estábamos ante un dilema, porque si el cráneo nos había costado tres semanas, empezar con la cara… no sabíamos lo que nos iba a llevar», recuerdan.

Arsuaga decidió. «Seguimos una hora más». Salió toda la cara del cráneo ante un equipo atónito. «Aquello fue un verdadero milagro, lo excavamos el último día, la mandíbula llegó al año siguiente, luego las vértebras… en aquella campaña el Cráneo 5 no tenía fotos, pero se pudo reconstruir y en la publicación de Nature de 1933 ya aparece entero», recuerda Arsuaga. Ahora entre el equipo no hay campaña donde no salga lo de ‘Una hora más’ recordando aquel mágico momento de Miguelón.

Miguelón fue imagen de portada en 'Nature'. La primera portada de un equipo científico español.

Hoy Miguelón tiene rostro y cuerpo de la mano de la escultora hiperrealista Elisabeth Daynés. Se puede ver en el cónclave de homínidos del Museo de la Evolución. En las pastillas de la planta baja, dedicadas a los yacimientos, están expuestos los restos originales del cráneo y se han añadido recientemente las vértebras del Cráneo 5.

También se sabe mucho de él. Con las investigaciones se pudo identificar que una infección en un diente, roto tras un fuerte golpe en la cara, pudo ser la causa de su muerte. No fue ‘ipso facto’ sino que la muerte después del puñetazo fue lenta. Se produjo una infección en el diente. Se transformó en un flemón hasta acabar en una septicemia en la mandíbula que le llegó al ojo y al cerebro hasta causarle la muerte.

Hay otra incógnita. Las marcas de arañazos que tiene en su cabeza. «Tres surcos misteriosos» que el equipo de Death Revol de Noemí Sala han analizado con múltiples hipótesis. «Comparamos todo tipo de posibilidades, mordeduras de carnívoros, arrastre del cráneo en la Sima, intervención de insectos… ya no nos quedó otra opción que zarpazos de oso», explica Sala.

Por las características de las marcas, que abarcan de una pieza a otra del cráneo como si estuvieran unidas quiere decir que esos arañazos se produjeron cuando aún tenía pelo. Es decir, o estaba vivo y fue la causa de su muerte o tuvo lugar poco tiempo después del fallecimiento.

Depositado en la Sima de los Huesos. Esperan cientos de miles de años. Algo así como 430.000 años. Hasta que asomó la nariz por sorpresa y acabó uniendo su destino al Miguelón que tenía a todo un país pegado a la televisión para verle ganar en tierras francesas.