Las primeras pinturas rupestres de Atapuerca salen a la luz en la cueva de Mirador
En el sector 100 de mirador han encontrado «rastro de pigmento en las depresiones de la pared». Esta cavidad se utilizó en el Neolítico como zona de redil de ganado. «Las ovejas se frotan contra la pared borraron las pinturas pero quedan restos en las rugosidades». Sospechan que en niveles de Paleolítico Superior, un metro por debajo, estén completas.
El registro de la prehistoria en Atapuerca es de lo más completo. Se registra presencia humana desde hace 1,4 millones de años hasta la actualidad. Se despliega todo el registro posible en yacimientos de este tipo: fósiles humanos de seis especies diferentes, restos de homínidos canibalizados, fauna de lo más exótica para la estepa castellana de hoy y ejemplares más comunes, industria lítica de diferentes épocas, túmulos funerarios, zonas de redil... Faltaba la época neandertal pero ya se ha podido completar el registro en los últimos años.
Pero hay ausencias relevantes «Nos falta el mundo de los primeros sapiens, eso no lo tenemos», explicaba el codirector de las excavaciones de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, en la visita a la campaña de este año. O se esta por encima, el Neolítico antiguo, o por debajo, cuando los neandertales no tenían competencia. Pero ese tramo no está registrado. Aunque hay un lugar donde están a un metro de alcanzar registros de lo más moderno del Paleolítico Superior. Se avecinan sorpresas. Porque otra cosa que no tenía Atapuerca empieza a asomar: pinturas rupestres.
Se trata del yacimiento más alejado de la Trinchera del Ferrocarril. Es Mirador. La cueva hoy está en un espacio en el que la zona se usaba como redil de ganado.
El Neolítico fue fuerte en Atapuerca: en Portalón de Cueva Mayor tenían el hogar, en la Galería del Silex una zona de enterramiento, con pinturas y ofrendas registradas de los primeros de su época, y en Mirador organizaban el ganado. Así lo estima en su última publicación el investigador de la Universidad de Alcalá, Antonio Molina, que acaba de publicar un estudio sobre cinco de los 25 individuos enterrados en la Galería del Sílex, donde se conserva medio centenar de pinturas pospaleolíticas.
En este yacimiento se excava en dos zonas con el objetivo de poder acceder a las galerías interiores, colmatadas hasta arriba de sedimentos. La zona de excavación denominada sector 100 es la más pequeña, con unos dos metros de superficie de excavación y donde se avanza más rápido.
Aquí se han observado en las hendiduras de la pared pigmentos de pinturas rupestres. Por el sondeo saben que el Neolítico ocupa hasta seis metros de profundidad. Después, llegará el Paleolítico superior con el dominio de los últimos Homo sapiens cazadores recolectores. Están muy cerca y los primeros pigmentos podrían convertirse en las pinturas rupestres que le faltan a Atapuerca.
«En el sector 100 en la pared hemos localizado restos de pigmentos de lo que en su tiempo fueron dibujos plasmados en la pared», explica el coordinador de los trabajos en el yacimiento de Mirador, Josep María Vergés.
El uso de las cuevas como redil de ganado ha desgastado esos pigmentos. «Al usarse la cueva como redil de ganado las ovejas tienen la costumbre de frotarse en la pared y eso, a lo largo de los años, ha borrado lo que fueron dibujos pero han quedado restos del pigmento en las depresiones de la pared de la roca», explica el investigador del Iphes de Tarragona.
El equipo que trabaja en Mirador espera que al llegar a los niveles más modernos del Paleolítico Superior puedan conservarse ese tipo de expresiones artísticas del pasado tan comunes en las cuevas del cantábrico. «Será interesante cuando lleguemos a esos niveles en los que ya no había ovejas y se hayan podido conservar en la parte baja arte rupestre antiguo», señala.
Aún falta un metro de Neolítico, si se sigue la misma secuencia que el pozo central que el equipo realizó como sondeo. Después hay un registro de 15 metros de Pleistoceno superior hasta una caída de rocas.
Escalera hacia las profundidades de Atapuerca
El objetivo de las aberturas laterales es realizar un sondeo vertical, en escalera, para acceder al interior de las cavidades. «Vemos que tanto en el sector 100, de dos metros cuadrados, como en el sector 200, de unos 10 metros cuadrados, se va ampliando el yacimiento por lo que, si la hipótesis es correcta y Mirador es una boca de entrada a un sistema de Galerías interior entraríamos en una fase muy interesantes», explica el coordinador del trabajo de campo.
El sistema de cuevas de Mirador es similar al de Portalón de Cueva Mayor solo que está tapado por sedimento y caída de rocas. De esta manera, consideran que es un acceso a galerías similar que están colmatadas de sedimento y no abiertas como en la zona de Cueva Mayor. Por el momento mantienen esa hipótesis.
«Los laterales van ensanchándose y se presenta un hundimiento del terreno que indica que en algún momento ese suelo bajó», explica Vergés.
Pero, como suele ocurrir en Atapuerca, se baja muy despacio porque «aparece mucho material, es un yacimiento riquísimo».
Los sibaritas de Mirador
Así, este año, en el mundo neolítico de Mirador, además de ovejas y cabras, se ha recuperado una abundante presencia de restos de caballo, poco comunes en ésta época, que permitirán «completar estudios genéticos sobre los équidos de la península que se están llevando a cabo en Mirador». Aunque el uso de la cueva es eminentemente para animales domésticos también se han recuperado diferentes elementos de cultura material que sorprenden por la variedad y riqueza de los elementos pero, especialmente, su materia prima que, en algunos casos, no es muy común a orillas del Arlanzón y del río Pico.
«Cuanto más bajamos, cuando las poblaciones son más antiguas se ve una mayor preocupación por la estética de los útiles y, también por los materiales», señala el responsable del yacimiento.
De esta manera, en la rueda de prensa de final de campaña sorprendió un colgante de ámbar. Un material que se puede encontrar en el cantábrico y en la zona oeste.
El año pasado se localizó un brazalete de mármol típicamente andaluz. Y se ha recuperado también una azuela, herramienta utilizada para trabajar detalles en madera, realizado con silimanita, roca que hace aguas de colores rojos y anaranjados, presente en la zona de Zamora.
La obtención de elementos y materiales de zonas remotas habla de la probable existencia de una red de intercambio, pero se preocupan por tener materiales buenos y bonitos».