Las choperas junto a los ríos Arlanzón y Vena requieren «más vigilancia» que el resto de árboles
La empresa adjudicataria del servicio de Parques y Jardines asegura que el estado general es «francamente bueno». Los técnicos comprueban la resistencia de un platanero tras detectar hongos en una de sus ramas
En una ciudad con tanto volumen de masa forestal como Burgos, resulta imprescindible acometer labores de prevención y mantenimiento de manera continua. Ahora bien, el número de inspecciones periódicas varía en función de la zona. El factor edad es clave, al igual que el nivel de fragilidad de la madera y, cómo no, el tamaño de los árboles. En este sentido, la empresa adjudicataria del servicio de Parques y Jardines acredita que las choperas situadas junto a los cauces de los ríos Arlanzón y Vena requieren «más vigilancia» que el resto.
Más allá de la especie en sí, el hecho de que estos árboles se ubiquen junto a ambos ríos obliga a prestar «especial atención». Según apunta Alejandro Delgado, técnico resistógrafo de la empresa, el hecho de que los chopos se caractericen por su «crecimiento rápido» y de que su madera sea «un poco más frágil» resulta determinante para permanecer ojo avizor. De igual manera, asegura que en la actualidad también se han extremado las labores de vigilancia en el entorno del parque de la Quinta.
Lo fundamental, en cualquier caso, es que el estado del arbolado en Burgos es «francamente bueno». Inclusive en aquellas zonas con árboles más maduros, ya que al encontrarse en entornos naturales su estado es «bastante aceptable». Aún con todo, el concejal de Medio Ambiente, Carlos Niño, es consciente de que el hecho de poseer tan ingente masa forestal se traduce en «mayor mantenimiento y mayor riesgo», de ahí «la importancia de estas actuaciones».
Intervención en la Isla
A principios del mes de julio, se detectaron dos hongos de grandes dimensiones en una de las ramas de un platanero ubicado junto al parque infantil del paseo de la Isla. Teniendo en cuenta que «puede ser un indicador de que hay un problema de pudrición dentro», tal y como apunta Niño, la adjudicataria ha procedido este miércoles a analizar su estado con un resistógrafo.
Lo primero que se hace, según detalla Diego Martínez, técnico de la empresa, es un «análisis visual del árbol para ver si hay algún tipo de sintomatología». Fue así como se detectaron «dos carpóforos» que apuntaban a «una parte de pudrición de la rama». Ahora, toca meterse en faena con el resistógrafo con el fin de detectar el nivel de pudrición. Se tiene en cuenta la variable, eso sí, de que «el árbol también tiene su propio método para defenderse».
La máquina empleada cuenta con una cánula que se introduce en la rama. A través de una pantalla, los técnicos van comprobando el nivel de resistencia de la madera y su estado. Una vez concluido este trabajo, se elabora un informe y, en función de los resultados, se tomará una decisión u otra. En principio, no se descarta la posibilidad de instalar un sistema de sustentación aérea para solventar el problema, aunque todavía es pronto para saberlo.