Volver a empezar
Sin incidencias, con ilusión, nervios y algo de pereza por el madrugón arrancaba ayer el curso para alumnos y docentes de Infantil y Primaria / De los 29.882 escolares que tomaban las aulas de la provincia de Burgos, 3.302 tienen de cero a tres años
Martín, Adrián y Unai Pascual caminan tranquilos. El pequeño de la mano de su madre, sin prisa pero sin pausa. Su padre le ayuda con la bolsa del almuerzo. Han salido pronto de casa. El madrugón se les nota en la mirada, costaba salir de la cama, pero no quieren llegar tarde el primer día. La calle bulle comparada con cualquier mañana anterior. Niños, progenitores y algún abuelo retoman la rutina. Todos vuelven a empezar.
De los 29.882 escolares que rompían ayer el silencio estival de las aulas, 18.910 cursan Primaria. Los dos hermanos Pascual más mayores comienzan cuarto y sexto y ayer ya portaban sus grandes mochilas. No pesan demasiado pero lo harán. Hoy -por ayer- es jornada de reencuentro y presentaciones, toma de contacto en definitiva, y lo saben. Por eso apenas llevan un archivador y el estuche. Los libros aguardan su turno en casa, pendientes del forro aún. Todos nuevos, como manda la ley. Y es que la implantación definitiva este curso de la Lomloe ha obligado a renovar el contenido y, para mayor gloria y trabajo a contrarreloj de las editoriales, reemplazar los títulos antiguos. Se encarecía así la ‘vuelta al cole’, con un gasto medio de entre 200 y 400 euros por niño.
Martín, Adrián y Unai se aproximan al edificio en el que pasarán las mañanas de los próximos nueve meses, ahí es nada. Uno de los accesos está clausurado temporalmente porque no ha dado tiempo a acabar las obras que la Consejería de Educación emprendía en verano para reforzar la eficiencia energética. El suyo era uno de los 53 centros burgaleses agraciados este año con mejoras, por otra parte nunca suficientes. El desembolso total en estas reformas en la provincia ascendía a 1,9 millones.
Los Pascual se dirigen a sus puestos. Nervios por lo que vendrá y otro tanto de ilusión por el reencuentro flotan en el ambiente durante los minutos de espera.
Se abren las puertas, sus maestras sonríen. Ahora sí que empieza la ‘fiesta’. Mientras se despiden a la carrera, alborotados grandes y pequeños, el nuevo equipo directivo de CEIP recibe a los primerizos de tres años. Hacen fila ante la conmovida mirada de sus familias. Viven el primero de muchos inicios de curso.
En esa tesitura está, en ese preciso instante, aunque en otro de los 102 centros de Burgos que ofrecen Educación Infantil y Primaria, la pequeña Vera Santamaría. Llega con ánimo a su primer día flanqueada por sus padres (la madre ha pedido ‘bula’ en el trabajo para llegar más tarde y no perderse ese momento) y su hermano mayor, Izan, que es todo un experto en estas lides, pues empieza tercero. No tiene aún los tres años cumplidos, la toca en octubre, pero se ha levantado entusiasmada con la idea de ir al colegio.
Entregada a los columpios del patio la emoción comienza a apagarse al llegar el momento clave. Se da cuenta de que toca adentrarse en un mundo nuevo y encaramada a los brazos de su padre ofrece cierta resistencia a entrar en clase. No sabe que será un rato corto y en un grupo reducido, tal y como establece ese periodo de adaptación que tanto les ayuda aunque desbarate la conciliación.
María, su profesora, logra convencer a Vera de todo lo bueno que la espera si se ponía en la fila. Agarrada de su mano, la niña da el paso. Comienza así su vida escolar.
A sus dos años y pico no será, sin embargo, de los pequeños. Si bien el segundo ciclo de Educación Infantil se consideraba hasta hace poco la puerta de entrada al ‘cole’, el empeño de la Administración regional por extender la enseñanza gratuita al periodo de cero a tres años ha incorporado nuevos benjamines a los centros, que llevan dos cursos haciendo hueco para implantar esta oferta compartida con escuelas concertadas y privadas. En total, 3.302 niños de cero a tres años comenzaban ayer el curso y 2.547 sin coste alguno para sus familias. De ellos, un millar estrenan las aulas de 1 a 2 años.