La vuelta al cole desde el respeto y la comprensión
Arantxa Arroyo y Cristina López abordan las claves para hacer frente al regreso a las aulas desde el respeto a las emociones. Las expertas señalan que el papel de las familias y los centros es clave en este proceso que «afecta a cada niño de una manera»
La vuelta al cole puede suponer un auténtico reto para los más pequeños de la casa y especialmente si este es u primer año de escolarización. Inmersos en pleno arranque escolar e incluso en el famoso periodo de adaptación, algunos niños y niñas pueden experimentar estos días algunos cambios de humor o en sus rutinas, tristeza, variaciones en el sueño o en su apetito.
Partiendo de la base de que cada niño es un mundo, Arantxa Arroyo, maestra certificada en Disciplina Positiva y guía Montessori, y Cristina López, licenciada en Física, experta en innovación y autora del blog ‘3 con las maletas a cuestas’ recogen las claves para abordar la vuelta al cole con las mejores herramientas y sobre todo de forma respetuosa.
«Cada criatura, al igual que cada persona adulta, es distinta y por tanto puede enfrentarse a las nuevas situaciones de una manera u otra», señala López. «Hay peques que pueden tener más habilidades desarrolladas que les permiten adaptarse a los cambios y otros que aún no las han adquirido. O incluso, darse situaciones donde unos días esas habilidades se manifiestan y otros donde hay más vulnerabilidad».
En este sentido, Arroyo apunta que «la creencia de que hay niños que tienen mucho apego no es correcta. El apego no se mide en cantidad si no en calidad y puede ser seguro o no seguro». Añade la maestra que la sociedad «premia la independencia desde que somos prácticamente bebés pero la realidad es que cuando los niños son pequeños no es normal que exploren espacios nuevos sin su figura de referencia. Es una creencia totalmente errónea».
De hecho, López señala que «normalizar que la separación de las criaturas y las familias es un proceso de vulnerabilidad emocional no hará evitar frases como: ‘no pasa nada’, ‘ya verás que bien te lo pasas luego’, ‘no es para tanto’». Ambas recuerdan en este sentido que «es importante comprender y aceptar que hay emociones diversas ante ese momento y desde la acogida de las mismas sin juicio, las personas adultas podemos acompañar mejor y con más serenidad a las niñas y niños».
Para hacer más sencillos esos primeros días, López apuesta por «pensar que el inicio del cole es una oportunidad para hacer sentir a cada criatura que cruza la puerta del aula que ese espacio es un espacio de seguridad». Un recurso que no solo debe quedarse para los más pequeños y es que «también en edades más avanzadas hay nervios por saber si te tocará en el mismo aula que tus amigos, quién será tu tutor o tutora o cómo será el espacio».
Y es que «entender que la vuelta al cole es una bienvenida donde las personas de referencia, es decir, toda la comunidad educativa va a recibir a las niñas y niños con la calidez con la que recibes a invitados a tu casa sería suficiente».
Una buena manera de aportar algo de tranquilidad a los niños es anticiparse a lo que van a vivir. O lo que es lo mismo explicarles a lo que van. «Las niñas y niños no han elegido nada y de repente van a ir a un lugar nuevo. Observar fotos del aula, hacer el camino al cole, conocer si es posible a los profesores antes, saber cómo van a ser las rutinas les va a ofrecer seguridad».
Y no solo para los más pequeños, también para mayores que van al instituto por ejemplo o que cambian de colegio. «Los seres humanos para evitar estar en alerta y por tanto con nuestro sistema nervioso activo necesitamos seguridad. Desde esa seguridad todas las personas implicadas van a estar más a gusto en la vuelta al cole».
Periodo de adaptación
Ante el controvertido periodo de adaptación, la maestra se muestra partidaria por un «periodo de vinculación en el que las familias, si lo desean, puedan estar involucradas en esa fase y en los espacios» y que los pequeños «vean a los docentes como figuras cuidadoras».
Por su parte, López añade que, «como madre, siento que los períodos de vinculación deberían ser más flexibles y dar cabida a todas las familias para lograr el mejor recibimiento a las niñas y niños» y es que «puede que para algunas familias el estrés que generan los horarios de ir unas horas un día y otras otro sea poco beneficioso».
Ya en casa, los pequeños pueden experimentar algunos cambios en sus rutinas como consecuencia de la nueva etapa que viven. En este aspecto, la maestra explica que «podemos notar más irritabilidad en ellos». López añade que «en algunos casos quizá no notemos nada inicialmente y pasadas unas semanas haya cambios de conducta, o miedos nocturnos. Otros puede que todo vaya como la seda y lo que notemos sea un salto madurativo».
Se trata de «una conductas totalmente normales y para gestionarlas recomiendo sostén y mucha escucha, sin vanalizar lo que nos están diciendo que sienten».
Desde los centros, el papel de los docentes también es «clave». «Deberían pensar en cómo les gustaría a ellos iniciarse en un trabajo nuevo», apunta Arroyo. «Qué les gustaría saber del nuevo sitio en el que van a trabajar y cómo les gustaría que les recibieran y aplicarlo a la llegada de los niños».
López se muestra más crítica en este aspecto. «Estoy convencida de que en muchos casos las limitaciones burocráticas o logísticas no permiten dar a los niños y niñas la bienvenida que merecen, pero también estoy convencida de que siempre hay soluciones creativas e imaginativas que se pueden implementar». Para la científica «los coles y la comunidad educativa tienen un papel clave con una altísima responsabilidad que no pueden obviar y es fundamental darle al inicio el valor que le corresponde. ¿Cómo tratarías a unos invitados que llegan a tu casa?».
La familia
Los niños no son los únicos en transitar por esta nueva etapa y por nuevos comienzos, también la familia. «Aceptar que es una época que va a estar más cargada de incertidumbre y de inseguridad es una manera de aliviarnos», apunta López quien recuerda que «las familias también están sujetas a muchas emociones en el comienzo del curso, no solo por ver como nuestras hijas e hijos crecen sino porque a veces la vuelta al cole llega acompañada también de un cierto caos familiar, aumento de gastos, nuevas rutinas…».
Arroyo añade que «es fundamental tener unas expectativas bajas del inicio de curso y no pensar que porque nuestro hijo vaya a empezar 3º de Primaria va a ir todo rodado porque puede no ser así». «Debemos incrementar nuestra capacidad reflexiva en estos días», añade.
Extraescolares
Solo unos días después del inicio de las clases también lo harán las extraescolares. López señala que «si son una necesidad de las familias porque no hay otra opción para conciliar es importante buscar un lugar lo más respetuoso posible», pero «si pensamos que es una necesidad de la criatura, preguntarnos primero si quiere ir y si disfruta con ello. Si la respuesta es sí, adelante. Si lo pasa mal no tiene sentido».
La maestra añade que «en muchas ocasiones las extraescolares son una expectativa para que nuestro hijo sea de una determinada manera». Por eso cree que es clave «que ellos tengan la mayor capacidad de decisión según sus gustos y si es una cuestión de conciliación buscar opciones que más se acerquen a las necesidades de todos».