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Los convenios colectivos de comercio y hostelería continúan en el dique seco

Tras la ruptura in extremis de las negociaciones, UGT no descarta «volver a las movilizaciones» en el sector textil. CCOO denuncia el «hartazgo» de las plantillas en bares y restaurantes: «la gente sí quiere trabajar»

Movilización de trabajadoras de comercio textil y del mueble en Burgos.TOMÁS ALONSO

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Burgos

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La esperanza es lo último que pierden los sindicatos cada vez que encaran las negociaciones de un convenio colectivo. Lo que hoy es una ruptura, mañana puede traducirse en un acuerdo satisfactorio si se logra apretar lo suficiente. Sin embargo, hay sectores inmersos en una constante situación de bloqueo. En el caso de Burgos, la hostelería y el comercio textil se encuentran actualmente en la cuerda floja. Sin visos de avance, al menos a corto plazo, debido a una serie de desavenencias a priori insalvables por las que nadie parece estar dispuesto a dar su brazo a torcer.

Parecía que la «historia interminable» en el comercio de equipamiento de la persona se resolvería, tras la apertura de las negociaciones en febrero de 2022, a principios de este mes de noviembre. Con el acuerdo «a punto», después de que los sindicatos y la patronal cediesen en diferentes aspectos, la Federación de Empresarios del Comercio de Burgos (FEC) dio marcha atrás al considerar que las prestaciones por incapacidad temporal no se pueden mantener en su totalidad.

La decisión cogió totalmente por «sorpresa» a UGT. Hasta el punto de que el secretario de organización de la Federación de Servicios, Movilidad y Consumo (FESMC) del sindicato en Burgos, Luis Gutiérrez, tache de mera «excusa» el planteamiento de que «las trabajadoras cogen un montón de bajas» propiciando así un contexto de «absentismo generalizado». En su opinión, esta postura supone una «tomadura de pelo». Sobre todo tras el visto bueno inicial que, por fin, dejaba encarrilado el ansiado convenio.

Alcanzados los acuerdos en el comercio mixto y de alimentación, parecía cuestión de tiempo que el sector textil siguiese el mismo camino. UGT daba por válidas las subidas salariales planteadas a nivel estatal, pero bajo ningún concepto se pensaba aceptar la pérdida de las compensaciones por incapacidad temporal. Así las cosas, la negociación colectiva está en «stand by» aunque los representantes sindicales se muestran abiertos al «diálogo». Eso sí, Gutiérrez no comparte la visión de la FEC de «empezar de cero».

Con las fiestas de Navidad a la vuelta de la esquina, y con todo lo que ello conlleva para las tiendas de ropa, la opción más factible si no se retoman las negociaciones sería acudir al Servicio de Relaciones Laborales (Serla). No en vano, Gutiérrez advierte que, en caso de persistir el «bloqueo», tampoco se descarta «volver a las movilizaciones» que ya se llevaron a cabo -con huelga incluida y respaldada por el sector del mueble- a finales del pasado mes de junio. Sea como fuere, el responsable de FESMC en Burgos subraya que «las trabajadoras no se cogen bajas, las bajas las dan los facultativos». Además, señala que se trata de un sector «feminizado y precarizado» en el que se trabaja de cara al público.

Mientras tanto, la hostelería continúa siendo objeto de tira y afloja entre los empresarios y las corrientes sindicales. De momento, el convenio se encuentra «colgado» y «no hay manera de que avance». Básicamente, porque «la patronal está pidiendo lo imposible», asegura el responsable provincial de Negociación Colectiva e Inmigración de Comisiones Obreras, Manuel Capilla, antes de hacer hincapié en que «la gente sí quiere trabajar» por mucho que determinadas voces con altavoz mediático digan lo contrario. Lo que ocurre es que «cuando uno trabaja espera cobrar en consecuencia con lo que trabaja». Y no vale, según esgrime, «la media jornada de 12 horas que es lo que se estila». Algo, a su juicio, «vergonzoso y hasta inhumano» cuando en muchos casos no se cobran todas las horas. O, en caso de hacerlo, sin cotizar.

No parece muy probable, pese al «hartazgo» que Capilla percibe dentro del sector, que se plantee una huelga para intentar ejercer presión. En todo caso, sería una «decisión de los trabajadores» y «el sindicato va a estar ahí», pero lo primordial es encarrilar las negociaciones para ajustar los salarios a las condiciones de vida actuales, donde los «problemas de vivienda» no son ajenos a una ciudad como Burgos. Partiendo de esta base, ni siquiera la mano de obra extranjera a la que tanto se ha recurrido en el pasado serviría para paliar la escasez de trabajadores, máxime cuando la industria constituye un importante nicho de empleo con sueldos más elevados.

Tampoco avanza la renovación del convenio colectivo agropecuario. «Ni se le ve ni se le espera», apunta Capilla antes de incidir en que «los empresarios del campo no están por la labor». Además, lamenta que los productores vitivinícolas intenten adherirse a dicho convenio «para ahorrar». Por no hablar de que, a la hora de negociar, las organizaciones profesionales agrarias (Opas) «no están en nuestras posiciones».

Donde ya está «todo hecho» es en la industria, sobre todo a raíz del acuerdo, en el sector del metal, entre los sindicatos y la patronal el pasado mes de septiembre tras un periodo de intensa conflictividad que a punto estuvo de culminar en huelga. Por contra, la Federación del Hábitat de CCOO mantiene unos cuantos frentes abiertos que tardarán en cerrarse. Es el caso de aserraderos, peluquerías o tintorerías. El problema, tal y como indica Capilla, es que «se han quedado sin patronal» y todavía no ha sido posible, a pesar de que el sindicato lo haya solicitado, la apertura de mesas negociadoras.