Energía viento en popa, renovable y con capacidad de seguir generando empleo
El parque eólico Buniel de Burgos, el más potente de Iberdrola en España hasta la fecha, funcionará a pleno rendimiento en 2024
A cierta distancia, parecen grandes pero no demasiado. A escasos metros, cualquiera puede comprobar que son más altos que la Catedral de Burgos. Impresiona el tamaño de los veinte aerogeneradores del parque eólico Buniel, los más potentes de Iberdrola en España hasta la fecha. Gigantes, pero no como los de Don Quijote, y pendientes de los «últimos ajustes» una vez finalizada su instalación. Mientras tanto, la restauración de los campos de cultivo sobre los que se asientan ya está en marcha para que las cosechas convivan lo más pronto posible con esta inmensa fuente de energía renovable con capacidad de abastecer a unos 70.000 hogares cada año.
Las obras arrancaron en septiembre del año pasado y, si todo va según lo previsto, el parque funcionará a pleno rendimiento a partir de 2024. Según detalla la directora de proyecto, Clara Fierro, la red de media tensión culminará a lo largo de este mes y parece factible que «a principios de año tengamos lista la línea de evacuación, tanto el tramo subterráneo como el aéreo». Lo importante, más allá de los plazos, es que cada uno de estos aerogeneradores cuenta con una potencia unitaria de 5,2 megavatios. Hablamos, por lo tanto, de un total de 104 MW que septuplican la potencia de las instalaciones de hace dos décadas. Además, la compañía estima que ahorrará la emisión de unas 39.000 toneladas de CO2 anuales.
Suele preocupar, y mucho, el impacto que este tipo de instalaciones puede generar en el entorno. Sobre todo en un proyecto tan faraónico que se extiende por siete términos municipales del Alfoz de Burgos (Albillos, Arcos de la Llana, Buniel, Cavia, Cayuela, Villagonzalo Pedernales y Villalbilla). A este respecto, Fierro asegura que todos los estudios y declaraciones realizadas hasta la fecha han confirmado que «es viable la construcción del parque». Del mismo modo, precisa que los cables de evacuación se sitúan a casi metro y medio de profundidad. Por lo tanto, «se garantiza que la producción de energía pueda convivir con los usos tradicionales de agricultura y ganadería».
Otro aspecto sobre el que Iberdrola pone el foco, tanto en éste como en el resto de parques, es en la seguridad. Las palas de los aerogeneradores, cuya longitud supera los 70 metros, se detendrán cuando se registren rachas de viento superiores a los 100 kilómetros por hora. «Las máquinas funcionan entre tres metros por segundo y 25, ese es su rango con diferente curva de potencia». Así pues, en caso de vendaval «las palas se ponen a 90 grados en modo de defensa y la nacelle se gira y se orienta al igual que se orienta para buscar el viento». De no ser por este mecanismo, cabría la posibilidad de que «colapsara la máquina».
Sinergias y empleo
El parque Buniel ha conllevado una inversión cercana a los 100 millones de euros. En este proyecto Iberdrola no está sola, ya que Caja Rural de Soria aporta el 25% del capital. El motivo, tal y como explica el director del área de Participadas de la entidad, Javier Gracia, no es otro que el afán de realizar «aportaciones al territorio» y seguir la senda que se abrió en su momento cuando «construimos el primer parque eólico de Castilla y León en Soria».
«Esto genera riqueza y nosotros lo estamos haciendo realidad», prosigue Gracia mientras hace hincapié en la generación de sinergias, entre empresas de la Comunidad, que evita la «mano de obra barata» y, al mismo tiempo, permite «ser capaces de exportar talento». Teniendo además en cuenta que los aerogeneradores se han fabricado en Castilla y León, «no hay una transferencia económica de renta hacia otros lugares donde fabrican componentes». Sin ir más lejos, Siemens Gamesa aporta las multiplicadoras desde su factoría en Lerma y las nacelles desde Ágreda (Soria).
De la obra civil se hizo cargo Copsa, que ha trabajado con Iberdrola desde el año 2002 en infinidad de proyectos relacionados con energías renovables. «Nuestra plantilla es entre un 80 y un 90% burgalesa», destaca el director de Construcción de la empresa, Pedro García, orgulloso del «empleo estable, de calidad y especializado que nos permite estar en este sector» e incluso «ir un poco por delante». Tanto es así que la compañía cuenta desde hace más de una década con una filial «bastante importante» en Brasil, amén de otras experiencias de la mano de Iberdrola en Kenia o México.
Tan solo en este proyecto, Copsa ha empleado a 50 personas de su propia plantilla a los que habría que sumar otro medio centenar en «momentos puntuales» provenientes de empresas subcontratadas. No cabe duda, y así lo subraya García, de que «este tipo de obras absorben mucho trabajo». Y bienvenido sea, máxime cuando se trata de cumplir «los objetivos de descarbonización y de producción de energía eléctrica de origen renovable».
Fierro calcula que en los periodos punta de las obras han llegado a coincidir hasta 200 trabajadores de diferentes ámbitos. Desde el arranque hasta que finalicen, habrán desfilado por el parque Buniel en torno a 400 personas. Tal es la extensión de terreno sobre la que se opera que da la sensación de que no hay mucho movimiento humano. Pero vaya si lo hay, aunque obviamente el reparto de tareas depende siempre del calendario previsto, de la concesión de permisos y de la seguridad, que «para Iberdrola es lo primero». De lo que se trata, en definitiva, es de que «avancen las obras y no se produzca demasiadas interferencias».
Ingenieros, electricistas, peones, topógrafos, maquinistas... «Todos los asociados a la industria de la construcción participan en este tipo de proyectos», enfatiza García convencido de que la necesidad de implementar las fuentes de energía renovable para combatir el cambio climático sitúan al sector en una tesitura «positiva» de cara a los próximos años. «No nos podemos permitir otra cosa», añade pese a ser consciente de que «los procesos de desarrollo son complicados».
Entretanto, el director de Participadas de Caja Rural de Soria está convencido de que experiencias como esta se van a «replicar más veces». No solo por el interés de retener talento, algo que «está encima de la mesa permanentemente», sino también por la posibilidad de aprendizaje que conlleva el hecho de que «cada uno aporta su cultura empresarial». Asimismo, agradece que grandes empresas españolas mantengan sus órganos de decisión dentro del país porque así se «elimina el riesgo de deslocalización».
Una apuesta «muy fuerte»
Actualmente, Iberdrola opera con cerca de 5.700 megavatios en Castilla y León.
Hasta el momento, Iberdrola ha impulsado ocho parques eólicos en la provincia de Burgos que suman más de 650 megavatios. El último, pionero en España al tratarse de la primera planta híbrida eólica y solar, se ubica en el término municipal de Revilla Vallejera. Su Ayuntamiento, por cierto, fue reconocido en la primera edición de los Premios Iberdrola Convive como una de «las mejores iniciativas para la convivencia entre las energías renovables, la naturaleza y las personas».
En la actualidad, la compañía se encuentra inmersa en la construcción del parque eólico Valdemoro, en los términos municipales de Isar y Pedrosa de Río Urbel, y de otras dos instalaciones en tierras palentinas que suman 400 megavatios: Velilla y Virgen de Areños III. Por otra parte, la planta fotovoltaica Villarino (50MW), en Salamanca, encara al igual que la de Buniel los trabajos de puesta en marcha una vez concluidas las obras.
«La apuesta es muy fuerte», asevera Fierro al incidir en que las inversiones en este tipo de instalaciones se extienden también a las líneas de distribución porque, aparte de producir energía, «hay que poder llevarla a los puntos de consumo». Por ahora, Iberdrola opera con cerca de 5.700 megavatios en Castilla y León, que «se consolida como un centro relevante de desarrollos renovables en el ciclo inversor de la compañía a 2025».