El Correo de Burgos

Tiempos Líquidos. Un espacio único en Burgos para disfrutar del vino como en el salón de casa

Los reconocidos sumilleres Diego González y Laura Rodríguez han abierto Tiempos Líquidos, la primera ‘wine room’ de la capital. Con una carta de 400 referencias, la pareja quiere que el público disfrute del vino en un ambiente cercano y familiar en su original local ubicado en la calle San Gil, 5

Diego González y Laura Rodríguez en su local de la calle San Gil,5.

Diego González y Laura Rodríguez en su local de la calle San Gil,5.OSCAR CORCUERA

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Disfrutar de un vino como si estuvieras en el salón de tu casa ya sea solo o en compañía. Ese nivel de cercanía, intimidad y confianza es lo que quiere transmitir Tiempos Líquidos, la ‘wine room’ que el reconocido sumiller burgalés Diego González y su pareja, la también sumiller Laura Rodríguez, han abierto en la calle San Gil, 5 de la capital burgalesa.

Además de grandes amantes de su profesión Diego y Laura son dos figuras de reconocido prestigio en el sector. González fue campeón de España de sumilleres en 2019 así como del Ruinart Challenge en 2022 y representó a España en el certamen a Mejor Sumiller del Mundo 2023 que se celebró en París este mismo año. Por su parte, Rodríguez, que ha trabajado durante los últimos años como directora de sala y sumilería del prestigioso restaurante vallisoletano Ambivium, se ha proclamado ganadora en la Copa Jerez España 2023 y ha sido la representante de España en Copa Jerez internacional.

Cruzar la puerta de Tiempos Líquidos es hacerlo a un espacio acogedor de ochenta metros cuadrados y capacidad para una treintena de personas, en el que compartir un buen momento, con el vino como gran protagonista y donde absolutamente todo está medido para su conocimiento y disfrute.

El nuevo espacio hostelero de la ciudad abría el pasado 6 de diciembre. «Durante el último año y medio hemos estado perfilando la idea hasta darle forma y hacerlo realidad», apunta González. Al final la pareja se decidió por un pequeño local de la calle San Gil, que cumplía con «los requisitos que estábamos buscando y nos pusimos manos a la obra».

Al entrar en este espacio cercano y familiar sorprende su barra inversa y una hilera de pequeñas mesas en las que sentarse a disfrutar de la experiencia. Una experiencia que tiene como objetivo «acercar al cliente el mundo del vino tal y como nosotros lo entendemos. En un concepto 360 grados», explica Rodríguez.

Y es que el proyecto se sostiene sobre tres líneas de acción: ««un local de vinos donde sentarse a disfrutar de una o varias copas, punto de venta directa de vino y espacio de formación a través de las catas, degustaciones o presentaciones de bodegas», añade la sumiller. Tiempos Líquidos arranca con una carta de 400 referencias, aunque «el objetivo final es estar entre la 400 y las 500, muchas de ellas en rotación por lo que solo se podrán disfrutar durante un tiempo determinado», apunta González.

La pareja de sumilleres en la entrada del local.

La pareja de sumilleres en la entrada del local.OSCAR CORCUERA

Entre todas las referencias no pueden faltar las denominaciones de la tierra. «Arlanza y Ribera del Duero siempre contarán con un espacio en Tiempos Líquidos porque para nosotros es muy importante apostar por el vino local, de kilómetro cero, que tienen gran calidad y que necesitan cariño para ir llegando al consumidor final», explica Rodríguez. A la lista de inamovibles se suman también Jerez y Champagne, las dos denominaciones ‘fetiche’ de Laura. A ellas se suman caldos de California, Sudáfrica y medio mundo más.

La experiencia

La experiencia arranca con agua. Puede sonar curioso pero tiene su explicación: «Es importante estar hidratados cuando vamos a beber alcohol y sobre todo preparar las papilas gustativas para ‘poner el contador a cero'», señala Laura.

A partir de ahí, una charla inicial con el cliente permitirá «conocer sus gustos» y preparar así una experiencia única. «El contacto es rápido y cercano porque es como si el cliente entrara en el salón de nuestra casa». El espacio es limitado y siempre se disfruta del vino sentando porque «el objetivo es que los clientes puedan tomarse su tiempo para disfrutar al cien por cien de lo que están probando», añade Laura, y que «pueda hacerlo todo el mundo porque hay oferta para todos los públicos y bolsillos».

Hasta el momento y en los escasos quince días que el local lleva abierto la pareja ha notado que «la gente viene muy predispuesta a dejarse recomendar. Nos dejen 'jugar' y mostrar lo que tenemos y eso es de agradecer», apunta González. Una vez elegidas las referencias, que cubren todos los perfiles, los sumilleres explican el producto al cliente de una forma amena y sencilla para «robarle el menor tiempo posible».

Para acompañar a esta amplia carta de vinos han apostado por una oferta gastronómica sencilla, que todo el mundo pueda conocer y que deje el protagonismo indiscutible al propio vino. Así, el cliente puede optar por disfrutar de la mítica gilda burgalesa, de una cazuelita de albóndigas o de lengua guisada o de una sencilla pero siempre acertada tabla de quesos y embutidos, entre otras cosas. Una propuesta que ha creado el chef Alberto Molinero.

A partir de ahí lo más importante es disfrutar del líquido elemento. Un disfrute para el que está pensado cada detalle. Sin ir más lejos, la pareja ha hecho una cuidada selección de la cristalería. «Con la instalación de la barra inversa queríamos conseguir que el cliente vea lo que es importante para un sumiller y entre esas cosas está la cristalería», explica Laura, quien apunta que «hemos apostado por la marca Spiegelau, que nos da la opción de trabajar con modelos diferentes». Rodríguez pone en valor «la ligera línea de definición de las copas, que permite una sensación de no estar cogiendo nada y da gran protagonismo al vino».

Tras dos semanas de rodaje, se muestran muy «contentos y agradecidos» con la acogida que el espacio ha tenido entre el público burgalés. «Les llama la atención el lugar y el concepto de que no haya una barra al uso», apunta la profesional, quien asegura que «al marcharse nos han comentado que han disfrutado mucho de la experiencia y de degustar el vino de otra manera ya sea en la tranquilidad de tu mesa o compartiendo conversación y copa con las mesas de al lado», relata.

Ambos esperan que «la gente venga a disfrutar y conozca un poquito nuestra filosofía de trabajo», asevera Diego que, aunque reconoce que ha dado «vértigo» dar el salto y crear un proyecto propio, asegura que «era un sueño por cumplir». Ahora solo queda seguir dando vida a ese sueño cumplido y brindar porque así sea. «Siempre con burbuja», sentencia Laura entre sonrisas.

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