El Correo de Burgos

Jóvenes violentos buscan víctimas adolescentes para robarles cuando salen de fiesta

Sin dinero, sin móvil, sin cazadora y sin zapatillas tras una brutal paliza: así actuaba la banda de Briviesca detenida a principios de diciembre. Otro grupo con el mismo modus operandi causa estragos en el entorno del Castillo

Jóvenes haciendo botellón en el entorno del Castillo.

Jóvenes haciendo botellón en el entorno del Castillo.SANTI OTERO

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Actúan los fines de semana, cuando cientos de personas salen de marcha en Burgos. Permanecen al acecho, cerca de zonas de ocio nocturno, en busca de víctimas potenciales: cualquier chaval que se separe, por lo que sea, de su grupo de amigos. La superioridad numérica es su principal baza y suelen atacar por la espalda. Son grupos de jóvenes, más o menos organizados, que llevan un tiempo desvalijando a adolescentes a base de palizas. En el peor de los casos, les dejan sin dinero, sin móvil, sin cazadora y sin zapatillas

A principios de diciembre, la Policía Nacional confirmaba la detención de cuatro varones procedentes de Briviesca por su presunta participación en varios robos con violencia contra jóvenes que regresaban a sus casas en plena madrugada. Según ha podido saber este periódico, su localización fue posible gracias al valioso testimonio de una de las víctimas que fue tirando del hilo tras reconocer a uno de los agresores. 

Gracias a unas imágenes difundidas en redes sociales, este joven agredido identificó a uno de los presuntos asaltantes. Poco a poco, fue indagando en sus contactos hasta dar con el resto de la banda. Ni siquiera la brutalidad de sus acciones les impedía mantener abiertos perfiles en internet y eso facilitó su detención. Ya de entrada, cuando las denuncias empezaban a llegar a la Comisaría Provincial, la Policía sospechó que no residían en la capital. 

Uno de los ataques más violentos de este grupo tuvo lugar el pasado mes de noviembre a la altura del número 17 de la calle Molinillo. Un joven volvía a su casa de madrugada cuando de repente recibió un fuerte puñetazo por la espalda. Sin tiempo para reaccionar, sufrió una emboscada por parte de «siete u ocho» personas de origen magrebí, tal y como aseguran a este diario fuentes del entorno de la víctima. En esta ocasión, actuaron a cara descubierta. 

Ese es, precisamente, el modus operandi más habitual de esta banda delincuencial que la Policía da por desarticulada. De entrada, uno de los atacantes da el primer golpe sin que la víctima -siempre sola- se lo espere. Después, el resto aparecen de la nada y comienza una lluvia de golpes y amenazas que culmina con el robo de cualquier objeto de valor. En el suceso de la calle Molinillo, el joven asaltado se vio obligado a darles la cartera, el móvil, el abrigo y las playeras. 

Tratando de ocultar por lo general sus rostros con capuchas u otras prendas que impidiesen su identificación, los agresores no dudaron en emplear en más de una ocasión una barra de hierro para amedrentar del todo a sus víctimas golpeándoles en las piernas. De acuerdo a las denuncias y declaraciones recabadas por la Policía, se supo que eran capaces de perpetrar hasta tres o cuatro ataques en una sola noche y en distintas de la ciudad. 

Otro grupo en acción

La entrada en prisión de cuatro presuntos integrantes de esta banda juvenil -más un quinto que ingresó hace poco en un centro de menores- no ha erradicado un fenómeno que, aunque minoritario, mantiene algún que otro foco similar abierto. Lo han podido constatar varios adolescentes en el entorno del Castillo y la forma de actuar es idéntica. 

Los ataques se producen, como es lógico, en el marco de los botellones que se llevan a cabo en la zona. Los delincuentes, que a priori nada tienen que ver con los de Briviesca, vigilan a las cuadrillas allí congregadas esperando su momento. Cuando alguien se aleja -ya sea para irse a casa, comprar más bebida o mear-, acuden en manada para saquear por la fuerza a quien no puede defenderse. 

A tenor de los testimonios a los que ha tenido acceso este periódico, llama la atención el hecho de que estos grupos actúen con tanta violencia y prácticamente sin mediar palabra. Además, los jóvenes que actúan en el Castillo también suelen robar todo lo que puedan, desde el dinero hasta las zapatillas. 

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