Desciende el número de atropellos con una media de siete cada mes
Tres de cada diez siniestros se producen en avenidas y grandes calles. La mortalidad disminuye un 60% respecto a 2022. Los radares pedagógicos no disuaden a los conductores para reducir la velocidad
La estadística de 2022 supuso un importante punto de inflexión por lo negativo de las cifras. Más de un centenar de atropellos en Burgos capital y cinco víctimas mortales. Un año negro, sin lugar a dudas, que llevó a la Policía Local a controlar con mayor ahínco los comportamientos inadecuados e imprudentes por parte de conductores y peatones. Había que tomar medidas para reducir tan alta tasa de siniestralidad y en ello se está. A punto de arrancar la última página del calendario, la incidencia se ha reducido en torno al 16%. En total, 89 arrollamientos y dos mujeres fallecidas. La tasa de mortalidad, por lo tanto, ha caído un 60%.
Con los datos en la mano, Burgos ha registrado este año una media de siete atropellos al mes. Los meses de junio y julio fueron los más aciagos, con 12 y 13 sucesos de este tipo, respectivamente. Y aunque agosto fue el mes con menor siniestralidad (tres casos), fue a finales de dicho mes cuando se produjo la primera muerte en la calle Manuel Altolaguirre.
A raíz de tan luctuoso suceso, la alarma social generada debido al elevado número de atropellos el año pasado saltó de nuevo a la palestra. Y aunque habitualmente hay zonas consideradas como puntos negros por registrar una mayor incidencia, lo cierto es que los datos facilitados por el 112 (de enero a noviembre) revelan una amplia disparidad. Es decir, no se puede afirmar que existan zonas más proclives que otras.
Sea como fuere, las grandes calles y avenidas suelen registrar un mayor número de siniestros. A lo largo del presente ejercicio, tres de cada diez atropellos tuvieron lugar en este tipo de vías. La mayor concentración, de acuerdo a la estadística del 112, se registró en las avenidas de Castilla y León y Constitución Española, con cuatro arrollamientos cada una, mientras la avenida Cantabria y la calle Vitoria contabilizaban tres hasta finales de noviembre.
Donde parece haberse notado la concienciación social tras el fallecimiento de dos vecinos del barrio de San Cristóbal en 2021 es en la calle Alcalde Martín Cobos. Precisamente, hace justo dos años se celebró una concentración a la que acudieron más de 200 personas para denunciar la «peligrosidad» a la que se sentían expuestas cada vez que les tocaba cruzar el paso de peatones. En este sentido, los manifestantes alertaron de que muchos vehículos circulaban a gran velocidad sin tener en cuenta el trasiego diario de vecinos que acuden a los comercios y de las madres y padres que acompañan a sus hijos al colegio Sagrado Corazón de Jesús.
Burgos
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Natalia Escribano
A lo largo de este año, se ha producido un único atropello en la calle Alcalde Martín Cobos. Fue el 8 de julio, poco antes de las 00:30 horas y la víctima, un hombre de 35 años, tuvo que ser trasladado al Hospital Universitario de Burgos (HUBU).
Por encima del límite
Sin lugar a dudas, el exceso de velocidad supone un importante factor de riesgo. Para intentar concienciar a la ciudadanía sobre la necesidad de respetar los límites de velocidad, la asociación Andando Burgos ha realizado, a lo largo del mes de diciembre, un trabajo de campo consistente en analizar si se cumple con la normativa de tráfico tomando como referencia los radares pedagógicos de la ciudad. Sí, esos perfectamente visibles que advierten pero no sancionan.
«La velocidad de buena parte de los automóviles sigue siendo inadecuada»
Este experimento social no arroja resultados muy halagüeños que se diga. Según Andando Burgos, «la velocidad de buena parte de los automóviles sigue siendo inadecuada» a pesar de que , por norma general, «el comportamiento de los conductores es tendente a la reducción de velocidad» ante la presencia de estos radares.
De nada sirve que muchos conductores echen el freno o dejen de pisar el acelerador cuando se acercan a uno de estos radares porque «las velocidades se detectan varios metros antes». Partiendo de esta base, el estudio de Andando Burgos revela que la avenida de Castilla y León registra velocidades altas respecto al resto de zonas con estos elementos. En todas ellas, el límite es de 30 kilómetros por hora.
Moderadas pero tirando hacia lo alto serían las velocidades detectadas en la calle Conde Lucanor y la calle León, justo en el punto que conecta con la avenida de la Independencia. Entretanto, el comportamiento de los conductores parece ser más adecuado, dentro de lo que cabe, en las calles Juan de Ayolas, Pozanos, Averroes y el paseo de los Pisones.
También preocupa en el seno de Andando Burgos lo que ocurre en otras dos vías de la capital burgalesa. En primer lugar, la calle Esteban Sáez de Alvarado, donde «se observan velocidades muy dispares entre vehículos y adelantamientos peligrosos que ponen en riesgo la vida de los viandantes». En segundo, y aunque este año apenas se haya registrado un atropello en uno de sus tramos (calle Luisa Rosado), el Bulevar Ferroviario puede llegar a asemejarse a una pista de carreras «en horas nocturnas o fines de semana» incluso en el «carril bus». Por lo tanto, la asociación cree «pertinente» hacer hincapié en que «la prioridad de circulación (que defendemos), no es sinónimo de permiso para incrementar la velocidad».