La Pascuala inaugura el año sin piedad
El año arranca, como manda la tradición, con el cántico de esta sátira popular que a sus 25 se estrenaba en El Jaleíto, donde reunió a decenas de devotos
Al filo de la una del mediodía el sonido de la dulzaina y la caja ponía en alerta al personal. Agolpado al fondo del bar El Jaleíto, un respetable más bien talludito, vermú en ristre, calentaba la garganta y se lanzaba a la tercera y por lo bajo con el 'serranita, serranita, serrana de mis amores'. Al micrófono llegaba tras la jota telonera el protagonista de la jornada, entusiasta promotor del que llamó "nuestro tradicional rito" de año nuevo.
Pero antes, los agradecimientos. Miguel Ángel Salinas, cumplido, reconocía el apoyo de los cómplices del evento, que estrenaba escenario a sus 25 años gracias a la familia Godoy. Floristería Castilla recibía mención por donar el ramo con el que sorprendían a Marian, la anfitriona, y "Jesusón, el de Videosón", por hacer que la sátira suene alta y clara. Completaron el listado las referencias al artífice del caldo que 'amenizó' la espera, Javier Colino, a los propietarios de Bodegas Wamba, por la aportación de sus vinos, y, por deferencia, al Ayuntamiento de Burgos.
Hasta ahí la cortesía. Desataba entonces su lengua Salinas, al parecer bajo el embrujo de La Pascuala, y los devotos -que se contaban por decenas- se frotaban las manos. Tocaba arrear a diestra y siniestra: "Esto sí que es cojonudo, no sé por donde empezar. Se me acumula el trabajo, qué barbaridad".
Empezar supo, por arriba, "por los nuevos jefes", indicó, para mentar a "golpistas, traidores y batasunos" y atizar sin piedad a Pedro Sánchez. Le sucedían en el reparto Junqueras, Óscar Puente y "los mangantes de 'fachadolid'", culpables todos -según recitó el poeta y corearon los presentes- de los males que aquejan a la ciudad de Burgos y su futuro.
"Sin ambulatorios, sin aeropuerto, sin autovías y sin directo, sin carreteras y sin tecnológico, siempre diréis que oímos el mismo concierto", proseguía, para lamentar que "nos sacan del Atlántico nudo" y "nos quitan la policía, no nos dan más juzgados, nos quitan la Guardia Civil, ni médicos, ni Facultad de Medicina".
A cambiar tal destino llamó a "los mansos de mi Arlanzón", a los que interpelaba: "¿Es que en esta tierra ya no hay agallas?¿Es que ya no nos queda valor?". Mientras esperaba respuesta proponía con regocijo que la propia alcaldesa se erija consorte de Diego Porcelos en formato Gigantones, idea que gustó al público y arrancó más de una carcajada.
Y entre vivas a Burgos, España y La Pascuala, llegaba al término de los versos de rigor el cántico en sí del himno de aquellos que en hace un cuarto de siglo decidieron comenzar cada año al son de la copla que se canta en uno de los cuadros de la zarzuela llamada 'El fresco de Goya'. La llevó el Guti, cuentan, a la reunión en la que, primero en el bar Hija de Iturriaga, luego en el Nervión, intercalaban guasonas estrofas con vino blanco con limón.
La tradición se consolidó en 1990 en el bar Bostón y de allí partía el año pasado a la vermutería Victoria, vecina de El Jaleíto en el que, según dejaba caer Salinas en su alegato, esperan quedarse un tiempo.