Los Reyes Magos celebran en Burgos «el mejor momento» de su largo viaje
Miles de personas acuden a la Cabalgata, repleta de animales fantásticos, villancicos, danzas tradicionales e incluso rock / Melchor augura «más y mejores regalos» para el año que viene
Una tremenda granizada a las 5 de la tarde hacía presagiar lo peor. Tampoco animaba mucho a salir la lluvia que llegaría a continuación, pero estaba cantado que los Reyes Magos iban a desfilar por Burgos aunque fuese contra viento y marea. Al final, su magia surtió efecto y no cayó ni una sola gota. Con un frío del carajo, eso sí, la Cabalgata volvió a congregar a miles de personas a lo largo de la calle Vitoria y los aledaños de la plaza de Mío Cid. Ni pequeños ni mayores querían perderse la llegada de Melchor, Gaspar y Baltasar. En sus carrozas, y en las del resto de compañías participantes, más de 4.000 kilos de caramelos volaban hacia el público tal y como dicta tan dulce tradición.
«Nos ha llegado al corazón», reconocía Melchor, ya en el balcón del Teatro Principal, después de visitar el portal del niño Jesús junto a sus compañeros de travesía. Consciente de que venir a Burgos en «esta noche tan especial para todos» siempre «merece la pena», tranquilizó a los chavales más traviesos al asegurar que en esta ciudad «no hay niños malos». A continuación, se acordó de aquellos pequeños que «sufren guerras y hambre» a miles de kilómetros y de los que están cerca, a quienes tampoco «podemos dar la espalda».
No le cabe duda al más veterano de Sus Majestades de que los niños burgaleses van a «ser mejores de aquí en adelante». Por eso, auguró que el año que viene tendrán «más y mejores regalos». Aún con todo, animó a las nuevas generaciones a «cuidar el planeta» y de sus mascotas con el máximo cariño posible.
Tampoco salía de su asombro el rey Gaspar al ver a tantísima gente congregada frente al Principal. Hasta el punto de confesar, hablando en nombre de los tres, que recalar en Burgos constituye «el mejor momento de nuestro viaje por el mundo». Tan a gusto se siente en esta tierra, aunque haga «un poco de fresco», que acabó viniéndose un pelín arriba al proclamar que Burgos es «la leche de ciudad».
Al igual que Melchor, el rey de la barba castaña afirmó que los niños de Burgos se portan fenomenal. No en vano, les animó a «ser obedientes, hacer la tarea sin protestar y hacer caso a los profesores». A modo de chanza, se escuchaba en la plaza algún que otro abucheo. Sus Majestades lo oyen todo, pero tienen sentido del humor. También paciencia, sobre todo con los más perezosos a la hora de escribir su carta. Así las cosas, Gaspar aclaró que «si alguno se ha olvidado, como somos seres mágicos os dejaremos algún regalo».
Faltaba por salir a escena Baltasar y no se hizo de rogar. Sintió el «calor» y el «amor» de una ciudad «abierta y acogedora» que nunca puede faltar en su ruta. «¿Vais a ir a la cama pronto?», interpeló a los más pequeños de la casa recibiendo un clamoroso 'sí' por parte de los aludidos.
Teniendo en cuenta la infinidad de kilómetros que los Reyes Magos recorren en una sola noche, Baltasar pidió a los burgaleses «dejar algo para los camellos». Y también para los portadores de «todo tipo de regalos», aunque no lo dijo explícitamente porque ni falta que hacía. Sí apremió, de todo corazón, a «recordar a las familias que no han podido disfrutar de la felicidad que vemos en vuestras caras».
Los discursos de Melchor, Gaspar y Baltasar cerraron una Cabalgata multitudinaria que contó con la participación de una docena de carrozas, seis compañías artísticas (cuatro francesas y dos nacionales) y 14 colectivos locales. Hubo villancicos, danzas tradicionales, animales fantásticos e incluso el rock que tanto predomina por estos lares en cualquier gran fiesta que se tercie. La magia no solo estaba en los inmensos vehículos de Sus Majestades, sino en todos y cada uno de los participantes que soportaron el frío con estoicismo e ilusión a partes iguales.
También disfrutaron de cerca la triunfal irrupción de las carrozas en la plaza de Mío Cid un grupo de personas con discapacidad gracias a la plataforma elevada habilitada para la ocasión. Y los Reyes Magos, que se pasaron inmediatamente a saludar nada apearse, comprobaron que Burgos es una ciudad cada vez más inclusiva.