Investigan un fallo eléctrico como causa del fuego en Calleja y Zurita
Una octogenaria fallecía en el incendio. La cuidadora de la víctima trató de sacarla de la casa sin éxito y finalmente tuvo que saltar por la ventana. Hubo varios intoxicados
Una mujer 88 años fallecía en el incendio de una vivienda en la calle Calleja y Zurita, en la zona sur de Burgos. El centro de Emergencias del 112 recibía un aviso a las 8.36 horas en el que se informaba de un fuego en un piso del número 4 de la mencionada vía. Una espesa columna de humo negro que salía de las ventanas de la casa, orientadas a la calle Alfareros, alertaba al barrio.
Al lugar se desplazaron al menos dos ambulancias de Sacyl, agentes de Policía Nacional y Policía Local, que se encargaba de cortar el tráfico y reordenar la circulación del entorno, y varias dotaciones de bomberos. En concreto, hasta 13 efectivos del Servicio de Extinción de Incendios trabajaron en un siniestro que motivó el traslado de dos camiones, bomba y autoescala, un furgón y varios vehículos ligeros.
Aunque la investigación permanece abierta, las primeras hipótesis apuntan a que el fuego que causó la muerte de la octogenaria pudo producirse por un fallo eléctrico, posiblemente un cortocircuito en un enchufe. Será, no obstante, difícil de precisar con certeza el origen de las llamas, pues la habitación en la que comenzaron quedaba destrozada.
La víctima, con dificultades de movilidad, se encontraba en el domicilio junto con una cuidadora que trató en vano de sacarla de la vivienda una vez se desató el incendio. Ante la densidad del humo y al no poder abandonar la casa por la puerta, cerrada con llave, la asistente decidió saltar por la ventana del tercer piso a la cubierta de la terraza del primero, en el lateral opuesto a la fachada principal del inmueble, en la calle Alfareros, donde los estragos del incendio son aún visibles. «Ha salido descalza, desde alguna ventana la han lanzado unas zapatillas para que se cubriera mientras esperaba que la rescatasen», relataba una testigo, impactada por la situación.
Al abrir las ventanas, el humo se extendía por la fachada y penetró en otros domicilios del inmueble, lo que provocaba que varios vecinos tuvieran que ser atendidos por intoxicación por los sanitarios desplazados. Sin embargo, no se procedió a desalojar el bloque, pues al estar cerrada la puerta de la vivienda afectada, los pasillos y las escaleras comunes permanecieron libres de humo. «En estos casos la recomendación es confinarse», recordaba el jefe de Bomberos, Miguel Ángel Extremo.
Con los efectivos sobre el terreno, luchando por extinguir el fuego que se encontraba activo en una de las habitaciones de la vivienda, los familiares de la fallecida se aproximaban al portal, acordonado para evitar aglomeraciones y facilitar la labor de los profesionales.
Pasadas las 9.30, los sanitarios, tras intentar reanimar sin éxito a la fallecida, abandonaban la vivienda y confirmaban a los parientes de la víctima el trágico desenlace. El dolor era patente y de inmediato un psicólogo de Emergencias prestaba atención a los allegados, rotos de pena. La titular de la farmacia próxima prestaba sus instalaciones para ofrecer intimidad a la familia en momentos tan duros, a la espera de que el personal del Instituto de Medicina Legal acudiera a hacerse cargo del cuerpo de la anciana para el oportuno examen forense.
Una vez apagado el incendio y revisado su impacto en el resto de espacios del edificio, los bomberos abandonaban la zona y los grupos de curiosos en el entorno desaparecían. Una tensa normalidad tomaba entonces el barrio, donde tanto la víctima como su familia son muy conocidos por ser vecinos «de toda la vida» y trabajar alguno de ellos en negocios de la zona, según aseguraban residentes del inmueble y comerciantes del entorno, conmocionados todos por la tragedia.
Desde el Ayuntamiento de Burgos, la propia alcaldesa de la ciudad, Cristina Ayala, lamentaba públicamente esta triste noticia y enviaba sus más sentidas condolencias a los familiares.