Un homenaje al psiquiatra que soñaba entre lápices y pinceles
El Arco de Santa María acoge hasta el 18 de febrero una exposición en recuerdo a Juan Mons. La muestra está comisariada por su hija Blanca
Descubrir al Juan Mons más personal y desconocido. Ese el objetivo de la exposición ‘Homenaje a Juan Mons /77’ que se puede visitar en la sala del Arco de Santa María hasta el domingo 18 de febrero. Así lo explica su hija, Blanca Mons, comisaria de la muestra. «Mi padre se tomaba la pintura muy en serio, casi como si fuera su primera profesión. Nunca se quedaba a mitad de camino. Respetaba mucho a la pintura y no pintaba para gustar a los demás», relata.
Y es que Mons, que fallecía el pasado mes de junio, combinaba a la perfección sus dos pasiones: la psiquiatría y la pintura. Tanto amaba pintar y especialmente dibujar que «le robaba tiempo a su familia para dedicárselo a su amor por los lápices y los pinceles», recuerda Blanca con una sonrisa al otro lado del teléfono.
Santanderino de nacimiento y burgalés de adopción, Juan ejerció en la provincia como psiquiatra. Una especialidad que, al igual que la pintura, indaga en lo más profundo del alma y de la mente. «Mi padre dibujaba a diario y en cualquier parte. De hecho era lo que más le gustaba hacer», apunta Blanca. Los grandes formatos en óleo y acrílico llegarían más tarde. «Cuestión de espacio», señala. Tanto le gustaba dibujar a Mons que «en cada sitio que estaba se compraba una libreta y escribía su nombre y su teléfono en la última página por si la perdía», relata Blanca a modo de anécdota.
En la exposición, los visitantes encontrarán una selección de 80 piezas del autor. Muchas de ellas nunca han visto la luz como parte de sus bocetos u obras inacabadas que él nunca hubiera expuesto. «Una de las más especiales es un dibujo de unos barcos. Fue su última obra antes de fallecer», explica su hija. Juan Mons dedicó muchas de sus obras «al Camino de Santiago, al Canal de Castilla y a la Pasión. Sin olvidar las referencias propias que le llevaban al mundo de la infancia: a su mar, a la isla de Mouro, a las playas de Oyambre, al Embarcadero, a la tauromaquia o al mundo del circo, en el que unía al niño que fue convertido en abuelo orgulloso».
Asegura Blanca que la muestra es la mejor forma de mostrar cómo era su padre. Un hombre que «no era un hombre al uso, ni un padre al uso, ni una persona al uso». Y es que la obra de Juan Mons muestra a «un psiquiatra pegado a la vida real y a la comunidad y a un pintor amante de lo que hacía».
Dos personalidades que a pesar de parecer opuestas se unen «en el desdibujar la realidad y en mostrar lo que se piensa y las vivencias propias». Pero si algo tienen en común ambas profesiones es que «el tiempo invertido en el proceso no se corresponde con el resultado».
A lo largo de la exposición, podrán encontrarse obras representativas de «las diferentes etapas y de distintas técnicas», señala Blanca, quien hace hincapié en que «lo más importante es que la gente se acuerde de él y que se vaya con una sonrisa».
Sea como fuere, el legado de Mons está en buenas manos. De él, dos de sus tres hijos han heredado el amor por el arte y la expresión artística escogiendo profesiones creativas como forma de vida. «Yo me dedico a las artes digitales y mi hermano a la imagen, es cámara», apunta Blanca, quien asegura que la exposición es «un canto en su honor para hacer de su espíritu uno aún más grande».