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¿Sabes qué es la biodanza? Así es la actividad que une música y movimiento que ya ha llegado a Burgos

Carmen Cuartango imparte sesiones en la sede de la asociación 'La Escuela'. El psicólogo y antropólogo chileno Rolando Toro es el creador de esta terapia que «busca el bienestar físico y emocional»

Carmen Cuartango, en el centro, en una sesión de biodanza en las instalaciones de La Escuela.EVA GASCÓN

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Burgos

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Movimiento, música y grupo. Esos son los tres elementos clave de una sesión de biodanza, una propuesta de carácter humanista que trata de mejorar el bienestar y la salud de quien la practica y que se ha hecho un hueco en la capital burgalesa de la mano de Carmen Cuartango, la única facilitadora de la ciudad.

Docente del grado de Pedagogía en la Universidad de Burgos, Cuartango se ha formado además en el curso de especialista de Terapias Corporales de la UBU donde descubrió que «el cuerpo es una gran herramienta y un recurso con un potencial clave para nuestra salud». Trabajando con niños en Líbano y después en Australia, Carmen reforzaría esa idea y es que fue en este último país donde conoció la biodanza.

Esta disciplina, que busca la «integración armónica del cuerpo, la mente y las emociones», nacía en los años 60 de la mano del psicólogo y antropólogo chileno Rolando Toro. No sería hasta hace dos década cuando la actividad llegó a España, donde actualmente hay 22 escuelas y una asociación estatal de profesionales.

«La biodanza tiene el mismo objetivo que tienen otras disciplinas como el yoga, pero en este caso se incluye la experiencia con el otro y con el grupo, lo que hace que entre en juego una manera saludable de relacionarnos no solo con nosotros mismos sino con los demás», explica Cuartango.

Y es que si algo destaca la facilitadora de esta actividad es que «en un mundo en el que las prisas y la tecnología han tomado nuestras vidas», la biodanza «nos permite fortalecer los vínculos en diferentes entornos como laborales, de formación o familiares y prestar atención a nuestro interior y a nuestra salud física y mental».

Instante de una clase de biodanza.EVA GASCÓN

Para impartir esta disciplina «es necesario realizar una formación teórico- práctica de tres años en alguna de las escuelas oficiales que hay y después hay un año de actividad con supervisión», apunta Cuartango. A partir de ahí se necesita «un grupo de personas - a partir de tres- y un espacio acogedor» para desarrollar la actividad.

¿Cómo es una sesión?

Una sesión de biodanza dura aproximadamente una hora y media. «Es en el inicio de la sesión el único momento en el que el lenguaje adopta un papel protagonista porque después ya no se habla más», explica la facilitadora. En esa parte hablada «se abordan conceptos y lo que se va a hacer y los alumnos pueden explicar su experiencia y sus sensaciones en clases anteriores».

Después toman el mando el cuerpo, la música y el movimiento. «Tienen su propio idioma», matiza Cuartango. La música es clave en las sesiones y no sirve cualquier tema. «Al principio se utilizan melodías más activas y la sesión se finaliza con temas más calmados», apunta Cuartango, quien señala que «lo habitual es que los alumnos comiencen bailando solos y después compartan la música y el movimiento con otros compañeros para acabar bailando con todo el grupo».

De esta forma «a través de la música más activa se busca fortalecer la identidad de cada uno y con las melodías calmadas mejorar la percepción corporal». A este tenor, Cuartango recuerda que «la neurociencia ya ha puesto de manifiesto que no tenemos solo cinco sentidos sino siete».

A los ya conocidos se suman la interocepción- la percepción del estado interno del organismo- y la propiocepción, el sentido que nos permite percibir la ubicación, el movimiento y la acción de las partes del cuerpo. Precisamente la biodanza «hace especial hincapié en desarrollar estos dos últimos sentidos para mejorar nuestra concepción corporal», relata la facilitadora.

Carmen Cuartango es la única facilitadora de biodanza en Burgos.EVA GASCÓN

Entre los beneficios de la biodanza, Carmen destaca que «potencia la salud de forma integral porque nos mejora a nivel físico, psicológico, emocional y relacional» y es que «muchas veces en nuestra vida nos integramos en una inercia y no sabemos por qué hacemos lo que hacemos. El movimiento sentido nos ayuda a centrarnos», añade. Y es que la actividad mezcla «ejercicio físico, música y socialización y se logran vínculos fuertes y potentes entre los alumnos. Se hace comunidad y se hace tribu».

La biodanza, señala Cuartango, se puede realizar con adultos y con niños. «Hay diferencias entre unos y otros especialmente porque los más pequeños no tienen vergüenzas a la hora de expresarse con sus movimientos. Son más espontáneos», apunta al tiempo que afirma que «los adultos llegan más encorsetados. Llegan en una caja de la que hay que salir».

Carmen señala que «la biodanza sorprende cuando se practica por primera vez» y es que «los alumnos salen de su zona de confort e indagan en su propio movimiento». Cuartango ofrece actualmente clases en la sede la asociación La Escuela en la calle Rey Don Pedro, 35 y a través del programa Educa de Fundación Caja de Burgos.