El Correo de Burgos

LA POSADA

Burgos renacentista. Más allá de las murallas

La ciudad ambiciona recuperar el brillo alcanzado en los siglos XV y XVI, eje de su apuesta por la Capital Cultural Europea en 2031 que impulsa ya iniciativas turísticas 

El Arco de Santa María forma parte de la ruta del Renacimiento ideada para presumir de legado, más allá de la Catedral. Y del río.

El Arco de Santa María forma parte de la ruta del Renacimiento ideada para presumir de legado, más allá de la Catedral. Y del río.TOMÁS ALONSO

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Burgos

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Fue un tiempo de esplendor, de descubrimientos y conquistas en ultramar, de avances y brillo cultural, a cuyos brazos Burgos supo lanzarse para crecer. Saltaba la urbe de sus propias murallas medievales, como lo hacía el mundo ‘conocido’, y corría en pro de una riqueza manifiesta que dejó en herencia no pocas muestras, tangibles y de espíritu, pues aquella efervescencia forjó el carácter emprendedor local.

«Nos encontramos ante el periodo más brillante desde el punto de vista económico y, en consecuencia, también artístico. El mecenazgo impulsado por las grandes instituciones eclesiásticas fue en estos momentos ampliado por las familias aristocráticas que se instalan en Burgos de manera más o menos permanente, como los Condestables de Castilla, para estar en el entorno de la corte», explica el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Burgos, René Jesús Payo.

Señala además el papel fundamental que en este auge tuvieron los mercaderes de la ciudad. «Fue un momento especialmente rico en lo que se refiere a la llegada de piezas, de tal manera que Burgos tiene hoy en día una de las colecciones artísticas procedentes del norte más importantes de España, con pinturas, esculturas, tapices, también libros evidentemente, fruto de ese enorme trasiego», añade.

Todo ello impulsó que en la ciudad se instalaran grandes maestros, como los Siloe, los Colonia y Felipe Bigarny, impulsores de escuelas artísticas «que irradiaron con su actividad a los territorios cercanos, como Valladolid y Palencia, pero también a territorios lejanos, como Sevilla, donde se instalaron muchos artistas burgaleses».

Marcaría, pues, el sino de la ciudad un Renacimiento al que ahora vuelve sus ojos con la esperanza de recuperar la importancia de cuyos vestigios puede presumir y presume. Inspira aquella época entre los siglos XV y XVI (da nombre, de hecho) el proyecto con el que pretende reinar en el continente dentro de siete años. Porque la aspiración a proclamarse Capital Europea de la Cultura en 2031 se asienta precisamente en aunar este próspero pasado con la vanguardia creativa. La intención: elevar el fruto de tal sinergia a eje de desarrollo territorial.

Una propuesta «redonda», a juicio de Payo: «Igual que renació la ciudad en los siglos XV y XVI, como consecuencia de esta apertura económica, cultural, creo que en este momento Burgos tiene la oportunidad de renacer otra vez abriéndose al mundo, reforzando su papel como referente económico, pero también convirtiéndose en un lugar de referencia de carácter cultural».

De tal afán, que comparten todas las entidades públicas y privadas implicadas, beben ya iniciativas diversas. Entroncan todas con la memoria del Renacimiento que marcó el devenir burgalés, agradecido siempre a la abundancia de una época en la que el poderío de su nobleza, la constante visita de reyes y príncipes y el vigor de su comercio, con la Mesta y los negocios con Flandes y Nápoles, hicieron de la ciudad una de las más destacadas plazas de Castilla.

El urbanismo civil y religioso se vio beneficiado por la riqueza que poseía. Edificación de palacios y casonas, nuevas capillas en la Catedral, reconstrucción y ampliación de templos y conventos... Toda una explosión de talento arquitectónico y escultórico en unos años de fulgor que no se repetirían jamás. De momento.

Dispuesto a aprovechar el tirón de tal legado el Ayuntamiento se lanzaba a definir una ruta adaptada al relato de la citada candidatura y jalonada, con tal fin, de lugares que atestiguan la relevancia histórica, cultural y artística de la época en cuestión. De paso, la iniciativa permite redescubrir hoy un nuevo Burgos, complementario y, al tiempo, distinto al típico que dibujan sus archiconocidos ‘activos’ turísticos (véase, Catedral y Museo de la Evolución Humana).

Para lograrlo, la nueva propuesta conduce al visitante «al otro lado del río Arlanzón» y le hace desfilar frente a elementos que para los burgaleses forman parte de su paisaje cotidiano, ajenos buena parte de la relevancia que otrora tuvieron.

Y es que precisamente «el Burgos que está al otro lado del río surge en este momento. Se construye entonces el convento de la Merced, se articula el barrio de la Vega en torno a grandes construcciones renacentistas, como la Casa Miranda, la Casa de Hurtado de Mendoza, ahora conocida como la Casa de Íñigo Angulo, o la Casa de los Melgosa. También surgió ese gran proyecto, lamentablemente frustrado, de la Universidad Burgalesa en torno al edificio del Colegio San Nicolás, actualmente sede del instituto Cardenal López de Mendoza», relata el docente, para recordar además que a la misma época debemos portadas renacentistas tan singulares, como la de la iglesia de San Cosme y San Damián, en cuyo interior está enterrado uno de los príncipes de las artes del Renacimiento español, que es Cristóbal de Andino, el gran rejero, o el Hospital de la Concepción, uno de los grandes centros asistenciales de Burgos y de Castilla en aquellos momentos». «Creo que tiene un enorme sentido pasar el río, pasar ese puente de Santa María o pasar ese puente de San Pablo y recorrer ese otro Burgos», considera.

De regreso, la ruta ideada por el Ayuntamiento se recrea también en lugares tan relevantes como el Arco de Santa María, la iglesia de San Nicolás, el interior del Museo del Retablo, la iglesia de San Gil y un recorrido temático por la Catedral por algunas zonas reseñables como las capillas de los Condestables, Santa Ana, Presentación, el cimborrio o la Escalera Dorada.

Completan el listado de paradas enclaves como el Palacio de Castilfalé y la Casa del Cordón a los que se suman otros que suelen pasar desapercibidos al ojo del visitante, como los conventos de San José y Santa Ana, (junto al MEH) y Santa Dorotea. También figuran en el recorrido la Cartuja de Miraflores y el Monasterio de las Huelgas, evidenciando el desarrollo de la actividad monástica en esta época.

Durante el recorrido se adecuará la información añadida de los elementos visitables que se encuentran a su paso, así como las posibilidades gastronómicas (productos y mercados, rutas delicatessen), y anécdotas históricas de la época (imprenta Fadrique de Basilea) para poder realizar una visita lo más completa posible.

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