Patrimonio
La caída de un ornamento obliga a revisar las dos agujas de la Catedral de Burgos
El proyecto está «aprobado y a punto de ejecutarse». Los capiteles se restauraron hace 30 años. La recuperación de las vidrieras de la Capilla de los Condestables está en fase de redacción y se plantea una renovación de la Sala Beato Valentín Palencia
Tras casi 30 años de restauración constante de la Catedral de Burgos el objetivo es mantener el templo en sus mejores condiciones. «Desde hace un par de años están suspendidas las obras de gran magnitud y ahora lo que estamos haciendo es más bien una labor de mantenimiento», señala el delegado de Patrimonio del Cabildo de la Catedral de Burgos, Juan Álvarez Quevedo.
Un sistema de seguimiento constante de cada rincón del templo es el mejor termómetro para atajar un problema desde el inicio. Y así ha sucedido con las agujas de la Catedral de Burgos. Su mal estado obligó a una intervención, de las primeras del magno proyecto de intervención que ha permitido recuperar el esplendor de la Seo burgalesa. Ahora un defecto localizado obliga a intervenir. «Con el desprendimiento de un crochet hace un tiempo nos hemos planteado una revisión general de las dos agujas», añade Álvarez Quevedo. Se trata de una especie de mini gárgola de motivos vegetales que jalonan los exteriores de la estructura y que son seña de identidad de los capiteles.
El proyecto de revisión de estos dos emblemas de Burgos ya está aprobado por las autoridades competentes y está a «punto de ejecutarse». Y es el claro ejemplo de la fase de restauración en la que se encuentra el templo burgalés que ya cumple 803 años desde que se colocó la primera piedra allá por 1221: mantener y conservar.
La moderna fase de restauración del templo, tras las intervenciones acometidas con más o menos fortuna en el siglo XIX, arrancó, precisamente, por los pináculos mas altos de la Catedral. En enero de 1992 ya se medía la evolución de las grietas que la erosión de los apliques metálicos había trasladado a la piedra. La Junta de Castilla y León y el Ministerio de Cultura aprobaron una intervención en las dos estructuras ante los evidentes daños. Antes, el 12 de agosto, otro elemento, la estatua de San Lorenzo de la misma fachada de Santa María, cayó al suelo. Fue evidente la necesidad de un plan integral de restauración del emblema de Burgos.
Un mes después, arrancaba la recuperación de las cumbres de la fachada de Santa María de la Catedral. Se puede decir que es el primer elemento restaurado en la intervención de conservación contemporánea. Y la lógica invita a que sea el primero de los elementos a revisar.
Es, además, de un emblema de la ciudad y del templo burgalés, un desafío arquitectónico que tuvo un efecto rompedor en la Castilla del siglo XV. La llegada de Juan de Colonia fue clave para la culminación del monumento catedralicio. Su misión era culminar la fachada occidental, la fachada de Santa María.
El encargo de Alonso de Cartajena, que le trajo a Burgos desde tierras belgas, era reproducir esos pináculos que casi rozaban el cielo y que había visto en Centroeuropa. Así que el 18 de septiembre de 1442 empezó con el remate de la puerta de Santa María. Los dos niveles sin torre, el remate de la galería de tracería y las torres que culminan en las agujas componían el grueso del encargo.
16 años llevó levantar la icónica imagen donde las agujas, de forma octogonal sobre una torre cuadrada, parecían gráciles y alcanzaban más de 75 metros de altura puesto que culminaban con dos estatuas de San Pedro y San Pablo que se retiraron en el siglo XVIII por el peligro de caída probablemente.
En el ecuador del proyecto de las vidrieras
Esta es una de las intervenciones de mantenimiento más ambiciosas actualmente y entre las acciones de restauración que marcarán un antes y un después será la incorporación de las vidrieras de la Capilla de los Condestables. El proyecto de restauración y conservación afronta el ecuador de las tres fases en las que se ha dividido. Está en fase de redacción el proyecto de intervención para recuperar la parte original de los 14 ventanales ubicados en la capilla que recuperará su luz y cromatismo original tras retirarse hace cinco años.
«Se ha finalizado el estudio previo que se ha realizado en el Taller de Restauración del Arzobispado y ahora estamos en la segunda fase que está relacionada con la redacción del proyecto por parte del Ministerio de Cultura y luego ya quedaría pendiente la licitación que también harían ellos», explica el presidente del Cabildo de la Catedral, Félix José Castro.
El proyecto tiene un presupuesto que ronda los 900.000 euros y permite recuperar los cristales cromados de Arnao de Flandes entre 1511 y 1515 que la batalla de Burgos durante la Guerra de Independencia contra las tropas francesas de Napoleón hizo saltar por los aires. «Se conservan las piezas originales en un 50% de las cristaleras y el proyecto propondrá a ver como se hace la reintegración en su ubicación original», añade Castro.
Satisfacción por la evolución del proyecto que en diez meses ya afronta la redacción del proyecto en una planificación a dos años y medio vista aunque no es la primera intervención que se hace sobre los cristales que han vuelto a la sacristía de la capilla de los Condestables. «En estas vidrieras ya se ha intervenido hace cuatro o cinco años con una protección exterior», apunta Álvarez Quevedo.
Mantenimiento y pequeñas intervenciones
Entre esas pequeñas obras que hacen que la Catedral esté en ese proceso de mantenimiento constante está la remodelación de la Sala de Exposiciones Beato Valentín Palencia. «Estamos planteando traer grandes exposiciones dentro de la programación cultural de la Catedral de Burgos y estamos intentando preparar la sala para ampliar las posibilidades de nuevas exposiciones», propone Castro.
Además, se plantean actuaciones del día a día como «el saneamiento de las diferentes unidades de la Catedral porque, de vez en cuando, aparecen ciertas humedades y lo que tenemos que tratar es de atajarlo un poco antes de que sea un problema serio», añade Álvarez Quevedo.
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Fotos: Un recorrido exclusivo para conocer la labor de mantenimiento de la Catedral de Burgos
Natalia Escribano
Entre esa recuperación de pequeños espacios está la intervención en el Sepulcro de Fernando de Fuentepelayo obra atribuida a Gil de Siloé y Simón de Colonia que está en la Capilla de Santa Ana. «Tiene el mismo defecto que los relieves del Trasaltar y habría que hacer un análisis y ver un poco cómo solventarlo», explican. A ello habría que unir el Sepulcro de Alonso de Cartagena como intervenciones pendientes para mantener y conservar un legado histórico.