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Semana Santa burgalesa: De padres a hijos

Una familia de cofrades burgaleses muestra cómo se vive la Semana Santa desde una cofradía, el sentimiento que genera y cómo comparten esta tradición con sus hijos de ocho y tres años

La familia Sáez Vicario en la Iglesia de San Gil.Ricardo Ordóñez / ICAL

Burgos

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Cuando Virginia Vicario conoció a su pareja, Jorge Sáez, sus planes para celebrar Semana Santa cambiaron por completo. Dejó atrás los viajes y comenzó a participar más activamente en la cofradía de la que formaba parte Sáez, hasta que finalmente se unió a ella. Hoy, junto a sus hijos de ocho y tres años, viven cada año una Semana Santa diferente, llena de actividades y emociones que comparten con los más pequeños y con otras familias cofrades.

Jorge Sáez fue el primero de la familia en hacerse cofrade. Fue en 1996 cuando pasó a formar parte de la Real Hermandad de la Sangre de Cristo y Nuestra Señora de los Dolores, la cofradía de la parroquia de San Gil, a la que había pertenecido toda su vida. “Tenía muchos amigos que estaban en la cofradía y en la banda de cornetas y tambores”, recuerda a la agencia Ical. 

La Banda de Cornetas y Tambores de la Real Hermandad de la Sangre de Burgos y Nuestra Señora de los Dolores buscaba en aquel momento integrantes, y cuando le ofrecieron entrar, no se lo pensó. 28 años después, aún forma parte de ambas, e incluso está en la Junta Directiva de la Hermandad.

La familia Sáez Vicario en la Iglesia de San GilRicardo Ordóñez / ICAL

Sin embargo, no fue el único Sáez que pasó a formar parte de esta cofradía. Siguieron sus pasos sus dos hermanos, que también pasaron a formar parte de la banda de adultos, e incluso uno de ellos dirige hoy la banda de niños. Virginia Vicario se unió un poco después, en 2011, tras la boda con Jorge, aunque recuerda que ya desde que se conocieron empezó a participar activamente en la cofradía, pese a no ser miembro oficial.

“Cuando empecé a salir con él, mi Semana Santa cambió totalmente. Ya no era salir por ahí, hacer viajes….etcétera. Se centró todo en quedarse aquí”, afirma. Tras hacerse cofrade, su participación fue mucho más activa, y hoy en día se viste de ‘manola’ en las procesiones. Los últimos en unirse a la Real Hermandad de la Sangre de Cristo y Nuestra Señora de los Dolores y convertirse en cofrades fueron los pequeños Sergio y Martín Sáez, los hijos de la pareja.

Sergio lo hizo nada más nacer, en 2016, y en 2021 se unió a él su hermano pequeño Martín, aunque este contaba con un año, debido a que nació en 2020, durante la pandemia. “En nuestra cofradía hay muchos niños y muy buen ambiente, y les llama mucho la atención”, explican su progenitores, que señalan que desde la propia Hermandad se trata de lograr que los más pequeños se sientan “integrados y cómodos” y puedan participar activamente en las actividades de la Semana Santa.

La familia Sáez Vicario en la Iglesia de San Gil.Ricardo Ordóñez / ICAL

Después de varios años viendo a su padre tocando la corneta, Sergio pidió a sus padres entrar en la banda, y a día de hoy forma parte de la banda infantil, que dirige su tío. Lo hace tocando el tambor, algo que asegura que le “encanta”, y espera siempre con ansias la llegada de estas fechas tan señaladas en el calendario. “Aunque Jorge lleva tocando tantísimos años, nunca le dijimos al pequeño que se metiese a la banda. Fue él quien nos dijo que quería participar”, explica Vicario, y el propio Sergio matiza que quería entrar porque en ella estaban también sus primos.

Una banda infantil que en un futuro será “salvia nueva” para la Cofradía, y su banda de adultos, y que permite también un relevo generacional. Sin embargo, en este punto, Sáez señala que cada año son más las personas que acuden a la ciudad para disfrutar de los pasos, y también hay más interesados en pertenecer a una cofradía. “Llevamos unos cuantos años que se están haciendo un montón de cofrades nuevos, y cuantos más hay, más amigos traen. Al final es un efecto llamada”, añade.

Semana Santa, desde una cofradía

Antes de convertirse en cofrades, tanto Virginia como Jorge iban a ver las procesiones, pero ambos coinciden en que se vive la Semana Santa de forma diferente cuando formas parte de una cofradía. “Los sentimientos están un poco más a flor de piel. Se notan más nervios y un poco más de preocupación para que todo salga bien y los esfuerzos se vean recompensados”, explica Vicario. Sáez señala además que para él, el pertenecer a una cofradía de la que ha sido su parroquia de toda la vida es un “sentimiento muy bonito”.

Asimismo, destacan lo unidos que están los cuatro en esta época, porque siempre que se puede, asisten juntos a las procesiones o encuentros. “Vamos a ver una procesión y vamos todos, en familia. Es un pack y al final te une”, resume Sáez.

Por otro lado, el hecho de que en su Hermandad haya más familias con niños ayuda mucho, ya que los pequeños pueden estar con otros amigos y pasarlo bien. “Estaba deseando que llegase Semana Santa porque me encanta salir”, afirma el pequeño Sergio.

Pese a los momentos de unión y la emoción que viven todos ellos durante la Semana Santa, reconocen que pertenecer a una cofradía y gestionar la vida familiar y laboral es un “sacrificio” por parte de todos aquellos que participan activamente en Semana Santa.

 “Se sacrifican muchas horas, preocupaciones, querer que todo salga bien, pero luego los ves desfilando, salen tocando y los disfrutan”, afirma Vicario, que señala que ese “pequeño orgullo” que se siente al ver salir los pasos de su cofradía “no se lo quita nadie”. “El sacrificio merece la pena”, concluye.