El Correo de Burgos

Semana Santa 2024

«Dejémonos amar hasta el extremo de nuestro corazón»

El arzobispo de Burgos, Mario Iceta, aprovecha la Solemne Misa de la Cena del Señor para animar a los fieles a «poner todo en manos de Jesús»

Fidel Herráez y Mario Iceta en el altar mayor de la Catedral de Burgos.

Fidel Herráez y Mario Iceta en el altar mayor de la Catedral de Burgos.ARCHIBURGOS

Burgos

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«Aquella Santa Cena, que ocurrió hace 2.000 años, se renueva cada vez que celebramos la eucaristía», recordaba el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, mientras presidía la solemne misa de la Cena del Señor, durante la tarde del Jueves Santo, en el altar mayor de la Catedral. Junto a él se encontraba además el arzobispo emérito de Burgos, Fidel Herráez, quien concelebró la eucaristía junto a parte del Cabildo Metropolitano de Burgos, encabezado por su deán-presidente, Félix José Castro.

Después de señalar que «el Reino de los Cielos se parecerá a un banquete nupcial», el arzobispo aprovechó el también conocido como Día del Amor Fraterno para reflexionado sobre la importancia de dejarse querer: «Nuestra experiencia vital del amor cada vez es más limitada. Se confunde el amor con el egoísmo. Amar hasta el extremo significa entregar la vida hasta cuando estás caído», sentenció.

«Si el Padre ha puesto todo en las manos de Jesús, ¿por qué tú no lo pones todo en las manos de Jesús?», preguntó Iceta, tal y como recogen desde la Archidiócesis de Burgos, para proseguir explicando la importancia de dejarse amar por Dios. En este sentido, no dudó en enfatizar que «solo el amor tiene fuerza para purificar y vivificar y solo un amor infinito como el de Dios puede purificar nuestras vidas y darnos una eternidad».

Y es que, tal y como indicó el arzobispo, no dejarse amar es, muchas veces, una cuestión de soberbia: «A nosotros nos cuesta muchas veces dejarnos amar. Dejarnos amar es reconocer nuestra vulnerabilidad, es reconocer nuestras carencias, es reconocer que necesito de los demás, que no soy autosuficiente, que necesito de Dios. No dejarse lavar es no reconocer esa soledad originaria, no reconocer que mi vida solo puede llegar a plenitud cuando alguien me ama, cuando alguien se entrega a mí» subrayó.

Y haciendo una analogía con el lavatorio de pies que Jesús hizo con sus apóstoles, Iceta pidió a los allí presentes que «hoy nos dejemos amar hasta el extremo de nuestro corazón. Hoy, confiemos nuestra vida en las manos del Señor. Queremos ser sus amigos. No hay nada más importante. Dejémonos lavar los pies, descalcémonos ante Él y hagamos lo mismo con el prójimo».

Precisamente, tras la homilía, el arzobispo lavó los pies a doce de las personas que asistieron a la celebración eucarística, entre los que había acólitos y miembros de la Cofradía de las 7 Palabras y del Santísimo Cristo de Burgos. La celebración concluyó, como es tradición, con la reserva del Santísimo Sacramento en el monumento instalado en la capilla de Santa Tecla de la Seo. Cabe destacar además que la celebración estuvo amenizada por el Coro de la Catedral.

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