El Patillas, historia viva de Burgos, celebra por todo lo alto su 111 aniversario
La mítica taberna soplará velas el sábado 13 de abril con «música, arte y duende» y el firme objetivo de que «todo el mundo se sienta a gusto, como siempre»
El Patillas, más que un bar, es una institución. Es, y será por siempre, historia viva de Burgos. Su fama traspasa fronteras. Hablamos de un lugar de culto, refugio de artistas de toda índole y mentes creativas, de bohemia en estado puro y alegría al cubo. Sus paredes narran miles de historias y es de justicia celebrar como se merece un aniversario que no es redondo pero sí hermoso.
111 años, tres generaciones de taberneros (los Quintano) y distintos gerentes desde la jubilación del mítico Amando hasta que en marzo de 2023 Javier Ibáñez se colocó al frente de este templo de la música en vivo.
El Patillas abrió sus puertas por primera vez el 14 de abril de 1913 con Elías Quintano tras la barra. Tiempos difíciles los que se vivieron a principios del siglo pasado, con la primera Guerra Mundial en ciernes y continuas huelgas sociales. Elías se mantuvo hasta que tomó el relevo su hijo Baldomero. Corría el año 1936, estalló la Guerra Civil y el desastre era palpable en la vida y economía de la gente.
Afortunadamente, la taberna sobrevivió a la desgracia bélica. A partir de los años 40 y en las siguientes décadas, se convirtió en un templo donde respirar «música, arte y duende». Y libertad a pesar de todo. Porque si algo caracteriza a este establecimiento único, es que «cuando cruzas la puerta da igual lo que pienses. Aquí no se habla de política, ni de fútbol, ni de religión. Aquí se viene a disfrutar», comenta un cliente habitual.
En 1982 se hacía con las riendas del negocio Amando Quintano, nieto de Elías. Tercera generación, mismo espíritu. Amando estuvo tras la barra hasta 2013, año en que, por jubilación, cedió el testigo al primer gerente que no llevaba el mismo apellido. Esta etapa acabó con el cierre en 2017.
Ya en 2020, con la archiconocida pandemia mundial, Amando fallecería en diciembre dejando la verja echada. Fueron muchos quienes temieron nunca más se volviera a abrir. Más de 100 años de fotos en las paredes que podrían no haber vuelto a ver la luz.
En este tiempo, el cariño y respeto cosechados por los Quintano llevaron al Ayuntamiento de Burgos a poner el nombre del bar a una vía, la calle El Patillas en el barrio de Fuentecillas, y a otorgar a Baldomero y Amando, respectivamente, el título de Buen Vecino de Burgos, entre otros reconocimientos, por su larga trayectoria y aporte al valor turístico de la ciudad.
En diciembre de 2021, bajo una nueva gerencia, se iniciaba otra etapa que duró poco más de un año. Y fue el 4 de marzo de 2023 cuando Javier Ibáñez reabría la taberna con un objetivo nítido, mantener el espíritu de Amando. En sólo trece meses, el resultado es contundente.
«Si Amando estuviera aquí, estaría orgulloso de haber dejado su legado en buenas manos», «Amando lo estará disfrutando, qué alegría volver a ver ambiente como el de antaño», «defender la filosofía del bar y su parroquia, y defender el amor por la música», «es la primera vez que venimos y nos ha encantado ¡Repetiremos seguro!». He aquí una breve muestra de los mensajes que, por distintas vías, llegan de los clientes.
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Clientes de toda la vida y nuevas generaciones. Locales y foráneos. Porque si algo se palpa en esta nueva etapa es que el Patillas, como la música que se respira y escucha en sus paredes, no conoce límites. Da igual tu edad, sexo, credo, ideología o procedencia. Solo tienes que cruzar la puerta y dejarte llevar, seas músico o no.
A lo largo de su historia han hecho parada Joan Báez, Paco de Lucía, Camarón de la Isla, Pasión Vega o el radiofónico Ángel Carmona, además de otros músicos a los que se les considera de la casa como Diego Galaz, que dice «en el Patillas me he hecho músico, y persona».
¿Y quiénes nunca han sostenido un instrumento en sus manos? También el Patillas es lugar de encuentro para ellos. «Mi abuelo ya venía aquí», comenta un habitual. «Me he mudado a Burgos hace poco y la primera vez que vine al Patillas no conocía a nadie, pero ahora puedo venir sola y siempre te encuentras con alguien para charlar. El Patillas es casa», comenta otra asidua.
Algo similar siente el propietario, Valentín Fernández, quien rememora «me pasé mis años de juventud aquí». Y un sentimiento parecido manifiesta el actual gerente, Javier, «amante de la guitarra y buen conocedor del ambiente de la taberna». El tándem creado por Fernández e Ibáñez ha vuelto a colocar en lo alto a este establecimiento único en Burgos que cuenta con la Protección Etnográfica a nivel municipal por su valor cultural y está protegido por Patrimonio. Porque los tesoros hay que salvaguardarlos.
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Al equipo actual hay que añadir la frescura, juventud y buen hacer de Rodrigo Merino, quien releva a Javier Ibáñez los sábados para que pueda descansar, ya que el Patillas abre de martes a sábado en horario de tarde-noche y los domingos a la hora del vermut.
Pero el sábado 13 de abril se vivirá una jornada especial: la celebración de los 111 años de la taberna, con apertura desde las 13:30 y hasta las 02:30. Trece horas de música, arte, duende, recuerdos y pinchos, elaborados por Ibáñez con el mimo y esmero que siempre pone en cada cosa que hace. Y con la intención de que «todo el mundo se sienta a gusto, como siempre. Los protagonistas serán los clientes que vengan». Y por supuesto Amando, Elías y Baldomero, cuyo recuerdo está presente cada día que el Patillas regala a esta ciudad vivencias únicas e improvisadas. Como la vida misma.