El Correo de Burgos

Proyecto Hombre 

Las mujeres retrasan la atención a sus adicciones por el estigma social

Las mujer protagoniza el 20% de los casos que se atienden en Proyecto Hombre, la mitad con una vida estable y trabajo. «Ellas lo tienen más difícil por su labor de cuidados, tienen menos apoyo social y familiar»

El equipo de Proyecto Hombre durante una reunión de trabajo.

El equipo de Proyecto Hombre durante una reunión de trabajo.SANTI OTERO

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Burgos

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El factor género se siente a la hora de buscar auxilio cuando todo se desmorona. Ser mujer pesa a la hora de pedir ayuda para frenar al monstruo de la adicción. Y alrededor parecen no darse cuenta. «Nos llegan muy pocas para lo que creemos que hay, a ellas se les hace más difícil acceder a nuestros programas por ser mujer», asegura la directora de Proyecto Hombre Burgos, Marta González.

El último año sólo dos de cada diez casos atendidos por la Fundación Candeal fue una mujer. Ellas suponen el 20% de la actividad terapéutica que se desarrolla en Burgos. A la mujer le pesa mucho el rol de cuidados a la hora de pedir ayuda y reconocer que la adicción es ya un problema. «Ellas afrontan el cuidado de los hijos (el 58% es madre) y tienen miedo a perderlos, puede haber dificultades de pareja que probablemente también son consumidores, puede haber también abusos, explotación sexual por parte de la pareja, pero también se dan situaciones de adicción en mujeres en situación estable y con una vida normalizada», explican.

El 54% de las que han acudido a terapia tienen un empleo que en el 31% de los casos compaginan con el tratamiento y el 23% están de baja en el momento en el que llegan. El 46% están en paro. Otra cuestión que diferencia a las adictas de los adictos es que el 59% acuden acompañadas. «En los hombres el acompañamiento es mucho mayor, generalmente la mujer, una madre, en ellas hay menos apoyo y más estigma social», reseña.

Y esa es la razón por la que «hay mucho infradiagnóstico, se nos escapan y, mientras pueden, viven en una pantalla que con el tiempo acaba desmoronándose». Como causa principal de acceso a las terapias en mujeres es el alcohol en el 26% de los casos tratados. Le sigue, de cerca, la cocaína con el 22%, la heroína y anfetaminas en el 18% de los tratamientos y las ketaminas y benzodiacepinas a penas un 7%. Es precisamente este último porcentaje el que no encaja para Marta García. «Si ponemos en común el consumo de tranquilizantes con los casos que nos llegan hay mucho infradiagnóstico».

Estas adicciones van acompañadas de otros problemas secundarios pero que apuntalan el deterioro de la persona. En mujeres lo más común son cannabis porque «sigue habiendo una aceptación muy peligrosa» y en el 23% de los casos añaden anfetaminas al cóctel que les destruye la vida poco a poco. Porque en ellas «la adicción llega mas tarde pero cuando acceder a ayuda para superarlo están mucho peor que el hombre porque el puede tener adicciones y su mundo no se desmorona y ellas son la referencia en el cuidado de los hijos, en la estructura social, en el colegio...». Ante este estima social, esa señalización beben o consumen drogas a escondidas cuando las cantidades empiezan a ser mayores, tomar pastillas es una cuestión de nervios o el estrés que impide conciliar el sueño. Pero al final «aunque llegan más tarde al consumo la adicción llega más rápido». La edad media de las mujeres atendidas es de 38 años. Llevan años escondiendo los problemas entre los suyos que «o no se dan cuenta o no se quieren dar cuenta».

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