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Los centros sociosanitarios que sustituirán al edificio de las Adoratrices abrirán en 2026

El derribo ya iniciado de las instalaciones se prolongará dos meses y 18 más la construcción de los inmuebles impulsados por la Cofradía de la Concepción: un centro de mayores que gestionará Ballesol y el Instituto de Investigación Biomédica, con Enrique Lastra al frente

El derribo del edificio de las Adoratrices, ubicado junto al seminario de San José, avanza a buen ritmoTOMÁS ALONSO

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Burgos

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«Por fin», sentencia Fernando Saiz. Es su primera, y lógica, reacción al preguntarle por el inicio del derribo del antiguo edificio de las Adoratrices, emplazado en el número 5 del paseo del Empecinado. Y es que tras muchos, pero que muchos años empeñado en dar el oportuno uso al dinero en posesión de la Cofradía de Caballeros de la Purísima Concepción de Nuestra Señora la Madre de Dios, lo soñado primero, y proyectado después, cobrará forma. Saltarán así del papel los dos centros sociosanitarios planteados: una residencia para personas mayores, cuya construcción y posterior gestión asumirá el grupo Ballesol, y el Instituto de Investigación Biomédica, con el oncólogo Enrique Lastra al frente.

El máximo responsable de esta entidad -más conocida por el diminutivo de Cofradía de la Concepción- se anima incluso, esta vez sí, a dar plazos. La demolición en curso se prolongará durante «al menos dos meses», periodo en el que tendrán que adjudicarse la ejecución de las obras de sendos edificios, con un plazo de 18 meses para materializarse. Así, será 2026 el año en el que, «si nada se tuerce», precisa Saiz, ambos espacios entrarán en servicio.

Sobre el actual derribo, el representante de la Cofradía de la Concepción explica que ha sido del todo inviable mantener el edificio existente, pues la estructura y la distribución de las antiguas dependencias eran incompatibles con los nuevos usos pretendidos, máxime cuando los centros de mayores han de cumplir estrictas normativas en cuanto a diseño que garanticen el bienestar de los usuarios.

Aunque las instalaciones de Ballesol estarán conectadas con el Instituto de Investigación Biomédica, serán dos espacios independientes. No obstante, la intención de Saiz es alcanzar un acuerdo con la empresa de servicios sociosanitarios para que una misma constructora se encargue de levantar los dos edificios, lo que facilitaría ajustar costes y ganar tiempo. A negociar este extremo dedicará las próximas semanas, mientras culmina la demolición.

Tocará después volver a llamar a todas las puertas, en las que hasta el momento apenas han obtenido algo más que buenas palabras, para recabar los apoyos necesarios que posibiliten el equipamiento y funcionamiento del Instituto de Investigación Biomédica. «Espero que, ahora que el proyecto ya es una realidad, muchos se suban al carro y cambien las palmaditas en la espalda por aportaciones concretas», indica, para detallar que la apuesta de la Cofradía de la Concepción es que el centro se enfoque en desarrollar estudios vinculados con el cáncer y las enfermedades neurológicas. «Los resultados reportarán beneficios a la ciudad y más allá», destaca, pues cualquier avance en este ámbito redundaría en mejorar diagnósticos, tratamientos y calidad de vida de millones de personas afectadas por este tipo de patologías.

La presencia en Burgos de estas dependencias, no obstante, será especialmente ventajosa para sus vecinos, según subraya Saiz, pues los facultativos del HUBU las tendrán a su disposición para desarrollar proyectos de interés. Celebra especialmente la incorporación del actual jefe del Servicio de Oncología Médica local, Enrique Lastra, como director médico del centro. «Es un especialista top en España, incluso de prestigio internacional, y está ilusionado», asegura.

Cabe recordar que el importe que va a sufragar esta iniciativa deviene de la venta, hace más de dos décadas, de los terrenos de la zona de Bakimet que la agrupación percibió mediante permuta tras pasar el Hospital de la Concepción, del que eran propietarios, a manos de la Administración. «Lo tenemos en el banco a la espera de que finalicen los trámites», explicaba Saiz a finales del verano pasado, tras obtener luz verde municipal el proyecto básico.

Adquirían hace cinco años el inmueble, ahora en vías de desaparición, vacío desde que en el año 2000 las religiosas pusieran fin a su actividad allí. A tal desembolso se suma la construcción, cuyo importe superará los diez millones de euros estimados allá por 2017, mucho antes de la irrupción del coronavirus, las posteriores crisis de materiales y la inflación. Pero estas tres vicisitudes mencionadas han sido solo la guinda de un pastel que comenzaba a cocinarse en 1997, cuando se alcanzaba el mencionado acuerdo con el Ayuntamiento.

Ya por entonces se encontraba al frente de la entidad Fernando Saiz, que ingresaba en la Cofradía del Hospital de la Concepción en 1983 y es el mejor conocedor y mayor sufridor del tortuoso camino recorrido en el último cuarto de siglo.

Solo él y Julio González Soto eran socios por aquel entonces, cuando Saiz pasó a formar parte de la entidad. González Soto fallecía en 1985 y el actual responsable quedó al frente de esta institución fundada en el siglo XIV por Diego de Bernuy y Orense de Mata, que construyó el hospital para atender a los necesitados. Si bien soltó las riendas durante alguna temporada, siempre se ha mantenido vinculado a la organización y ha hecho suyo el propósito de invertir en la ciudad el dinero atesorado por ella.

Mientras llegaba la oportunidad de financiar un proyecto de envergadura, como el que ahora les ocupa, han optado por donativos más pequeños, pero de notable impacto, como los destinados a estudios concretos vinculados con la lucha contra el cáncer.