Trotaburgos
San Pantaleón de Losa, la mágica atracción de lo telúrico
La ermita es un enclave asociado a la leyenda, una imagen icónica. San Pantaleón de Losa guarda el valle sobre la roca desde el Siglo XII
Situada a 97 kilómetros al norte de la capital burgalesa, un picón de piedra domina el pequeño caserío de San Pantaleón. Sobre la Peña Colorada, la erosión del tiempo, el agua y del río Jerea dan forma a una de las imágenes más icónicas de la provincia, con su ermita que desafía al tiempo y los enigmas que la rodean desde el Siglo XII.
Estamos en el norte de la provincia de Burgos, en el Valle de Losa, en la comarca de Las Merindades. Linda al norte con el verde valle de Mena, casi ya en la frontera de Álava. Un municipio extenso, poco poblado, con cerca de 500 habitantes diseminados por 22 entidades locales menores.
El valle esconde rincones de gran belleza, pero destaca entre ello San Pantaleón. Y es que este gran buque de piedra tiene algo de mágico, el atractivo es indudable y visible para el viajero que se acerca a él desde la carretera.
Un lugar que, precisamente por este emplazamiento privilegiado, fácil de proteger y con buena visibilidad, albergó en la Edad de Hierro un castro ocupado también durante la romanización.
Unas crónicas fechan la construcción de la ermita en el Siglo XII y otras la sitúan en el XIII. Sea como sea, para verla deben ascender por el sendero que les separa del caserío para continuar subiendo la pradera verde que rodea el templo hasta la entrada.
No hace falta apelar a los misterios, historias y leyendas que unen el lugar con la orden de Jerusalén para entender que nos encontramos en un sitio especial.
Quizá desde nuestra visión actual es difícil entender qué llevó a sus constructores a plasmar en su portada dos figuras que, por sí solas, esconden misterios.
En el lado izquierdo un personaje masculino, con barba, pelo largo, y torso desnudo. Sobre su hombro izquierdo sujeta un saco o manto. Las interpretaciones son variadas, ya que se atribuye, dicha figura, a Hércules, a Noé, e incluso, a Adán. Esta última, es una propuesta factible, ya que si miramos a la parte derecha de la portada, encontramos un hueco donde pudo estar una escultura que representará a Eva. Lo que sí permanece en el pórtico de piedra es un rayo, una serpiente o una figura en Zig-Zag.
Son motivos decorativos curiosos que se unen a las figuras que asoman en las arquivoltas. Pequeñas cabezas y pies que asoman en la piedra llamadas 'los emparedados '.
La construcción de la ermita está condicionada por el pronunciado desnivel del terreno, por lo que el alzado de la iglesia cuenta con varias peculiaridades como su nave central rectangular.
En el Siglo XVI se realizó una ampliación del templo. Así que debemos realizar un pequeño ejercicio de imaginación para entender cómo fue concebida en su primitivo aspecto.
El lugar fue objeto de una profunda restauración y se reinauguró en el verano de 2005 por parte de la Junta de Castilla y León y de la Fundación del Patrimonio.
La Sangre de San Pantaleón
Cuenta la historia, una mezcla de realidad y leyenda, que el joven Pantaleón fue martirizado un 27 de julio del año 305. Parte de la sangre del santo fue recogida y por caminos desconocidos terminó siendo venerada en Burgos. La ampolla que guarda la reliquia se vuelve líquida, se licúa, cada año, en la fecha que el Santo fue sacrificado.
Pero ya no está en nuestra provincia. Hace 400 años que la sangre del Santo salió de Burgos. Si quieren ver cómo se obra el milagro, deben viajar a Madrid, a iglesia del Real Monasterio de la Encarnación, cerca del Palacio Real.
No hay registros de que en este tiempo el milagro haya dejado de obrarse. Y mejor que continúe siendo así, ya que dicen la leyenda que si la sangre no se licúa, significa que vendrán desgracias y todos los males caerán sobre la tierra