Las monjas de Belorado rechazan a los enviados de Iceta, pero aceptan sus requerimientos vía notario
Las religiosas avisaron a la Guardia Civil tras trasladar a sor Carmen Ruiz, secretaria de la congregación de clarisas, al apoderado del arzobispo como comisario pontificio, Rodrigo Saiz, y al notario del Tribunal Eclesiástico Carlos Azcona que "no eran bien recibidos" allí
Con la puerta en las narices daban hoy las monjas de Belorado a los enviados del arzobispo de Burgos, Mario Iceta. El intento de acercamiento protagonizado por sor Carmen Ruiz, secretaria de la Federación de Clarisas Nuestra Señora de Aránzazu, Rodrigo Sáiz, apoderado de Iceta como comisario pontificio designado por el Vaticano, y Carlos Azona, en calidad de notario del Tribunal Eclesiástico, acababa con la presencia de una patrulla de la Guardia Civil en el convento.
Así lo relata el comunicado remitido por el propio Arzobispado en el que narra "los hechos acaecidos en el mediodía del jueves en el Monasterio de Santa Clara de Belorado", para concluir que, tanto la denuncia interpuesta ante la Policía Nacional de Logroño y ratificada en los juzgados de Burgos, como el rechazo de las monjas cismáticas a la comitiva enviada por el prelado burgalés "pueden interpretarse como gestos de hostilidad que manifiestan la nula intención de la comunidad de establecer cualquier diálogo con la persona designada para ello por la Santa Sede y su equipo".
A esta conclusión llegaban tras personarse sus representantes "sobre las 14 horas" en el cenobio con objetivos muy concretos: establecer una línea de interlocución con las religiosas, "de modo particular con las más mayores", comunicar las facultades jurídicas que competen al comisario pontificio sobre la administración de los monasterios y transmitir las notificaciones pertinentes con respecto a la apertura del proceso canónico correspondiente.
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La notaria María Rosario Garrido acompañaba a las tres personas citadas, con su respectivo cometido. Solo ella finalmente accedió al interior del convento para cursar los requerimientos oportunos. Y es que tras ser atendidos "por sor Belén en el torno y después por sor Sión en el locutorio, para pedir una entrevista con la exabadesa sor Isabel", esta transmitía a través de la primera que, salvo Garrido, el resto "no eran bien recibidos" allí y debían abandonar las instalaciones. Requerían además la presencia de una patrulla de la Guardia Civil.
Mientras sor Carmen Ruiz y Carlos Azcona acataban el mandato y decidían "esperar fuera", Saiz optaba por esperar en el interior la llegada de los agentes de la Benemérita, "haciendo valer el derecho que le asiste como apoderado del comisario pontificio", según detalla el Arzobispado de Burgos.
Tras la llegada de la Guardia Civil, Saiz "se identifica y muestra la documentación" que acredita su papel. "La patrulla indica que se practicarán diligencias a prevención y que, a continuación, se entrevistarán con las religiosas", añade el documento. En ese momento, el apoderado de Iceta "abandona el monasterio por su propia voluntad", apostilla.
Pese a este nuevo capítulo del desencuentro entre Iceta y la comunidad beliforana abrazada a los postulados preconciliares y a las tesis de su nuevo obispo, el excomulgado Pablo de Rojas, el arzobispo de Burgos asegura que mantiene su "voluntad de tender puentes y de encontrar vías adecuadas para alcanzar una solución".