Carlos Briones: “Es mucho más probable que en el Universo haya vida microbiana a que haya vida inteligente”
El investigador burgalés del CSIC defiende en su último libro la importancia de tener un espíritu crítico y anima a apostar por la tercera cultura, donde ciencias y artes conviven juntas
El burgalés Carlos Briones, investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y recientemente galardonado con el Premio COSCE a la Difusión de la Ciencia 2024, defiende la importancia de contar con un espíritu crítico y no dejar nunca de hacernos preguntas. Aboga además por la defensa de la tercera cultura, que combina ciencia y artes y se declara a favor de una Inteligencia Artificial “respetuosa con los derechos y libertades de las personas". En su último libro, ‘A bordo de tu curiosidad’, alerta sobre el peligro de las pseudoterapias, y da respuesta a algunas de las grandes preguntas que se hace la humanidad: ¿Estamos solos en el Universo?, ¿habrá otra pandemia?, ¿cuál es el origen de todo?
Ha sido galardonado recientemente con el Premio Cosce a la Difusión de la Ciencia 2024, ¿qué supone para usted recibir este reconocimiento?
Es un premio muy relevante que supone el reconocimiento a mucho trabajo en divulgación y difusión de la ciencia. Una actividad que algunos científicos también hacemos en paralelo a nuestro día a día en el laboratorio, y supone también un reconocimiento a la importancia que tiene también la difusión de la ciencia, comunicar a los científicos y a la sociedad nuestros avances y nuestra investigación.
Un premio con el que COSCE busca precisamente alentar la difusión de la ciencia y la investigación. Como experto en el tema, ¿cree que es ahora más necesario que nunca este trabajo de divulgación?
Ahora es más necesario que hace unos cuantos años , porque en paralelo a los avances científicos, están creciendo también los bulos, las pseudociencias y las pseudoterapias. Un montón de ideas que están basadas en opiniones, dogmas o principios que no se pueden demostrar, que son extracientíficos y que pueden llegar a hacer mucho daño entonces. Hacer que las personas tengan más espíritu crítico, más curiosidad, más interés por la ciencia, creo que es fundamental.
¿Es importante no dejar nunca de hacer y hacerse preguntas?
Es fundamental, tenemos que hacernos preguntas constantemente. Eso es lo que define el cerebro humano, nuestra curiosidad, nuestra capacidad de afrontar retos y creo que es una pena, cómo a veces los niños son muy curiosos y se hacen otras preguntas, pero poco a poco los adultos están perdiendo esa capacidad. Creo es importante mantenerla
Presenta su último libro ‘A bordo de tu curiosidad’, una obra con la que reivindica el espíritu crítico. ¿Se está perdiendo?
Una de las cosas que he observado después de dar muchas charlas y escribir otros libros y demás, es que se está perdiendo en parte el espíritu crítico, por las personas mayores, por los que ya no quieren reconocer que fueron niños hace un tiempo y que dejan de tener esa curiosidad. Creo que es necesario mantenerla, es necesario seguir haciéndonos preguntas, y por tanto, creo que este libro puede ayudar en ese sentido
¿Afecta también a los jóvenes?
A lo mejor sí. Digamos que los niños son siempre muy críticos, tienen los ojos muy abiertos a las cosas nuevas, curiosidad y muchas ganas de aprender, pero a lo mejor los jóvenes hoy en día pierden un poco eso porque están rodeados de tanta información-que no conocimiento- que empiezan a dar muchas cosas por sabidas y no reflexionan críticamente y no se plantean todo. A lo mejor es conveniente recordarles que hay que mantenerse siempre niños en ese sentido: curiosos y críticos.
¿Considera que la sociedad actual se deja llevar mucho por lo que dicen unos pocos en lugar de pararse a reflexionar?
Sí. Hay muchos “opinadores profesionales”, influencers o personas que tienen mucho tirón. Lo hemos visto, por ejemplo durante la pandemia. Lo hemos visto durante la pandemia. Hay figuras públicas, famosas, que parece que tengan más reconocimiento que quizás quienes realmente están trabajando en cada campo, y en este caso los científicos, médicos o investigadores.
¿Qué se puede hacer para evitarlo?
Precisamente comunicar la ciencia. El Premio COSCE a la Difusión de la Ciencia reivindica un poco esa necesidad de que los científicos- por decirlo de alguna forma- bajemos un poquito del pedestal en el que parece que estamos, y comentar lo que hacemos, enseñar ciencia y fomentar el espíritu crítico. Es lo que hay que hacer si luego no queremos ser engañados por vendedores de humo. Sean personas que dicen que la Tierra es plana o personas que dicen que la homeopatía funciona. Eso son falsedades que, con la ciencia, se pueden rebatir pero es cada persona la que tiene que intentar construirse un espíritu crítico, leyendo ciencia y leyendo divulgación científica.
También habla de pseudoterapias, ¿hay una proliferación de este tipo de prácticas?
Creo que sí, porque como hay un negocio detrás, hay personas interesadas en que eso se siga vendiendo como un remedio alternativo a la medicina cuando eso es absolutamente falso. Las pseudoterapias son siempre un fraude económico, siempre te van a engañar y vas a perder tu dinero, y además pueden poner en peligro tu vida. Es un problema que hay, y las personas con espíritu crítico tendrían que ser capaces de reconocerlo y actuar en consecuencia, es decir, si estás enfermo, visita a tu médico. Solo la medicina basada en la ciencia es la que te puede salvar.
¿Qué peligro conllevan?
Son falsas. No tienen ninguna efectividad. Nunca jamás se ha hecho un ensayo clínico que pruebe la efectividad de ninguna de esas pseudoterapias. Ninguna de estas antiterapias superaría un ensayo clínico, ninguna funciona, ninguna sirve para nada, y además todas te van a engañar, te van a robar dinero. Vas a confiar en una persona que te está poniendo cristales y haciéndote una sanación con la energía de las manos, que no funcionan en absoluto. Pero como todos tenemos una parte del cerebro también más emocional, si nos lo venden bien somos fácilmente engañables.
Se declara defensor de la ‘tercera cultura’ y aboga por combinar ciencia y arte. Siempre ha existido una separación entre ambas ramas. ¿Esto está cambiando?
Quizá inicialmente todo estaba más unido, y cuando se hablaba de el sabio renacentista, en el imaginario de todos está esa persona que era filósofo, y además médico, investigador y artista. Eso, a partir del Renacimiento comienza a ser difícil porque el conocimiento científico avanza a gran velocidad y es cada vez más difícil que alguien sepa de todo o tenga inquietud con todo y eso se ha ido incrementando y en el siglo XIX, que es el siglo de la ciencia y de los avances tecnológicos se produce un divorcio entre las ciencias y las humanidades y las artes. Así hemos llegado hasta ahora, cuando eres un niño de 15 años tiene que escoger si va a ir por ciencias o por letras, y con eso ya se le cierra un enorme ámbito de posibilidades de aumentar su cultura. Es tan bonito que, te dediques a lo que te dediques, abrir un poco el foco. Te pierdes tanto si no lo haces, que esta idea de la tercera cultura, de considerar las ciencias, las humanidades y las artes como parte de ese edificio tan maravilloso que se llama ‘cultura’ y en el que todos queremos vivir, sería maravilloso. Creo que si los sistemas educativos no lo permiten, al menos tienen que ser las familias y las inquietudes de la propia persona las que te lleven a tener esa formación mucho más completa. Si mantienes la curiosidad tienes al menos los ingredientes para saber que te estás perdiendo cosas muy interesantes.
¿Estamos en riesgo de sufrir una nueva pandemia? ¿O por lo menos que nos pille tan desprevenidos como la del COVID?
Los virus, las bacterias, hongos, los microorganismos que nos rodean, están evolucionando constantemente y eso puede hacer que vayan saltando unos patógenos de unos hosperadores a otros y que nos empiecen a afectar virus que antes tenían otro tipo de de animales a los que infectaban. Hemos aprendid mucho de la pandemia de covid-19, un coronavirus que llegó a nuestras vidas y puso patas arriba a la sociedad y la economía. Pero va a seguir habiendo pandemias, y ya se está gestando una amenaza que no sabemos si se va a convertir o no en pandemia.
¿De qué se trata?
Se llama gripe aviar. La gripe aviar ya está infectado, no solo aves como indica su nombre, sino también mamíferos muy distintos entre sí y en todos los continentes, incluyendo la Antártida. Se está en un estado de lo que ahora se llama panzootia, es una especie de pandemia de los animales. ¿Eso puede saltar humanos y empezar a infectarnos? Si es así estaríamos fastidiados, porque esa enfermedad tiene una tasa de mortalidad mucho más alta en nosotros de la que tenía la Covid por lo tanto, la Organización Mundial de la Salud y todos los sistemas sanitarios están muy muy atentos, vigilantes , de lo que podría llegar a ser la próxima pandemia Pero es imprevisible, la biología nos dice que no se puede hacer previsiones, por lo tanto lo único que hay que hacer es estar preparados e intentar sacar conclusiones de la pandemia que acabamos de superar.
Otro de los grandes temas hoy en día es la Inteligencia Artificial, con adeptos y detractores. ¿Qué ventajas e inconvenientes cree que tiene?
Dedico dos capítulos [en el libro] a la Inteligencia Artificial. En el primero cuento sus orígenes, que no es una cosa tan reciente, lleva casi un siglo funcionando, pero ahora se ha puesto muy de moda porque tenemos esta Inteligencia Artificial generativa que ha llegado a nuestras vidas. Podemos hablar con una IA y pedirle cosas, y nos genera resultados.
¿Se considera a favor o en contra?
Me considero a favor de una inteligencia artificial respetuosa con los derechos y las libertades de las personas. Que no vulnere derechos de autor, que no propague sesgos, que no sea utilizado con fines políticos inadecuados, pero en sí mismo, como todo avance tecnológico, creo que tiene su parte buena que es la que hay que explotar.
Haciendo alusión a uno de sus libros, ¿estamos solos en el Cosmos?
Sigue siendo una de las preguntas más relevantes que nos podemos plantear. Toda la humanidad, cuando ha mirado al cielo estrellado, se ha sentido pequeñita, y se ha empezado a hacer preguntas sobre si en torno a estas lucecitas podría haber otros seres vivos. Hoy en día podemos plantear esa pregunta científicamente . Se van encontrando lugares en los que podría haber condiciones compatibles con que haya otras vidas. Por ejemplo, el subsuelo de Marte o los océanos que tienen debajo de la capa de hielo los satélites o algunos de los satélites de Júpiter y de Saturno. Son lugares que llamamos potencialmente habitables, pero ahí nos estamos refiriendo a un tipo de vida que sería microbiana, microorganismos, bacterias...que son los mayoritarios en nuestro planeta y a lo que primero llega cualquier tipo de evolución. Entonces eso es lo más probable. De ahí a dar el salto que supondría que haya alguna vida inteligente parecida a la nuestra, con la que podamos comunicarnos y a la que estamos muy acostumbrados por la ciencia ficción, hay un salto muy grande y querría decir que en esos otros planetas o satélites se ha producido un proceso evolutivo equivalente al que en la Tierra nos ha llevado a ser humanos inteligentes.
¿Hay probabilidades?
Es mucho más probable que haya vida microbiana a que haya vida inteligente, y eso lo tenemos que tener en cuenta. Pero, a pesar de ello, y como la ciencia ficción ha hecho que muchas personas no diferencien la realidad de la fantasía, se ha generado ese fenómeno ovni según el cual muchas personas dicen que han visto naves espaciales, han bajado alienígenas...etcétera. Eso es folclore de ciencia ficción, no hay nada científico a favor de eso, pero quizá está alimentando ese deseo que tenemos los humanos de no estar solos, de no sentirnos tan solos en un cosmos tan grande.