Circo Raluy. Tradición e innovación se encuentran en la pista para emocionar
El elenco de artistas dirigido por Rosa Raluy permanece en Burgos hasta el 14 de julio con unas instalaciones que permiten disfrutar de la magia antes de que comience la función y un espectáculo, 'Kirko', que explora las capacidades humanas de fuerza, habilidad y creatividad
La calidad de los artistas y del trabajo que desarrollan se completa con «una de las carpas más hermosas del mundo».
Historia y apuesta de futuro se fusionan en el Circo Histórico Raluy. Con su carpa instalada en Burgos -en la carretera Poza, a la vera del IES Diego Marín Aguilera- hasta el 14 de julio, recala dispuesto a presumir de aquello que diferencia su propuesta bajo la dirección de Rosa Raluy, heredera de una saga familiar pegada a las artes circenses, en cuya historia brillan nombres míticos.
Fundado en 1986 por Carlos y Luis Raluy -que ya llevaban años en el sector, continuadores del afán de su padre, Luis, nacido en 1911, al que inculcó la vocación saltimbanqui su progenitor, Francisco-, este sueño convertido en realidad ha pasado a consolidarse como referente mundial.
Casi cuatro décadas después del salto mortal que supuso crear una empresa propia que llevara por bandera el apellido del clan, los reconocimientos se acumulan y las ganas de deslumbrar permanecen intactas. Lo consiguen, de hecho. Las bocas abiertas del público dan fe del éxito de su combinación del 'más difícil todavía' de siempre -que no falla- con tendencias artísticas contemporáneas que elevan el lustre de un producto final "con un fuerte compromiso social y cultural".
El circo permanece en Burgos hasta el 14 de julio.
Pero, avisan, "para empezar a disfrutar de la magia del Circo Raluy no hace falta esperar a que los artistas salgan a la pista y comience la función". Y es que este proyecto único en Europa despliega en cada destino unas instalaciones "que albergan un valioso patrimonio adquirido y restaurado a lo largo de medio siglo".
Así, nada más traspasar la entrada al recinto comienza la diversión. Carrozas, carruajes y camiones originales de entre 1850 y 1950 crean un escenario magnífico, complementado por "una de las carpas más hermosas del mundo". El interior, decorado con materiales nobles como madera, bronce y terciopelo, junto con frescos pintados a mano, ofrece un entorno que evoca antiguos teatros europeos. Exposiciones de carteles, fotografías y material escénico de época completan la experiencia previa a que arranque el espectáculo.
Un aperitivo, pues, de excepción de lo que vendrá, pues las emociones desatadas nada más cruzar el umbral se disparan cuando la actividad toma la pista. De eso se encarga 'Kirko', el título en gira que hoy se estrenaba en Burgos y con el que Rosa Raluy aspira a repetir los éxitos cosechados por su primera propuesta, 'Vekante', merecedora en 2019 del Premio Zirkolica al mejor espectáculo de Cataluña, la tierra natal de la familia.
En 'Kirko' la directora explora las capacidades humanas de fuerza, habilidad y creatividad. Las transforma para la ocasión en personajes de carne y hueso que guían al público a través de un espectáculo apasionante, plagado de actuaciones que incluyen acrobacias, malabarismos, equilibrismo y proezas aéreas con un fin compartido: deleitar a los presentes, tengan la edad que tengan.
Una docena de artistas internacionales, destacados en su disciplina, lo hacen posible. La propia Rosa Raluy cautiva con su destreza como 'speed painter', de los malabares se encarga William Giribaldi y las carcajadas las arranca sin despeinarse el encorbatado clown interpretado por el italiano David Vassallo. Ashley Vargas pone la voz y los hermanos Marton protagonizan un mano a mano de equilibrio y fuerza. Los Saly y sus patines acrobáticos cosechan ovaciones, también protagonizan un número de lazos. El apellido Raluy -con Kimberley y Jillian, la quinta generación de artistas- se deja notar en la pista de nuevo a golpe de pole aéreo y juegos icarios. Elena Safronova y Alyna Holota se encargan del baile y Jaume Vendrell, de la percusión.
Juntos, en suma, dibujan un mundo mágico que, por momentos, sube la tensión y, en general, adentra al que lo contempla en un emocionante viaje -de unos 120 minutos de duración- por el pasado, el presente y el futuro del circo. Ahí es nada.
El Circo Raluy abría ayer sus puertas hasta el 14 de julio, salvo los días 24 y 25 de junio, 8, 9 y 10 de julio. Las sesiones diarias comienzan a las 19 horas y el precio de las entradas oscila entre 2,50 y 40 euros en función de la ubicación y la jornada elegida.