ATAPUERCA
Los perros de los primeros agricultores de Atapuerca seguían siendo lobos
Un estudio sobre nueve mandíbulas de Portalón de Cueva Mayor en Atapuerca y Barrio del Castillo (Torrejón de Ardoz) muestran que «el diente carniceras siguen teniendo diseño de lobo» entre el Calcolítico y la Edad del Bronce. Ahora estudiarán el antepasado común de ambos, los lobos que convivieron con Antecessor
Los perros de los primeros agricultores de Atapuerca tenían, a pesar de la domesticación, mucho de lobos. Así lo ha confirmado el análisis morfológico de nueve hemimandíbulas de las especies que habitaron Portalón de Cueva Mayor, en Atapuerca, y Barrio del Castillo en Torrejón de Ardoz desde el Calcolítico a la Edad del Bronce. «Morfológicamente los perros del Calcolítico y la Edad del Bronce del interior de la península siguen siendo lobos, el primer molar inferior, que se llama carniceras, y que diferencia a unos de otros, sigue teniendo rasgos de lobo y no de perro», explica la investigadora predoctoral de la Fundación Atapuerca, Raquel Blázquez.
Han podido inferir, a través del estudio de Morfometría Geométrica en tres dimensiones de las nueve hemimandíbulas (cuatro completas y cinco fragmentarias) que «son perros de tamaño pequeño o medio con cierta continuidad en esas épocas y cuyo papel estaría vinculado a actividades de pastoreo, caza y vigilancia del rebaño», señala la investigadora.
Este estudio permite analizar cómo ha sido el proceso de domesticación del lobo hasta transformarse en un perro algo que demuestra «poca diversidad en el interior de la península y con ejemplares más pequeños que en los yacimientos costeros que, influidos por la mayor actividad comercial, podrían ir incorporando otro tipo de perros», explica sobre el análisis de la domesticación, clave en la revolución que supuso pasar de ser sociedades cazadoras recolectoras a pueblos ganaderos y agrícolas.
«La domesticación es parte de la Historia de la Humanidad, ésta no se entendería sin la domesticación especialmente de caballos, por el cambio que supuso para la guerra por ejemplo, y perros que hemos conseguido moldear a nuestra imagen y semejanza y, en ambos casos, tenemos ejemplares en Portalón», reivindicó el codirector de las excavaciones de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga. Vincula más el nexo con los canes que hoy «son una parte más de la familia, es que ya no vamos a comprar un perro, adoptamos un perro, se han integrado en todo nuestro entramado social y buscamos el origen de esta domesticación», explicó el codirector.
De hecho, el siguiente paso de Raquel Blázquez, que cuenta con una Ayuda a la Investigación Cajaviva Fundación Caja Rural Burgos de la Fundación Atapuerca, es conocer mejor al lobo que competía por los recursos con un gran conocido en la sierra burgalesa, Homo antecessor. «A futuro buscamos analizar el cánido que es antepasado del lobo y que vivió en Atapuerca hace 760.000 , que convivió con Homo antecessor compitiendo por los recursos en la sierra», avanzó Blázquez. Conocer un antepasado común permitirá ir avanzando en definir el momento que, morfológicamente, los perros dejaron de ser lobos por la disminución del tamaño, ya presente en Calcolítico y Edad del Bronce, pero también por la morfología dental y, en concreto, el diente 'carniceras' que caracteriza a los lobos.